9M

Escribe Olga Cristóbal

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El 9 de marzo fue una vigorosa demostración de fuerza del movimiento de mujeres en todo el país. En Buenos Aires fueron llegando hasta la Plaza de Mayo, Plaza Congreso, la 9 de Julio desde muy temprano, hasta convertirse en varias decenas de miles, mujeres de todas las edades, muchas muy jóvenes, sueltas, de a grupos, con sus madres, con sus hijas, con las compañeras de trabajo, con sus amigas. Las “sueltas” superaron ampliamente el número de mujeres organizadas en agrupaciones o partidos y le dieron su impronta a una jornada signada sobre todo por la denuncia de los femicidios y la exigencia de aborto legal.

Porque si un color vistió la multitudinaria marcha del 9M fue el verde del aborto legal, seguro y gratuito. La columna de la Campaña por el Aborto Legal, interminable, estaba formada por miles y miles de mujeres que no integran esa federación de grupos, pero le reconocen una tradición de lucha por el derecho más sentido en el movimiento de mujeres. “Aborto legal en el hospital”, “no a la objeción de conciencia”, “el proyecto está en las calles”, Aborto legal Ya! Fuera la Iglesia! Separación de la Iglesia y el Estado!, rezaban las pancartas, muchas manuscritas o fotocopiadas.

La otra gran exigencia fue terminar con la violencia, la denuncia de los femicidios (uno cada 13 horas en marzo). Horas antes había aparecido el cadáver de Fátima Acevedo, la joven asesinada en Paraná. Fátima apeló a todos los resortes del Estado, había denunciado seis veces a su ex marido, en la policía y en el juzgado, tenía un botón antipánico, vivía en la Casa de la Mujer, pero él la mató igual. Y aunque hubo performances y actividades artísticas que apuntaron exclusivamente a la responsabilidad masculina -“el violador eres tú”- también resonó la consigna histórica “El Estado es responsable”.

El reclamo de educación sexual laica, científica, la exigencia de la ESI sin injerencia clerical, estuvo tatuada en las pancartas, en la frente, en la panza, de miles de jovencitas. Contra el acoso, contra el abuso, contra la violación, contra la violencia sexual. Apuntaron, a su manera, contra el Estado: “Me cuidan mis amigXs, no la policía”.

Los derechos de la disidencia sexual, la denuncia de la persecución policial a migrantes y los crímenes contra travestis y lesbianas -el reclamo de desprocesamiento de Higui, entre otros- también estuvieron presentes. En muchas columnas estas demandas se mezclaban con el reclamo del derecho a la salud y a la vivienda; y a guarderías, jardines de infancia, vacantes en la escuela pública que hagan más sencillo el trabajo fuera del hogar. Otros carteles pedían igual salario por igual tarea, “igualdad laboral”, el desabastecimiento de los comedores, la falta de trabajo, la precarización. “Contra el imperialismo”, “no al pago de la deuda”, “no al FMI”, solidaridad con la rebelión en Chile, abajo el golpe en Bolivia.

La movilización de las protagonistas de las enormes movilizaciones que llevan esas banderas en los últimos cuatro años desplegó como un enorme palimpsesto la magnitud de los agravios y las reivindicaciones del movimiento en pancartas y banderas firmadas muchas veces por pequeñas agrupaciones de disidencias, laborales, estudiantiles, de arte.

Otro aspecto relevante fue la cantidad de mujeres que venían con sus parejas, sus hijos, sus padres, sus amigos, sus compañeros de trabajo o de militancia. Esto significa una derrota objetiva a la campaña separatista fogoneada por corrientes feministas y disidentes que se escandalizan con los “varones cis” pero no le hacen asco a votar a agentes de clero recontra cis como Manzur o los Cafiero.

En ese contexto multitudinario, sobre un escenario de lujo, treinta mujeres -de organizaciones K, filo K, Poder Popular, y algunas del FITU- leyeron fragmentos de un documento que circuló restringidamente, que no se sometió a debate en ninguna asamblea ni lugar de estudio ni de trabajo y fue cocinado por fuera de las asambleas organizadoras del 8M entre el Ni Una Menos, Poder Popular y el FITU. El documento refleja esta componenda -basada en la exigencia de no criticar al gobierno- y está largamente a la derecha de la creación genuina que sucedió abajo del escenario.

La columna del Plenario de Trabajadora en la Tendencia del Partido Obrero sumó medio millar de compañeras y compañeros que marchamos de forma independiente no solo de las variantes patronales sino de las componendas que trocaron un lugar en el escenario a cambio de evitar la menor crítica a los Fernández, más precisamente de apoyar su consigna de fondo: “Desendeudadas nos queremos. Hemos librado una lucha política en las asambleas y en los lugares de trabajo para que el programa del 8 y 9 expresara la independencia del movimiento de mujeres frente al Estado y enlazara nuestra lucha con las tendencias a la rebelión popular.

Las organizaciones cooptadas por el gobierno de los Fernández no pudieron remolcar a la movilización a su propósito original, que era convertirlo en un acto más o menos explícito de apoyo al gobierno y a las ministras “feministas” de un gobierno comprometido a cumplir con las exigencias del FMI y a pagar la deuda.

Se avecinan grandes jornadas en defensa del aborto legal sin cortapisas y de las condiciones de vida de las trabajadoras y sus familias.

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