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El ´interbloque´ de diputados nacionales del FITU realizó, con gran pompa, una audiencia pública en el Congreso “contra el acuerdo con el FMI”.
Los invitados a exponer fueron economistas y representantes de la centroizquierda internacional. Participaron, efectivamente, el belga Éric Toussaint, del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM); Claudio Katz (Economistas de Izquierda), Beverly Keen (Diálogo 2000) y el historiador y especialista en derecho internacional Alejandro Olmos Gaona. También habían sido convidados Julio Gambina, Eduardo Lucita y la economista feminista Candelaria Botto. Fue notoria, en cambio, la completa ausencia de representantes del movimiento obrero y de la IV Internacional. La ´audiencia´ tuvo el propósito de sellar la aproximación del FITU a las corrientes que recorren el globo para difundir un encuadre ´jurídico´ de la deuda pública. Dado el crecimiento fenomenal de las deudas públicas locales (en moneda distinta al dólar), la etiqueta de externa reduce en forma extrema el alcance del hipotecamiento financiero de los Estados al capital internacional.
“Esta audiencia pública, con invitados e invitadas tan destacados la realizamos en este marco y con el objetivo de sumar al objetivo de poner en pie un gran movimiento de resistencia al pacto y al ajuste, para que una vez más la deuda de los capitalistas no la pague el pueblo trabajador”, reza la gacetilla firmada por Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca y Romina del Plá. Ese movimiento de resistencia, encabezado por las visitas, existe desde hace largo tiempo, sin que por eso el pueblo trabajador haya dejado de ser la víctima fundamental de la usura financiera. La denuncia de la deuda por los pasillos institucionales no ha servido un comino, pero ha operado como un factor de desmovilización política, porque no pone el acento en la necesidad de profundizar la lucha de clases. El cabildeo en los anexos del Congreso, como se vio en la audiencia, no abordó en ningún momento la crisis de poder que se está desarrollando en Argentina, de modo que deja pasar la coyuntura para arremeter contra el FMI con un planteo de poder antagónico al régimen capitalista. Formar un “movimiento de resistencia” con corrientes propagandísticas o incluso parlanchinas, o sea, sin contenido de masas, no añade un gramo al peso de la ´resistencia´ y vacía ideológicamente los planteos socialistas y revolucionarios. Sólo para dejar constancia, la mayoría de los asistentes han sido agentes de viaje del chavismo durante más de una década, para terminar encontrándose con la dolarización de Venezuela y la privatización del petróleo.
La iniciativa de la audiencia se estructuró, según los convocantes, en torno a la presencia de Toussaint, un visitante frecuente. Toussaint promueve una querella en los tribunales internacionales en base al concepto de ´deuda odiosa´ e ilegal, por no haber sido aprobada oportunamente por el parlamento argentino. Pues bien, en esto han ganado: el Congreso nacional acaba de aprobar el acuerdo con el FMI, sin la expectativa de que la Corte declare ilegal la ley respectiva. Toussaint le reprocha al gobierno de los Fernández que, en 2019, “podría haber suspendido los pagos y haber lanzado una auditoría para conocer los tramos ilegales de la deuda”. En un reportaje publicado en Periodismo de Izquierda -el portal del MST-, Toussaint afirma que la suspensión del pago de la deuda con el FMI, “en lugar de provocar un efecto de cerrar las demás opciones, las abre. Porque vendrán inversionistas diciendo que en ese país el peso de su deuda y de los pagos ha disminuido, está en mejor condición e invertirá dinero” (13/3). Esta observación convierte a Toussaint en un inesperado asesor de empresas, aunque difícilmente convenza a alguna patronal de invertir en un país que ha procedido a una confiscación temporal (“suspensión”) de la propiedad mobiliaria.
En la audiencia del FITU, Toussaint sostuvo algo bizarro. Dijo que, a diferencia de los acreedores privados, el FMI “dicta condiciones”, olvidándose de añadir que dicta las condiciones que le impone el capital privado. Es que, en definitiva, el propósito del acuerdo es elevar la cotización de mercado de la deuda privada.
La deuda con el Fondo -45 mil millones de dólares- representa, sin embargo, una porción menor de la deuda pública de Argentina y con la deuda privada con el exterior bordea los 450 mil millones de dólares. Los bonistas privados son quienes impusieron, precisamente, la apelación al FMI, con la expectativa de remontar el precio de sus bonos, que actualmente cotizan en el mercado al 30 % de su valor nominal. Otros fondos internacionales -Pimco y BlackRock-, impusieron también sus condiciones al gobierno Fernández, como el derecho a reconvertir sus bonos en pesos a bonos en dólares al tipo de cambio oficial. Toussaint también le reprocha al gobierno FF no haber aprovechado la pandemia para esgrimir razones de fuerza mayor para suspender el pago de la deuda. Pero eso fue lo que hicieron Macri y Fernández cuando ´reperfilaron´ los vencimientos de la deuda, ya que al final de cuentas una suspensión de pago no es otra cosa que un refinanciamiento compulsivo. Pero la clase obrera no tiene necesidad de quejosos retroactivos, para eso abundan macristas, por un lado, y cristinistas, por otro, sino un plan político de clase. Las alternativas jurídicas y fiscales propuestas por Toussaint se enmarcan en los límites del capitalismo, para lo cual señaló la conveniencia de la ´ampliación´ del movimiento de la izquierda hacia el kirchnerismo. Al día siguiente, Toussaint se fotografió con legisladores de La Cámpora o ligados a los K, en el despacho del senador Oscar Parrilli. La audiencia del trotskismo sirvió de tribuna al kirchnerismo. En la prensa del FITU, esta conclusión elemental brilla por su ausencia.
Toussaint y Olmos Gaona fueron asesores de Rafael Correa y auditaron la deuda de Ecuador. Según dice Toussaint, la experiencia fue exitosa porque finalmente el gobierno de Correa recompró deuda pública al 35% de su valor. Además de no señalar cuál era el valor de mercado de aquella deuda, para saber si compró caro o barato, tampoco dice de dónde sacó Correa la plata para hacerlo. Si obtuvo financiamiento de China, que pasó enseguida a ser el acreedor principal de Ecuador, lo que resulta es que habría deudas menos odiosas que otras. Tampoco dice que Correa mantuvo la dolarización de la economía, lo que opera para valorizar las deudas contraídas. Si de ´soberanía´ se trata, la economía ecuatoriana se mantuvo dolarizada durante la gestión de Correa. El endeudamiento, con relación a las exportaciones, creció exponencialmente, como resultado de la caída del precio del petróleo. Sumada las deudas interna y externa, Ecuador debe más de 55 mil millones de dólares, a una tasa exorbitante del 10%.
Para Claudio Katz, a su turno, las medidas de ´austeridad´ comprometidas con el Fondo desperdiciaron la “oportunidad” para “desarrollar un gran crecimiento con redistribución de ingresos” y “reducción de la desigualdad”. Coincidió con Toussaint en que Argentina debía aprovechar el “choque interimperialista”, sin mentar que China le dijo cien veces a Argentina que tiene que cerrar un acuerdo con el FMI; cuando el gobierno de AF exploró la posibilidad de activar un swap con China, el gobierno de Xi Jinping puso como condición previa el arreglo con el Fondo. Aprovechar un “choque interimperialista”, en el cuadro de la guerra mundial no declarada que se desarrolla en la actualidad, significa tomar partido por uno de los bandidos en disputa, y combatir la transformación de este choque en una crisis revolucionaria y la derrota de las potencias capitalistas en su conjunto. Es lamentable que la audiencia haya servido para ventilar una posición favorable a la guerra y una oportunidad para aprovecharla. Nadie dijo nada, ni siquiera en los casos del PTS y de IS, que defienden la ´independencia nacional´ de Zelensky, o sea, de la OTAN, en oposición a los rusos y chinos que defiende Claudio Katz.
Los oradores de los partidos del FITU no aportaron al debate mayor claridad, sólo una sarta de lugares comunes. El MST y el PTS reivindicaron las posiciones de Toussaint como propias. Para el PTS, “Éric Toussaint demostró que el gobierno legitimó una deuda odiosa e ilegal” (LID, 14/3). Para Izquierda Socialista, “a pesar de las diferencias en relación al trato de la deuda, ya que Toussaint y las organizaciones de las cuales él participa, proponen la auditoría de la deuda como paso previo al desconocimiento de la misma, saludamos su visita y consideramos de importancia la contribución que pueda hacer para avanzar en la lucha contra el flagelo que constituye la deuda para los trabajadores y sectores populares” (IS, 9/3). Del “flagelo” del capitalismo, con su ´nueva normalidad´ pandémica y la guerra, ni una palabra. Sin embargo, de acuerdo a Juan Carlos Giordano, “la rebelión popular de 2001 impuso el no pago” (en referencia a la cesación de pagos declarada por Rodríguez Saá). Abogado de profesión, Giordano no dice una palabra de la confiscación de ahorros e ingresos, y hasta se olvida de que el default fue reclamado con reiteración por el FMI.
El aparato del PO, en el caso de Gabriel Solano, casi en el cierre de la actividad, destacó su coincidencia con “la mayor parte (sic) de lo que se dijo acá”. Anunció que la lucha contra la deuda “es inseparable de la lucha contra el capitalismo” y plantea “el gobierno de trabajadores”. Pero “la mayor parte de lo que se dijo acá” va en dirección opuesta al gobierno de trabajadores. Este colofón de la audiencia, a la Groucho Marx (tengo principios para todos los gustos), es típica de los métodos empleados por el aparato del PO en la crisis de la organización.
El interés del FIT-U por mimetizarse con el centroizquierdismo, en lugar de una necesaria y fundamental delimitación política, ha caracterizado en todos los tiempos a la tendencia a la colaboración de clases y al frentismo pluriclasista conocido como “frente popular”.