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En el cuarto día del nuevo año, Mar del Plata fue escenario de una importante movilización contra la avanzada petrolera impulsada durante el gobierno de Mauricio Macri y seguida por el de los Fernández. El “Atlanticazo” se replicó en Plaza de Mayo, San Bernardo, Villa Gesell, Miramar, Quequén, Necochea, La Plata y Bahía Blanca, entre otras localidades de la provincia de Buenos Aires, y con una coordinación que se expresó en Neuquén, Tucumán, Usuahia y Misiones para exigir que se dé marcha atrás con la aprobación de la explotación petrolera en el Mar Argentino, y por una respuesta urgente ante los incendios que en estos días se esparcieron en 12 provincias.
Por otra parte, Mar del Plata comenzó el 2022 con record de turistas y de nuevos positivos de Covid-19. Por tercera jornada consecutiva se batió el récord de personas en tratamiento. En las últimas 24 horas y según estudios de laboratorio realizados entre el 23 de diciembre y el 3 de enero, se reportaron 986 nuevos contagios y casi 5.900 casos activos en la ciudad. La postal de enero es la pandemia fuera de control. Los rubros de hotelería y gastronomía están al borde del colapso por la expansión de los contagios entre sus trabajadores. En Pinamar, el promedio de positividad es del 70%.
Frente a la Rambla de Los Lobos, tuvo lugar una multitudinaria manifestación de vecinos auto-convocados, organizaciones ambientalistas, piqueteras y fuerzas políticas de izquierda para rechazar la exploración sísmica y la instalación de las plataformas petroleras en el mar argentino, que fue aprobada por el Frente de Todos el 30 de diciembre. El movimiento contra las petroleras, al igual que el “Chubutazo”, pone de relieve el choque de intereses y la división de la clase capitalista y sus partidos en torno a la cuestión, así como la tendencia a la rebelión popular contra los monopolios capitalistas y sus gobiernos.
El intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro (JxC), pese a pronunciarse contra la iniciativa, se apartó discretamente del reclamo. Ocurre que ello lo hubiera llevado a cuestionar en los hechos el similar proyecto promovido por Macri. Su oposición obedece, igual que el gobierno nacional, a la defensa de intereses económicos y políticos. De un lado, los recursos pesqueros y el negocio del turismo, hoy hackeado por los contagios por Covid; del otro, los intereses políticos: garantizar el recambio de la oposición de JxC en la provincia, la ventaja de la línea interna dentro la coalición radical-macrista y, por sobre todo, la gobernabilidad en la ciudad balnearia más importante del país, capital del desempleo y de la precarización laboral y con niveles de pobreza alarmantes.
Por el lado de los “nacionales y populares” la explotación petrolera off shore, la explotación minera y de otros recursos naturales, es el manotazo de ahogado de un gobierno que necesita "producir" dólares y pagar la deuda externa en un cuadro de miseria social histórico que pone en jaque su propia continuidad. La gobernabilidad que busca y necesita la burguesía, el capitalismo como régimen depredador; como “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Por otro lado, la crisis sanitaria en la ciudad ha puesto en tela de juicio la temporada turística. Testearse, aislarse, vacunarse es una odisea; una misión casi imposible en medio de la tercera ola. Con cerca de un millón de habitantes y cientos de miles de turistas, hay solo nueve centros públicos de testeo en Mar del Plata. Los dispositivos móviles dispuestos por la municipalidad son tres. A estos se suman tres puntos fijos y los tres dispuestos por la Región Sanitaria VIII. Las largas filas de hasta 600 metros y con 6 o 7 horas de espera en los móviles municipales, donde se realizan algo más de 150 hisopados en cada uno, llevó al hartazgo a la población local y visitante. Los trabajadores de la salud, superados ante semejante demanda, fueron agredidos e insultados. Hechos como los sucedidos el día 30 de diciembre volvieron a repetirse en el centro ubicado a metros de la Rambla el 4 de enero y fueron transmitidos en vivo para todo el país. Uno de los médicos municipales declaró: “No me dan las manos. Somos tres personas acá y estamos desde las 9 hasta las 17, uno hisopando y dos escribiendo”. A este ritmo frenético, precarizados y con riesgo de contagiarse ellos mismos y su entorno familiar, son los trabajadores de la salud quienes ponen la cara y el cuerpo ante la ira popular y el ajuste en curso sobre la salud pública que ejecutan el gobierno de los Fernández, el gobernador Kicillof y el intendente de JxC, Guillermo Montenegro.