La movilización contra el FMI: conclusiones, perspectivas

Escribe Comité Editorial

Editorial de Política Obrera impresa N° 37.

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La marcha protagonizada por la izquierda, sindicatos combativos y organizaciones piqueteras en la tarde de este martes, fue la primera manifestación masiva de rechazo al ‘entendimiento’ con el FMI que suscribió el gobierno a fines de enero, con el pretexto de evitar, dijo, “una corrida cambiaria”. Además de colmar la Plaza de Mayo y los alrededores, hubo marchas en las principales ciudades del país. La marcha en CABA reunió a organizaciones ambientalistas, a los partidos del FIT-U, a la Autoconvocatoria por la Deuda, Política Obrera, el Frente de Organizaciones en Lucha, el nuevo MAS y diferentes sindicatos y organizaciones antiburocráticas, como el SUTNA, la Unión Ferroviaria del Sarmiento y la AGD; entre otras. Se sumaron Barrios de Pie-Libres del Sur, de la fracción que lidera Tumini, y la CTA Autónoma, que anunció su participación horas antes de que se concretara la marcha.

Al igual que el 11 de diciembre pasado, la masa de la movilización correspondió a las organizaciones piqueteras, tanto de las que se reivindican clasistas como de las ‘autogestionarias’. Además de los sindicatos que adhirieron, se hicieron presentes activistas del subte, telefónicos, comercio y docentes. Hubo una presencia no cuantificada de simpatizantes del kirchnerismo, pero no concurrieron las organizaciones del kirchnerismo que disienten con el ‘entendimiento’ celebrado con el FMI, ni las organizaciones de la Utep.

El documento leído desde el palco de la Plaza abunda en denuncias contra el FMI y es largamente detallista de diversas circunstancias que descalifican cualquier acuerdo con el Fondo, así como el pago de la deuda externa. Evita, sin embargo, con bastante tenacidad, proponer un plan de lucha para movilizar a los trabajadores de la industria, el comercio y el agro, y para organizar una intervención política autónoma de la clase obrera. Los partidos del FIT-U, arquitectos principales del texto, creen que esa intervención política autónoma se encuentra asegurada por el propio FIT-U. La convocatoria a la marcha encierra esta contradicción política. De nuestra parte, impulsamos las movilizaciones, para que su masividad desarrolle la conciencia colectiva y sea un ariete para la intervención política autónoma de la clase obrera –como ocurriría con plenarios de bases y un Congreso Obrero.

El documento coloca a la cuestión de la deuda externa en una perspectiva singular; por un lado, la califica como “odiosa, ilegítima”, en línea con una descalificación jurídica, y por el otro como un “ataque a la soberanía”, en una onda nacionalista. Ambas caracterizaciones no aluden al carácter de clase de los planes fondomonetaristas, que es la verdadera razón por la que cuentan con el apoyo de la burguesía nacional y de los gobiernos ‘nacionales y populares’. Las patronales nativas prefieren hacer frente a un aumento de costos, como consecuencia de los tarifazos, si ello les abre las puertas de la financiación internacional de las importaciones que requiere la industria para sostener la ‘recuperación económica’. Los créditos que, según se dice, ha prometido China, se encuentran condicionados a un acuerdo con el FMI (ni hablar de los que tienen en cartera el Banco Mundial o el Interamericano), no ya sólo a un ‘entendimiento’. La cuenta del acuerdo la pagará la clase obrera y una parte de los productores pequeños. El ‘éxito’ de esta operación reforzará la tendencia a la superexplotación de los trabajadores a nivel internacional. Es bien sabido, además, que la mitad de la deuda pública y semi-pública -del orden de los 400 mil millones de dólares- se encuentra en poder de la burguesía nacional.

El documento denuncia el modelo “extractivista” y no el capitalismo, como si el capital no fuera un régimen de extracción de valor de los trabajadores y de la naturaleza o el medio ambiente en general. La transformación de la energía humana y ambiental en valor es lo que caracteriza precisamente al capitalismo. El capitalismo advierte con retraso o tardíamente su labor destructiva, cuando se presentan las crisis, las hambrunas y las catástrofes climáticas. A partir de esto, la lucha contra el FMI y contra el acuerdo con el FMI es usada para producir una adaptación política al régimen capitalista, ‘extractor’ de la energía humana y natural, que aparece como plusvalía.

Otra contradicción del texto leído en la culminación de la marcha es que, por un lado, señala el “apoyo expreso” de la CGT al acuerdo, y enseguida llama a las burocracias a “romper con el gobierno y votar un plan de lucha”. Este planteo convierte a la convocatoria a la marcha en una acción declarativa. En ese caso debió movilizar hacia la sede de la CGT, para funcionar como una asamblea; si lo hace frente a la sede del poder político debe culminar con una línea de acción, con un plan de lucha. Ocurre que el “apoyo expreso” de la CGT al acuerdo con el FMI no pasa de un eufemismo. Ese “apoyo” expresa la decisión de la burocracia de dar pelea por la aprobación del acuerdo, fundamentalmente, claro, en el movimiento obrero, porque su propia posición social depende del fortalecimiento de la ‘gobernabilidad’ capitalista. Sólo si la clase obrera derrota el acuerdo o lo pone en una crisis terminal, la burocracia cambiará de campo para estrangular a la clase obrera con la clásica línea de paros aislados.

Nuestra intervención

“Política Obrera”, que ingresó en la Plaza de Mayo por la diagonal Sur, reunió a más de 4.000 compañeros, con una importante presencia del Polo Tendencia, delegaciones obreras y de la juventud. Nuestra participación se replicó en Tucumán –con la columna más numerosa de la concentración-, Salta, Jujuy, Córdoba y Chubut, entre otras ciudades. Al periodismo le llamó la atención nuestra consigna de “Huelga General”, por la sencilla razón de que sabe bien que la huelga general es una alternativa a la conmoción que provocarán los ajustes acordados con el FMI. En la intervención con la que cerramos nuestra participación en la marcha, señalamos que la devaluación, tarifazos, recesión económica, plantean una lucha de carácter general. Una huelga general revestiría, por su propia naturaleza, un carácter político. Es el camino que han recorrido (y no han concluido) las grandes rebeliones continentales de este periodo –Colombia, Chile, Paraguay, Ecuador.

Con esta perspectiva encaramos la lucha presente.

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