Qué es el Chubutazo

Escribe Iván Marín

Tiempo de lectura: 10 minutos

El espectro del “Chubutazo” ha estado presente con habitualidad en la provincia desde 1990 ante cada crisis económica y social que tuvo como protagonistas a las masas. La caída del gobernador pejotista Néstor Perl en aquel año, producto de la movilización popular y las zancadillas del propio partido al que pertenecía, dejó sus huellas. Sin embargo, esa imagen fantasmagórica del “Chubutazo” durante las tres décadas posteriores no logró concretarse en una rebelión popular de envergadura que habilitara tal designación. Hizo falta que la provincia ingresase en la peor crisis económica de su corta historia para que comenzara a tomar forma corpórea. Las enormes movilizaciones de 2018 parieron a un monstruo grande que cada vez pisa más fuerte. El segundo Chubutazo puede entenderse al menos desde tres aspectos, interrelacionados entre sí: 1) como proceso; 2) como acontecimientos, es decir, levantamientos populares, de los cuales el más agudo por lejos fue el de diciembre último y 3) como orientación política, o sea, como perspectiva de intervención programática y estratégica.

Bancarrota del Estado y empobrecimiento de masas

Las condiciones materiales que dan origen al Chubutazo pueden rastrearse en la estructura productiva provincial caracterizada por una relativa industrialización de escaso valor agregado en los sectores más importantes: petróleo, pesca, lana y la producción de aluminio en ALUAR. Con lo que se conoció como “neoliberalismo”, se afectó a un sector de la industria que debía su existencia en la provincia a una política basada en subsidios y beneficios impositivos impulsada desde Nación hacia mediados de los sesenta y setenta, que sufrió un derrumbe en los años noventa y dos mil, en especial en el Valle Inferior del Río Chubut, en la que se destacó la rama textil. Una porción de esa población “sobrante” fue absorbida por el Estado, incrementando la masa laboral del sector, otra fue a engrosar la desocupación estructural. Con sus vaivenes varias generaciones, sobre todo en el conglomerado Trelew-Rawson, han sedimentado este panorama en el que la pauperización de las condiciones de vida ha ido creciendo, en especial en las últimas décadas, con altos índices de desocupación y precarización laboral.

Con la advertencia que hace Engels de que “una visión clara de conjunto sobre la historia económica de un periodo dado no puede conseguirse nunca en el momento mismo, sino sólo con posterioridad, después de haber reunido y tamizado los materiales” (1), podemos reconocer que este es el telón de fondo que explica la debilidad histórica del Estado provincial, al depender casi exclusivamente de las regalías petroleras y de la coparticipación federal de impuestos. La crisis económica mundial de 2007-2008 y la baja de los elevados precios del barril de petróleo que comenzó a registrarse al final de la primera década de este siglo, combinadas con la decisión del gobernador Mario das Neves de romper políticamente con el kirchnerismo en 2008-2009 para aventurarse en una tentativa presidencial que nació trunca, crearon las condiciones para comenzar una política de endeudamiento -en especial, con acreedores internacionales- en la que se ponía como garantía las regalías petroleras. Este endeudamiento prosiguió en la gestión de Martín Buzzi del Frente para la Victoria (2011-2015) y pegó un salto en el tercer mandato de Mario das Neves cuando tomó préstamos por 700 millones de dólares. De conjunto la provincia estaba endeudada por alrededor de 1100 millones de dólares. Ni bien falleció Das Neves (31/10/2017), su sucesor, Mariano Arcioni, tuvo que afrontar una situación compleja y comenzó por profundizar el ajuste que ya se venía llevando adelante en articulación con el gobierno nacional de Mauricio Macri, a la vez que empezó a reunirse en secreto con Pan American Silver, la empresa canadiense propietaria del Proyecto Navidad en la meseta, pese a que entre julio y octubre había centrado su campaña electoral al Congreso en un rechazo rotundo a la megaminería (http://prosaurgente.blogspot.com/2018/10/pan-american-silver-afirma-que-se-reune.html).

El Chubutazo como proceso

Se desprende de lo anterior que estamos ante un proceso de movilizaciones que lleva al menos cuatro años, el cual ya hemos periodizado en varias oportunidades al calor de los acontecimientos, por lo cual siempre se está sujeto a actualizaciones e incluso rectificaciones. A riesgo de simplificar, y para hacer la lectura más ligera, sintetizamos de la siguiente manera el proceso.

Una primera etapa de movilizaciones se abrió en febrero-marzo de 2018 contra el ajuste en el Estado en general, con especial énfasis en el rechazo al pago escalonado y la exigencia de recomposición salarial que comenzó con manifestaciones masivas en distintos puntos de Chubut y varias marchas provinciales a Casa de Gobierno, que fueron acompañadas por cortes de rutas y a partir de fines de mayo con varias ocupaciones de edificios públicos, entre las que se destacó la toma del Ministerio de Educación en Rawson. Esta etapa estuvo caracterizada por la proliferación de autoconvocatorias pero aun con cierta expectativas en las conducciones sindicales, materializada en la Mesa de Unidad Sindical (MUS), aunque con el pasar de las semanas los cuestionamientos a las prácticas burocráticas se hicieron sentir. Hubo, además, ciertas expresiones de coordinación, como la Asamblea Interhospitalaria de Cordillera. La etapa culminó con un triunfo parcial, ya que se obtuvo una recomposición salarial de acuerdo con el índice inflacionario pero se continuó con el pago escalonado.

La segunda etapa la registramos en el comienzo del segundo semestre de 2019 cuando el gobernador Arcioni, a los pocos días de ser electo junto a Ricardo Sastre al frente del Ejecutivo para un nuevo período, anunció la vuelta al pago escalonado, que se había regularizado dos meses antes de las elecciones. Esta vez el proceso contó con un mayor cuestionamiento a la MUS, la embrionaria coordinación de las bases estatales se desarrolló con más fuerza sin llegar a consolidarse, y hubo varias puebladas, que incluyeron algunos enfrentamientos con la policía y la quema de una parte de Legislatura y la puerta 2 de Casa de Gobierno, la noche en que fallecieron en un accidente automovilístico Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar, tras participar del primer Plenario Provincial de Delegados docentes que fue conquistado por las bases contra la negativa de la conducción de la ATECH, en manos de la lista Celeste, en ese momento. La etapa terminó con una derrota parcial debido a que se continuó con el pago escalonado pero con un costo muy alto para las burocracias sindicales y el régimen político en general, y además con el aliciente de una mayor coordinación de las bases.

El tercer capítulo llegó con Alberto Fernández y Cristina Fernández al frente del Ejecutivo Nacional en diciembre de 2019, cuando le exigieron a Arcioni una “reestructuración del Estado” y avanzar con la megaminería a cambio de ayuda económica. Las enormes movilizaciones impidieron que se pudiese tratar la zonificación minera en Legislatura e incluso desató una crisis importante al interior del oficialismo provincial, con la división del bloque de diputados a menos de 50 días de asumir. El gobierno tampoco logró la “reestructuración del Estado” pero sí el acompañamiento legislativo para la reestructuración de la deuda con los acreedores internacionales, que se deberá pagar hasta 2030. Continuó el pago escalonado durante casi todo 2020 y el cuasi congelamiento salarial hasta la actualidad.

La cuarta etapa avizoraba un escenario muy explosivo hacia finales de marzo por el reclamo salarial pero la cuarentena por el Covid-19 le puso un freno, que no impidió que las autoconvocatorias se siguieran desarrollando aunque con las limitaciones del caso debido a la pandemia. En mayo se produjo una movilización histórica en Trelew que reunió a trabajadores despedidos de la textil Sedamil, la pesquera FYR S.A. y estatales autoconvocados, en todos los casos sin la participación de las conducciones sindicales de los diversos sectores, más allá de que haya marchado algún dirigente. Por primera vez en décadas obreros industriales y estatales de la zona se unieron en una acción conjunta (https://politicaobrera.com/2326-un-balance-sobre-la-dura-derrota-en-sedamil-de-trelew). Sin embargo, con el transcurrir de las semanas y de los meses se ingresó en un relativo impasse debido al desgaste de 2 años de lucha, al rol de las burocracias sindicales y a los efectos de la pandemia, aunque nunca dejaron de desarrollarse movilizaciones.

A partir de noviembre de 2020 se llevaron adelante los intentos más serios del régimen político en este período para avanzar con la megaminería. Pero todos fueron derrotados con la movilización popular, que incluyó cortes rutas y además generó internas en el propio PJ-kirchnerismo, que en la provincia se manifestó formalmente en contra de esta orientación por el temor a que la rebelión desate un descontento generalizado y uniese la lucha ambiental con los reclamos salariales. “No a la megaminería y sí al ajuste”, fue la perspectiva estratégica de este sector y sus acólitos. Con el transcurrir de los meses otros sectores del PJ-kirchnerismo blanquearon sus posturas promineras. Este quinto capítulo se cerró aproximadamente a mediados o finales de mayo, luego de que la Legislatura rechazara el proyecto de ley de Iniciativa Popular presentado por la Unión de Asamblea de Comunidades de Chubut, con el respaldo de más de 30 mil firmas en plena pandemia. El sexto capítulo fue la mayor rebelión popular de la historia de la provincia vivida en diciembre último.

El Chubutazo como acontecimiento

A partir de todo lo relatado de lo vivido en los últimos años en la provincia, a nadie sorprendió que el tratamiento no previsto formalmente del proyecto de zonificación minera y su inmediata aprobación, sin debate alguno, desatase un levantamiento como el que ocurrió a partir del 15 de diciembre por la tarde noche. Nos hemos expresado en abundancia al respecto acá https://politicaobrera.com/6124-enorme-resistencia-en-las-calles-contra-la-represion-prominera-de-arcioni-sastre, acá https://politicaobrera.com/6142-a-20-anos-del-argentinazo-el-chubutazo, acá https://politicaobrera.com/6150-el-chubutazo-obliga-a-arcioni-a-derogar-la-zonificacion-minera y acá https://politicaobrera.com/6170-el-chubutazo-anticipa-un-escenario-explosivo-a-nivel-nacional.

En octubre de 2019 ensayamos una primera aproximación a una definición del Chubutazo como “un proceso abierto. Bautizado así por las propias masas que lo protagonizan, es evidente que aun no cobró la radicalidad de otros ´azosconocidos por la rica historia de luchas de las masas de nuestro país. Por lo pronto, podemos señalar que, al menos hasta ahora, el ´Chubutazo es la respuesta en las calles de los trabajadores estatales (pasivos y activos) y los estudiantes a los intentos de los gobiernos de Arcioni y Macri en descargar la crisis sobre sus espaldas” (http://prosaurgente.blogspot.com/2019/10/que-es-por-ahora-el-chubutazo.html). En ese entonces aun no estaba sobre la mesa un tratamiento inmediato de la minería. No cabe duda que el detonante de las jornadas de diciembre fue la cuestión minera pero la intervención de los pibes y pibas de las barriadas populares, de pueblos originarios y del movimiento obrero -que lo hizo de forma desorganizada el miércoles 15 y jueves 16, respectivamente-, se explica por la profunda crisis que atraviesa la provincia. Asistimos a una impugnación caótica y de conjunto al régimen político, con la quema de decenas de edificios de instituciones estatales, entre ellas, Casa de Gobierno, Legislatura y el Superior Tribunal de Justicia. El pueblo movilizado vio en esos destacamentos a los responsables de su precaria situación social. Al no resolverse esos problemas fundamentales, y ante la amenaza de dirimir la cuestión minera en un plebiscito provincial -repudiado en las calles-, es evidente que el Chubutazo sigue abierto.

El Chubutazo como orientación política

Como dijimos al comienzo, el “Chubutazo” como orientación política viene de vieja data en la provincia aunque las condiciones objetivas y subjetivas para su desarrollo han variado en estos años. Más allá del balance que se pueda hacer sobre los acontecimientos que le costó el puesto al gobernador Perl en 1990, es evidente que en el imaginario popular provincial la consigna del “Chubutazo” desde entonces implica una impugnación al gobierno de turno y, con ello, la pretensión de su caída por la movilización de las masas en las calles. En es marco, la intervención política de la izquierda que se pretenda revolucionaria debe acompañar esa perspectiva latente con un programa y una estrategia de independencia de clase, es decir, por una salida obrera y popular a la crisis. Es lo que se intentó Política Obrera con la consigna “Por un Chubutazo contra el ajuste y la megaminería” expresado durante todo este proceso en artículos, discursos, declaraciones, volantes y pintadas en la zona.

Balance y perspectivas del Chubutazo

La derogación de la zonificación minera en menos de una semana implicó un triunfazo para las masas movilizadas en la provincia y se convierte en un antecedente ante las negociaciones del gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional. La rebelión decembrista deja planteada la necesidad de reorganizar las fuerzas obreras a nivel provincial para afrontar la lucha en defensa de los salarios y demás conquistas. La convocatoria a un Congreso Obrero de ocupados y desocupados para deliberar un plan de lucha debe ser acercada al activismo, en especial a los protagonistas del Chubutazo. A la vez el régimen político comenzó una cacería contra los protagonistas de la rebelión, primero iniciando causas penales, e incluso despidos, tanto en la pesca, como contra quien escribe estas líneas, que fue despedido de diario El Chubut por movilizarse contra la zonificación minera. Las semanas de enero y febrero deben aprovecharse para poner en un lugar destacado la campaña por el desprocesamiento de los luchadores sociales, la reincorporación de Iván Marín a diario El Chubut, el tratamiento y aprobación de la Iniciativa Popular contra la megaminería y un Congreso Obrero que discuta una intervención y un programa de conjunto de salida a la crisis. Los trabajadores y el pueblo chubutense no se salvarán solos, dependerá de la articulación con el resto del país. Argentina ingresa en un escenario explosivo a partir del acuerdo con el FMI y el Chubutazo en curso ya sentó un precedente, con las limitaciones del caso hasta el momento señaladas más arriba, para enfrentar esta situación.

Notas

(1) Engels, Friedrich, Introducción a la Edición de 1995 de “Las luchas de clases en Francia, de 1848 a 1850", de Karl Marx, Ediciones Luxemburg, CABA, 2007, página 100.

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