A 20 años del Argentinazo

Escribe Jorge Altamira

Charla de Jorge Altamira, 20/12/21 (exposición).

Tiempo de lectura: 18 minutos

Buenas tardes a todos, compañeras, compañeros.

Este veinte aniversario del Argentinazo se distingue de la conmemoración décimo aniversario por el nivel de debates que ha suscitado en contraste con el precedente. ¿A qué obedece?

El décimo aniversario, en 2011, el kirchnerismo obtuvo entre el 52 y el 54% de los votos en las elecciones de octubre. Diez años más tarde, la razón de su trascendencia es perfectamente clara: el derrumbe económico y social de Argentina la aproxima a lo que era veinte años atrás. De manera que, detrás de los debates, hay un interrogante: ¿marchamos nuevamente a un argentinazo, marchamos a una rebelión popular, marchamos a una crisis política de características excepcionales en las que el pueblo, de una u otra manera, va a tener que intervenir, reaccionar, ofrecer una perspectiva? La onda de polémicas que ha provocado el vigésimo aniversario constituye una respuesta a ese interrogante.

La disolución de la URSS y la crisis mundial

Hace veinte años, nuestra caracterización del Argentinazo partió de una reflexión. En diciembre de 2001, se cumplían veinte años de la disolución de la Unión Soviética. Esta disolución fue presentada como la victoria definitiva del capitalismo, como ¨El fin de la historia¨. El levantamiento popular en la Argentina, el hundimiento de los bancos, la destrucción de la moneda estaba demostrando lo contrario. Estaba indicando, a veinte años de la disolución de la Unión Soviética, que la lucha de clases estaba más viva que nunca. Es cierto que no hacía falta el Argentinazo para probar eso. Por razones diferentes, las guerras en Yugoslavia y las crisis en otros países estaban demostrando perfectamente que la disolución de la Unión Soviética no implicaba la consagración eterna del capitalismo, sino el ingreso a otra fase de su decadencia histórica, que la disolución de la URSS estaba lejos de refutar.

Es un error de método importante caracterizar a la crisis argentina y a la rebelión popular de hace veinte años desde un punto de vista doméstico. Los fenómenos domésticos no tienen una trascendencia efectiva. Los acontecimientos realmente históricos son, por su contenido, internacionales; es la omisión fundamental de los pseudo debates actuales. Por ejemplo, los protagonistas de aquella época discuten acerca quién fue el responsable del estallido de la crisis. Unos dicen que la causa fue el déficit fiscal, otros dicen que lo fue la “convertibilidad”. Lo que ocurrió hace veinte años... porque lo que ocurrió hace veinte años fue el remate de un intenso proceso internacional que había comenzado con unos quince o veinte años de anterioridad. El derrumbe de Argentina en 2001 es una secuencia de la crisis mejicana del año 1994, cuando el gobierno de Estados Unidos tuvo que usar sus reservas estratégicas para socorrer a Méjico; la consecuencia de la devaluación del peso mejicano creó una crisis descomunal. Nuestra corriente, el Partido Obrero, publicó un afiche que decía -irónico- “Síganme, que los voy a devaluar”. Es decir que anticipábamos, como consecuencia de la crisis mejicana, lo que después iba a ocurrir en 2001: el derrumbe de la convertibilidad y la devaluación del peso. Cavallo, que era ministro de Economía, tuvo que apelar a medidas excepcionales para evitar ese derrumbe, inclusive operaciones financieras absolutamente ilegales, como sustituir la función del Banco Central con recursos del Banco Nación.

Este acontecimiento de 1994 se produce en el contexto de una crisis de envergadura internacional - “la crisis del sudeste asiático”. En medio de la globalización, el comercio internacional se viene abajo. Como consecuencia de la crisis en el sudeste asiático se produce la crisis rusa de 1997, que deja a Rusia virtualmente sin moneda y en una suerte de disolución nacional. La crisis rusa marca el final de la primera etapa de la restauración capitalista, donde se remataron todos los bienes estatales, y el comienzo de una nueva etapa, donde los servicios de seguridad del Estado ruso toman el control de la situación para evitar una desintegración nacional que podía llevar a una guerra mundial.

Este es el cuadro histórico en el que tiene lugar lo que llamamos el Argentinazo. Luego de la crisis rusa se produce la crisis brasileña y en enero de 2001 una enorme devaluación del real, la moneda de Brasil, es decir, a las puertas del Argentinazo. Los informes del FMI señalan a la devaluación brasileña como el detonante que termina con el plan de convertibilidad. En el medio, año 2000, se produce una crisis de mayor envergadura todavía, que es la quiebra del mayor fondo de inversiones internacionales de Estados Unidos, el Long Term Capital Management, y amenaza hacer colapsar el sistema bancario. La Reserva Federal norteamericana convoca a todos los grandes bancos para una operación de rescate del sistema financiero de Estados Unidos. En resumen, la crisis de 2001 de Argentina es parte de una crisis mundial, pone de manifiesto el punto de quiebre de las contradicciones del capital, no simplemente las limitaciones de la convertibilidad o las consecuencia de un déficit fiscal. Una crisis en la economía que no guarda relación con una crisis mundial es una tormenta en un vaso de agua. Las crisis domésticas no dejan huellas duraderas en el tejido social y hasta pueden servir a una reestructuración del capital. La crisis de 2001 dejó huellas profundas en el tejido social -hoy tenemos un 50% de pobreza. La comprensión de que estaba en desarrollo una crisis de alcance mundial es la razón por la que el Partido Obrero, a través de la prensa, íbamos señalando la inminencia de esta crisis. La crisis capitalista internacional no es un aspecto fundamental, es “el” aspecto fundamental.

Disolución del capitalismo

Ahora, la crisis rusa, hasta cierto punto la crisis asiática y la amenaza de la crisis norteamericana con la quiebra de este fondo LTCM y el rescate del conjunto de los banqueros, no es una crisis del ciclo de la economía. Tiene lugar una disolución de todos los elementos de la organización capitalista. En el caso de Rusia, se queda sin moneda y en Argentina también. Quiebran los bancos, los ahorros son confiscados, resurge el trueque en medio de la llamada globalización. Es decir, hay una suerte de disolución social. Los únicos puntos de apoyo son el Estado y las relaciones políticas internacionales. Uno y otras requieren, para contener el derrumbe, que hayan reunido condiciones mínimas para operar. Un escenario de revoluciones paralizaría la capacidad de contención de unos y otros, sería inevitable una guerra civil. Cuando derriban a De La Rúa y los peronistas empiezan a derribar presidentes peronistas hasta llegar al nombramiento de Duhalde, el aparato del Estado sufre una paralización relativa. Ramón Puerta, que fue electo por el Congreso porque estaba en la línea sucesoria de De La Rúa, comentó estos días que lo primero que ordenó fue que el Banco Central llenara de billetes los cajeros, para hacer frente a la ausencia de dinero, que es el lazo de unión de la organización capitalista de la sociedad. Con estas medidas excepcionales el poder del Estado procede para salvaguardar las relaciones sociales. Cuando el Estado no puede operar en este sentido, debido a causas excepcionales, la disolución económica de las relaciones sociales se convierte directamente en una premisa revolucionaria, se conjuga con el ingreso a un período revolucionario. Es así como deben ser analizados los acontecimientos y no estas peleas domésticas sobre quién hizo qué en aquel momento.

Carácter internacional del Argentinazo

El otro aspecto que hay que señalar es el carácter internacional del Argentinazo, que está precedido por numerosas rebeliones populares, algunas de mayor alcance que el propio Argentinazo. Empecemos por 1989, el Caracazo, un levantamiento en la capital de Venezuela, que provoca una cantidad de muertos cuyo número se desconoce hasta el día de hoy. El Caracazo va a ser el punto de partida del futuro régimen chavista. Pero luego tenemos movilizaciones de características insurreccionales en Bolivia y Perú contra la privatización del agua, y en Ecuador una insurrección que por 24 horas lleva al gobierno a las organizaciones indígenas junto con un ala del ejército.

Este es el terreno en el cual se desenvuelven las rebeliones en Argentina; no se producen en un vacío internacional, se producen en un tejido internacional, especialmente en las fronteras del país, que van a culminar en octubre de 2003 con una de las mayores insurrecciones en Bolivia y el derrocamiento de Sánchez de Lozada y el salvataje del aparato del Estado por parte de Evo Morales. El verdadero rol estratégico de Evo Morales nace en esas jornadas. Es también cuando Lula y Néstor Kirchner se ponen de acuerdo para mandar una misión a Bolivia, integrada por dirigentes de Libres del Sur y la organización de D’Elía, para que las direcciones políticas y sindicales de la clase obrera del Altiplano contengan la insurrección. Cuando hablo de insurrección me refiero a una marcha nacional desde todos los lugares de Bolivia de más de un millón de personas para derrocar al gobierno.

Hay muchos que se empeñan en caracterizar a la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre como un “estallido”. La prensa sólo habla del ‘estallido’, no de una rebelión popular. Un estallido no tiene ni madre ni padre, un estallido es huérfano. Lo que ocurrió el 19 y 20 de diciembre tiene papá y tiene mamá. En 1992 surgen los primeros movimientos piqueteros en Tartagal y General Mosconi, de los trabajadores más especializados de la industria, como son los trabajadores de YPF. Finalmente, la movilización de Cutralcó-Plaza Huincul, también de los trabajadores de YPF, como consecuencia de la política menemista de privatización, despidos masivos, liquidación de activos, incluida la “flota ypefiana”, que era una flota de transporte de petróleo de la propia YPF.

Son grandes movilizaciones, acompañadas de numerosas movilizaciones en otros puntos del país, pero que tienen estas dos movilizaciones estratégicas. La rebelión de 2001 tiene, por lo tanto, padre y madre, es la culminación de un movimiento de la clase obrera contra la política menemista, contra los despidos, contra las privatizaciones, contra el pago de la deuda externa, etcétera, etcétera, etcétera. En el caso de Cutralcó-Plaza Huincul ocurre un hecho que describe el alcance político de estos movimientos, cuando la jueza que es convocada para ordenar la represión, al ver que todo el pueblo de Plaza Huincul y de Cutralcó está en la calle y está en la ruta, se declara “incompetente”, porque dice que la Justicia no tiene nada que hacer frente a una rebelión popular. Es la primera manifestación, o la más destacada, de una capitulación del Estado frente a una rebelión popular; cuando De la Rúa declara, por el contrario, el estado de sitio, es derribado de inmediato.

Movimiento piquetero

Como consecuencia de todo este tipo de movimientos y del desarrollo del movimiento piquetero, en el año 2001 nace la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Es una asamblea muy importante porque hasta ese momento todos los movimientos de lucha estaban fraccionados. Había un movimiento de lucha dirigido por la CTA, había otro muy importante de la Corriente Clasista y Combativa, pero la Asamblea va a producir una unidad de características políticas. Era simplemente la masa de trabajadores despedidos o que ya estaban desocupados, que se organizaban en esta lucha para reclamar de parte del Estado lo que sería el equivalente a un subsidio al parado, a un subsidio al desocupado.

Esta Asamblea es un hecho político importante porque reúne a varios movimientos y es un movimiento político porque está constituido esencialmente por la Corriente Tierra y Vivienda, que es de la CTA, por la CCC, que responde al Partido Comunista Revolucionario, y por el naciente Polo Obrero vinculado con el Partido Obrero. En sus movilizaciones adopta la consigna que al final del año va a prevalecer en las calles, la consigna Fuera De La Rúa y Cavallo, con el añadido, de parte de nuestra corriente, Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Entonces, tenemos acá un movimiento que nace de la clase obrera, que se organiza en torno de la clase obrera con consignas políticas claras y netas. Una segunda asamblea de obreros ocupados y desocupados, en julio, refuerza los planteamientos de la primera.

La importancia de esta experiencia para el momento actual es evidente. ¿Cómo actúa autónomamente la clase obrera en ese periodo? En el periodo anterior a la formación de esta asamblea nacional no había una autonomía política de la clase obrera. En la segunda asamblea vienen otros movimientos locales, regionales, provinciales, que se acercan a este polo combativo. Para los acontecimientos que vivimos ahora esto es esencial. Sin una clase obrera que empiece a ejercer su autonomía política, ¿de qué manera?, en principio con consignas, en principio con programas reivindicativos, todavía lejos de una estrategia política definida. Es por medio de este proceso de aproximación como la clase obrera va a incidir sistemáticamente en la movilización de 2001 y culminar en el levantamiento popular del 19 y 20 de diciembre.

Esta Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados y este acuerdo político, básicamente entre la CTA (que había apoyado la elección de De la Rua), la CCC, o sea el PCR, y el Polo Obrero-Partido Obrero, se va a romper, sin embargo, ¡el 19 y 20 de diciembre! Nuestra alianza había programado para el 20 de diciembre una marcha con independencia, o sin saber de antemano lo que iba a ocurrir ese 19 y 20 de diciembre, y al aproximarse el 19 y 20 de diciembre, es decir, al comenzar las movilizaciones que llevarían el 19 y 20 de diciembre, la CTA y la CCC deciden cancelar la movilización que el Partido Obrero mantiene. D’Elía, Claudio Lozano, Alderete, repudian el Argentinazo de forma pública. La CTA se embarca en una campaña de firmas para una iniciativa popular de ley por el salario social. Hace dos días Claudio Lozano, uno de los voceros de esta Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados por el lado de la CTA, intervino en una mesa redonda. Me pregunto si señaló, o le señalaron, que la CTA se puso afuera del 19 y 20 de diciembre. Mientras la gente marchaba hacia un levantamiento popular la CTA estaba en una reunión de firmas.

En el caso del Partido Obrero, participando en estos acontecimientos en todos sus aspectos, nos tocó vivir un picnic que hacíamos todos los fines de año, el 16 de diciembre, donde señalamos que en la semana que se iniciaba se iba a producir una rebelión popular y lanzamos por primera vez las consignas por las asambleas populares, que son las que van a surgir exactamente el 21 de diciembre, el 22 de diciembre, en distintos barrios de la ciudad y en la provincia y en otras provincias. Este es un balance político necesario porque demuestra los límites políticos de la Asamblea Nacional; su agotamiento abrió una nueva etapa. Ahí comenzó lo que se llamó el Bloque Piquetero Nacional, que se agotó políticamente al cabo de unos meses.

‘Estallido’

La disolución social de las relaciones económicas, políticas, sociales, en este periodo, son un paradigma de la crisis mundial que estamos viviendo. La globalización y el extraordinario desarrollo financiero ha monetizado por completo toda una serie de bienes, de ahorros que en el pasado no se transaban en el mercado; de manera que ahora, con un capital ficticio, un capital especulativo de proporciones gigantescas, la más mínima ruptura de la cadena económica en la industria, en el comercio, etcétera, tiene consecuencias explosivas sobre todo el sistema capitalista, es la ruina de la totalidad de las clases sociales. La bancarrota de Lehman Brother’s y de la aseguradora AIG, en Estados Unidos, fue una versión agigantada de la crisis de la convertibilidad en la Argentina, porque los créditos vinculados con los negocios hipotecarios y la especulación financiera vinculada con esos créditos hipotecarios abarcaron a la totalidad de los países, en algunos con mayor fuerza que en otros. Por ejemplo, en Gran Bretaña, la Bolsa de Londres; en España, la Bolsa de Madrid; en muchos lugares quebraron bancos enteros. Sólo por ironía quiero citar que quebró la Bolsa de Nepal por los créditos contraídos en California. Los estados intervinieron con una ola gigante de rescates, incluidas nacionalizaciones.

Un aspecto de esta dislocación fueron, en Argentina, las ocupaciones de fábrica, para enfrentar los vaciamientos de empresas por parte de las patronales. Las legislaturas comenzaron a expropiar empresas vaciadas, inclusive laboratorios o sanatorios. Las legislaturas violaron el derecho constitucional de propiedad para hacer frente a esta crisis final, que sólo autoriza la expropiación por razones de “utilidad pública”, no para resolver quiebras o vaciamientos. Se conformaron con establecer un régimen de indemnización muy particular. Estas cuestiones fundamentales demuestran que el propio Estado tiene que violentarse a sí mismo para recurrir excepcionalmente a medidas extra constitucionales a fin de salvar su régimen político y social.

No hubo un “estallido”, en cielo sereno, sino una culminación de rebeliones populares, como la que en diciembre de 1993 llevó al santiagueñazo, a la caída del gobierno provincial y a la intervención federal. Muchos sectores de clase media que hoy se enojan por los cortes de ruta apoyaron los cortes de ruta, en el contexto de esta bancarrota. En una famosa marcha piquetera de Liniers a Plaza de Mayo, los comerciantes proveyeron de agua y de comida a los que venían manifestando. Este es el antecedente de las asambleas populares en la Ciudad, que se reúnen enseguida después del 20 de diciembre. Los kirchneristas que hoy dicen que ellos fueron parte de este levantamiento popular omiten la brutal represión que sufrió la asamblea popular de Río Gallegos, por orden del gobernador Néstor Kirchner. En este levantamiento popular, los kirchneristas, al menos los que serían después sus dirigentes máximos, estaban hostilmente del otro lado de la barricada. El gobierno de Aníbal Ibarra luchó a brazo partido por controlar las asambleas populares porteñas desde el primer día.

Los ‘progres’ y el Argentinazo

En el levantamiento popular naufragan de un modo irreversible dos significativas expectativas políticas, que encabezaronn Pino Solanas y Chacho Álvarez, y el Frepaso. El Frepaso había ganado la adhesión de un sector importante de la pequeña burguesía y hasta probablemente de algunos sectores obreros. Por ejemplo, en una ocasión, todavía bajo el gobierno de Menem, Chacho Álvarez, que era el dirigente del Frepaso, y el Frepaso llaman a apagar las luces durante diez minutos a las ocho de la noche, en un acto de protesta contra el gobierno, que se cumple efectivamente, al menos en la ciudad de Buenos Aires y en los principales distritos del conurbano. Esta pequeña burguesía progresista que denunciaba las privatizaciones de Menem se va a incorporar en una alianza con De La Rúa por aquello que se llama “vocación o estrategia de poder”, en oposición a la izquierda que caracterizan de “testimonial”. Los ‘progres’ son aquellos que quieren llegar al poder sin ningún programa y sin haber construido ninguna base de masas, consciente, organizada. Forman parte del gobierno de De La Rúa. El Frente Grande, en 1993, también en diciembre, vota la intervención de Santiago del Estero por parte de Menem, que nombra a Schiaretti como interventor; lo vota Pino Solanas, lo vota Graciela Fernández Meijide, contra una rebelión popular. Los colores del futuro gobierno De la Rua-Cavallo se muestran con bastante anticipación. Este futuro gobierno debuta parlamentariamente en la sesión de diciembre que decide la intervención en Santiago del Estero. Se manifiesta de este modo el violento pasaje de la pequeña burguesía “progre” hacia el campo del capitalismo, incluso la represión. En la experiencia del Frepaso se enganchan muchos sectores del Partido Comunista con el argumento de que por fin había un movimiento de izquierda que tenía características populares. Por lo tanto la disolución del Partido Comunista es muy anterior a su disolución formal, en el sentido de que deja de tener un protagonismo independiente o autónomo -ahora se encuentra con el kirchnerismo- y fracasa con esta pequeña burguesía. Es el testamento mortuorio de Izquierda Unida (1985/2003).

En aquel momento nosotros escribimos que el hundimiento del Frepaso marcaba el fracaso por crear una ‘tercera fuerza’ entre los partidos tradicionales, de un lado, a los cuales la población les decía ¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo! y el campo de la izquierda, del otro. Se abría una perspectiva creciente para la izquierda revolucionaria que combatía a la izquierda democratizante. Es decir, la izquierda que se cuelga de los procesos parlamentarios.

Golpe de Estado

Hay toda una discusión, bueno, ya viene hace tiempo esa discusión, acerca de si el 19 y 20 de diciembre fue un golpe de Estado. En las grandes crisis, los levantamientos populares se combinan con una crisis política por arriba. Se derrumba un régimen político, por un lado, y la clase gobernante se enfrenta a la necesidad de cambiar de rumbo, por el otro.. La burguesía venía discutiendo la salida de la convertibilidad y la devaluación del peso desde las elecciones nacionales de 1999, que ganó De La Rúa defendiendo la convertibilidad con Chacho Álvarez, y perdió Duhalde, que era partidario de salir de la convertibilidad y promover la devaluación.

Por lo tanto, una actividad conspirativa contra el gobierno de turno estaba en la agenda, había un choque político. El FMI sacó un balance crítico del año 2001 y en ese balance “crítico” dice que estaba muerta la convertibilidad, a partir de la devaluación brasileña de enero de 2001. Es decir que la burguesía estaba en un impasse, mientras el pueblo estaba con una elevada desocupación, caída de salario y necesitaba salir a la lucha. Siempre ha sido así. La Revolución Francesa nace como una conspiración de la aristocracia feudal contra el rey. ¿Quién se imagina que la aristocracia le iba a mover el piso a la monarquía? Después de ese disparo, o paralelamente a ese disparo, se montan todas las clases populares, desde la burguesía de la época, y eso conjura la Revolución Francesa. En Rusia la burguesía conspiraba contra el zar; se pueden leer los escritos de Lenin sobre eso.

El levantamiento popular del Argentinazo tiene una característica que hay que subrayar. De La Rúa hace, al declarar el estado de sitio, lo que antes había hecho Alfonsín en dos ocasiones, y en una de las ocasiones se sirvió de la declaración del estado de sitio para encarcelar a gran parte de la dirección del Partido Obrero. De La Rúa decreta el estado de sitio, para proteger, dice, a la clase media de los saqueos. Esta pequeña burguesía le contesta con un levantamiento, porque el saqueo lo están perpetrando los bancos y el Estado a los 90.000 millones de dólares de ahorro y a la paralización del comercio. Tenemos un levantamiento contra un estado de sitio, o sea un hecho insurreccional. En la conciencia colectiva del pueblo levantarse contra el estado de sitio se convierte en una conquista histórica de las masas.

Perspectivas

A las perspectivas hay que verlas históricamente, no se pueden analizar de un día para el otro. Hay gente que dice ¿y qué consiguieron con el levantamiento popular? Consiguieron el desarrollo de una conciencia política que ha servido muchísimo para los combates ulteriores y que ahora debería servir el doble frente al desenlace de la crisis que estamos viviendo.

¿Qué representaba la asamblea de desocupados y desocupados? Representaba un principio de autonomía obrera, en el marco de una crisis capitalista. Este problema es el problema que se vuelve a presentar ahora. ¿Cuál es la diferencia de ahora con el 2001? En 2001 había un gobierno radical y del Frepaso sin presencia de los aparatos sindicales integrados al Estado; ahora tenemos un gobierno peronista. El peronismo se jacta de rescatar al Estado, algo que sin embargo no ocurrió frente a la dictadura militar. Ahora el peronismo se encuentra en el ojo de la tormenta; es el que necesita un rescate. La última vez que ocurrió esto fue con la huelga general de junio y julio de 1975 contra el gobierno de Isabel, que prácticamente liquidó; Isabel no volvió a gobernar hasta el golpe militar. Esta es la primera diferencia. La segunda diferencia es que la crisis social es mucho más aguda que en 2001. En el 2001 no había 50% de pobreza. Si el 2001 fue precedido por rebeliones populares en otros países, ahora tenemos rebeliones populares: la rebelión popular chilena, la rebelión popular contra el golpe boliviano, la rebelión popular que duró varios meses en Colombia; la revolución árabe de hace una década, que no ha sido apagada. La rebelión contra la brutalidad policial en Estados Unidos, seguida ahora por una ola de huelgas. La pandemia ha llevado la contradicción fundamental del capitalismo, la alienación social, a su punto mayor, la oposición entre la vida y la defensa del sistema social de explotación social y acumulación privada. Todos los regímenes políticos en América Latina están en una crisis completa; quienes quieren venir a rescatarlos son los que fracasaron con anterioridad. Por ejemplo, Lula, y Lula está preparando en Brasil un acuerdo con uno de los que derrocó a Dilma Rousseff y los diarios de Brasil saludan esto como una gran victoria republicana, la alianza de la izquierda y la derecha. Ayer el ganador de las elecciones chilenas, Boric, invitó a todo el arco político burgués a integrarse al gabinete. Naturalmente, el campo de la crisis se amplía de día en día.

La cuestión principal es siempre la presencia de una clase obrera actuando con conciencia de clase. Ahí es donde hay que apuntar. Tiene que estar dirigida a la construcción de la autonomía de la clase obrera, es decir el Congreso de trabajadores. En esta ocasión no sólo hay un gobierno peronista sino que la CGT es la columna vertebral del acuerdo con el FMI. Eso significa que es la columna vertebral del único plan, del único enfoque real que viene del capital internacional para enfrentar el derrumbe de Argentina. Probablemente ese plan acelere el derrumbe de Argentina, pero no hay otro hasta nuevo aviso. El gobierno nacional se encuentra completamente inmovilizado. Está dividido, tiene al Congreso en contra y el Poder Judicial le ha intervenido el Consejo de la Magistratura.

Esto es lo que hay que explicar a los trabajadores –la incacapacidad de gobernar de los de arriba crece, a la par de la miseria social. Un Congreso obrero es sólo el primer paso, los luchadores reuniéndose en plenarios y congresos; la organización de coordinadoras, de asambleas, de congresos regionales, de apoyo a las huelgas y medidas de lucha, apoyo a los trabajadores desocupados que participan del movimiento piquetero. Este movimiento está sujeto, por un lado, a la cooptación del gobierno y del Vaticano y a una intensa presión clientelar del Estado y, por el otro, a una falta de perspectiva política independiente.

La pandemia se ha injertado en un cuerpo social en descomposición, en un cuerpo político en descomposición, en una economía con graves contradicciones y perspectivas de más guerras.

Esta es la intensidad de la crisis actual. Naturalmente, no es una opinión compartida a nivel mundial por toda la izquierda. La izquierda democratizante, con una caracterización de tipo doméstica de la crisis, simplemente se ata a los hechos consumados y no ofrece una perspectiva revolucionaria. O no es claro que ´la nueva normalidad´, es decir, la apertura de actividades económicas en medio de la pandemia es el asesinato de la clase trabajadora. Porque incluso las vacunas, que constituyen un progreso pero en fase experimental y aprobación de emergencia, ahora resulta que cubren 4 meses, cubren 6 meses, se necesitan 4 dosis, 5 dosis, estamos en la quinta ola. Hay una pelea internacional por primar en la lucha económica de un país a otro en los abastecimientos necesarios como respiradores, provisión hasta de barbijos, de vacunas, abastecimiento de todo tipo. La pandemia ha agudizado la rivalidad intercapitalista cuando una pandemia, por definición, es un ataque de conjunto a la sociedad humana.

Este es nuestro balance. La historia no gira 360°, ni se repite. Es necesario intervenir en el proceso histórico de cambio. El Argentinazo abrió una ruta que muchos habían dado por clausurada en su décimo aniversario, vislumbrando una Argentina kirchnerista. Errado. Hoy, en el vigésimo aniversario, las perspectivas de otra crisis de mayor envergadura han vuelto a la agenda.

Muchísimas gracias.

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