Masacres en Bucha

Escribe Leib Erlej

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La localidad de Bucha, prácticamente un suburbio al noroeste de Kiev, ha sido convertida en la gigantesca escena de un crimen de guerra.

El 1ro de abril pasado, luego de que fuerzas ucranianas ingresaron a Bucha, comenzaron a hacerse públicas imágenes y filmaciones que describen una masacre de civiles. Los rusos habían evacuado el poblado dos días antes, el 30 de marzo. Al día siguiente, el intendente local daba la noticia de que Bucha estaba completamente en manos ucranianas, pero no mencionó lo que se comunicó luego.

Se estima que entre 300 y 400 personas han sido asesinadas. Por un lado, hay decenas de cuerpos encontrados tirados en las calles, algunos maniatados pero expuestos al fin y al cabo. Por otro lado, cuerpos que los perpetradores han intentado ocultar, semienterrados, en sótanos e incluso en alcantarillas. El primer grupo de muertos puede ser atribuible al desarrollo de los combates, ya que Bucha fue escenario de intercambio de fuego de artillería entre rusos y ucranianos diariamente, durante varios días. Pero el segundo grupo indica una acción planificada, preparada y colectiva, no improvisada. De conjunto, es una escena dantesca.

Hay numerosos indicios y testimonios que apuntan a que efectivamente fueron tropas rusas las que llevaron a cabo esta matanza. De acuerdo al gobierno ucraniano, durante un mes Bucha estuvo ocupada por la Sexagésima Cuarta Brigada de Rifles Motorizados [1], perteneciente al Trigésimo Quinto Ejército de Armas Combinadas, que está centralizado por el Distrito Militar Oriental. De entre todos los Distritos Militares rusos, se considera al oriental como el peor entrenado y equipado, debido a que es una zona usualmente de baja prioridad. Las tropas del DMO habían sido desplegadas en Bielorrusia durante enero y febrero pasados, como parte de los preparativos de la invasión a Ucrania. Durante su estadía allí surgieron reportes que pintan a una fuerza de baja moral y disciplina, por ejemplo, que vendían sus provisiones de combustible, tanto por parte de soldados como de oficiales, a cambio de vodka y realizaba otro tipo de desmanes (The Guardian, 23/2).

Una vez comenzada la guerra, las unidades del Trigésimo Quinto Ejército fueron empleadas en la ofensiva hacia Kiev desde el Noroeste, bajando desde la dirección de Chernobyl. Durante su lento avance para rodear a Kiev sufrieron enormes pérdidas, quizás las peores tasas de mortalidad entre las fuerzas rusas. El avance fue detenido, justo fuera de Bucha, desde donde no pudieron avanzar (a excepción de la localidad colindante de Irpin). Pasaron casi todo el mes pasado sosteniendo un combate muy intenso contra los ucranianos que presionaban para recuperar ese terreno perdido. Desde fuentes occidentales se corrió la versión de que tropas del DMO, en estado de virtual amotinamiento por la cantidad de muertes sufridas, intentaron matar a un coronel de su misma unidad (The Guardian, 25/3). Por otro lado, los residentes de Bucha relatan malos tratos por parte de las tropas rusas. Llamativamente, desde la región cercana a Kiev los rusos nunca publicaron videos mostrando entregas de ayuda humanitaria o buen trato de los soldados con los civiles, como sí publicaron desde todos los otros frentes de combate. En su repliegue hacia Bielorrusia, las tropas desplegadas en esta zona no recogieron los cadáveres de sus compañeros caídos. Todos estos indicios, no son evidencia, pero pueden configurar un perfil de soldados capaces de masacrar civiles en un acto de revanchismo, incluso sin recibir órdenes para ello.

Un cable de The New York Times, que publica hoy Clarín (5/4), da un versión alternativa. “Las tropas rusas también sufrieron terribles bajas ese primer día (de invasión, 27/2). Una vía prinicipal de Bucha, Vokzalnaya, o Station Street, estaba intransitable el domingo, llena de tanques y vehículos rusos destruidos, cables caídos y escombros quemados, Decenas de soldados rusos murieron cuando la columna de tanques rusos fue atacada por un dron. Varias de las casas a un lado de la calle se incendiaron. Los militares sobrevivientes escaparon a esas viviendas. Dos cuerpos en el jardín de una casa calle arriba con disparos en la cabeza probablemente eran de soldaros rusos, dijo Konstyantin Momotov. Se habían despojado de uniformes y botas del ejército (…) y se habían puesto ropas civiles posiblemente para evitar ser capturados (…) Después de ese ataque con drones, pasó una semana antes de que los refuerzos rusos llegaran el 4 de marzo y tomaran el control de Bucha. Después de eso, los rusos estacionaron sus tanques en las intersecciones principales y registraron las casas (...). Más adelante... la policía había sacado ese mismo día el cuerpo de un soldado ruso, con la cara y el uniforme quemados, de la torreta de un tanque volado”.

Todo militar encuentra motivos para justificar las masacres recíprocas en el campo de la guerra. Más si en el terreno actúan milicias nazis, como el ucraniano Batallón Azov, y bandas mercenarias, como la agrupación Wagner, a sueldo del gobierno de Rusia.

La masacre de Bucha ya está siendo explotada por Ucrania y la OTAN para una escalada en la guerra. Diferentes países de la OTAN llevan semanas declarando su disposición a intervenir en forma más directa. De manera paralela los ucranianos piden desesperados que la OTAN pase a derribar aviones rusos en su espacio aéreo. Por el momento, la escalada de la OTAN prosigue en el terreno económico y diplomático y en la provisión de más y mejores armas y mayor entrenamiento a las fuerzas y milicias ucraninas.

Biden ha reclamado juzgar a Putin por crímenes de guerra y lo descalificó como un “ser brutal”. Pide, además, echarlo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y del G--20. Es claro que el imperialismo norteamericano quiere “llevar la guerra a Moscú”, es decir, propiciar un cambio de régimen en Rusia. Esta guerra es la expresión extrema de la reconfiguración del orden geopolítico del Este europeo hasta Asia, modelada por el imperialismo norteamericano. Para un observador yanqui interesado, Thomas Friedman, que a veces finge de crítico, “Ucrania es la primera guerra mundial real”. “Si bien la batalla sobre el terreno que desencadenó World War Wired [cableada] es aparentemente sobre quién debe controlar Ucrania, no se deje engañar. Esto se ha convertido rápidamente en “la gran batalla” entre los dos sistemas políticos más dominantes en el mundo actual: libre mercado, “democracia del estado de derecho versus cleptocracia autoritaria” (Clarín, 5/4). Esta definición -la confrontación de “dos modelos”- incluye a China, considerada por los medios norteamericanos un semialiado de Putin. Otro analista del mismo diario habla de “una guerra para salvar a los 27 países de la Unión Europea de las garras de la dependencia energética que los obliga a girar todos los días mil millones de euros a Moscú para pagar los abastecimientos de gas”.

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