Iglesia: una nueva denuncia de encubrimiento de abusos sexuales en España y Argentina

Escribe Joaquín Antúnez

Tiempo de lectura: 2 minutos

En el diario Clarín (4/2) la periodista Mariana Iglesias da cuenta de una investigación iniciada en 2018 por “El País” de España. El informe relata más de 251 casos de abuso sexual en la Iglesia entre 1943 y 2018. A esto debe sumarse un registro de los diversos casos que constan en el archivo de ese diario, ascendiendo la suma a 602 - uno por cada acusado - y un total de 1237 víctimas.

La cúpula de la iglesia se ha negado, por supuesto, a desarrollar cualquier investigación. Se podría decir que entiende a la pedofilia y a la violación como al celibato – como indisoluble del régimen eclesiástico. Desde la presentación del informe periodístico en diciembre pasado, “solo cinco de las 31 diócesis afectadas por estos casos se han dirigido a EL PAÍS para pedir ponerse en contacto con los denunciantes” (11/01). La “obligatoriedad de investigar las acusaciones de abuso sexual” contra integrantes de la iglesia, que ha declarado el Vaticano, ha existido toda la vida, en el entendimiento de que debe ser secreta y sometida a la jerarquía episcopal. ¿Podría haber sido o ser de otro modo? El celibato es el modo de preservación de la fabulosa propiedad colectiva de la Iglesia, aprovechada por su jerarquía. La Iglesia ha pasado del feudalismo al capitalismo con mayor éxito que el stalinismo, porque se integró a la propiedad privada de mercado sin tener que desmantelar su enorme emporio propietario. Incluso ampliándolo. Ha creado numerosísimas corporaciones capitalistas que se encuentran supervisadas por el Tesoro del Vaticano.

El Papa Francisco, como corresponde, designó como “supervisora” de todo el procedimiento a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la vieja Inquisición ‘aggiornada’. Aunque según sus propias normas la investigación no debería durar más de 90 días, la CEE ha dejado pasar ya tranquilamente 45 días, o mejor, trabajado febrilmente en ella, para borrar huellas, ‘persuadir’ personas y familias agraviadas, y evitar un trámite sumarísimo en la justicia civil. Todo bajo la mirada paternal y condescendiente del Vaticano.

Mariana Iglesias destaca que el propio Francisco se encuentra involucrado, junto con toda la alta jerarquía de la Iglesia, en las denuncias de encubrimiento y apañamiento de casos de violación y abuso sexual. Señala que, en 2020, un argentino, Sergio Decuyper, denunció en la sede vaticana al Papa por encubrimiento de su abusador. Luego que Sergio detallara personalmente a Francisco su caso, éste le pidió perdonar a su abusador e ir a terapia (Clarín, 4/2). El psicoanálisis ha pasado de herejía a cura milagrosa.

En 2021 una docena de obispos argentinos fue denunciada por encubrimiento de diversos abusos sexuales en el interior del país, entre los que se encontraban viejos colegas del entonces obispo Bergoglio.

Es necesario un movimiento popular por la justicia a lo/as jóvenes abusado/as y por la confiscación de la propiedad clerical, la base de existencia histórica de la Iglesia.

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