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En los últimos días fueron noticia las internas de diversas barras bravas del fútbol argentino, teniendo foco en la guerra en las tribunas de Colón de Santa Fe, Independiente y River. La detención de 250 hinchas de River poco antes del comienzo de la contienda con Argentino Jrs. el fin de semana pasado ocupó la tapa de los diarios de todo el país.
Los conflictos en los estadios y sus adyacencias cómo también en los barrios dónde pertenecen las facciones van en escalada en todo sentido. La disputa por el mando de las tribunas esconde el control de cajas millonarias vinculadas a la venta de la ropa alternativa (no oficial) de los clubes, los puestos de venta de bebidas y comidas, los cuida coches y la re-venta de entrada en los partidos. También está en disputa la jugosa caja que dejan los “favores” a políticos y los trabajos en las campañas electorales, cómo los cargos en diversas áreas del estado, principalmente en municipios.
El programa “tribunas seguras” se basa en un sistema que agrupa un listado de hinchas que no pueden ingresar al estadio por estar vinculados a las barras o hechos de violencia en espectáculos deportivos, pero es cartón pintado. Al igual que el re-empadronamiento de los clubes a sus socios, es violado fecha tras fecha por los barras a los cuales se aplica el “derecho de admisión”, no sólo por la precariedad del sistema -una app en el celular de un cordón de policías al ingreso de las canchas que mediante número de DNI chequean si está autorizado o no a ingresar-, sino porque ese control lo efectúa la policía local y las dirigencias de los clubes, cómplices de todas las barrabravas del fútbol argentino.
La reciente detención de más de 250 personas al ingreso del estadio Monumental, antes del partido de River con Argentinos Jrs. por la aplicación de este sistema no responde lo que pasa de forma cotidiana cada semana en los ingresos a las canchas. La banda de Caverna Godoy y los hermanos Ferrares está siendo perseguida hace un tiempo mientras, paralelamente, se le habilita el ingreso a la barra disidente llamada “los del oeste” que ya tiene el control de la cabecera centenario alta en la cancha de River. Estas acciones de la policía y la justicia parecen responder más a procurar “una transición ordenada” en el cambio de mando que la erradicación de la barra brava.
Las disputas en las tribunas tienen lugar en el año dónde se jugará el mundial en Qatar. Preocupa a estas bandas el financiemiento de los viajes, y esto alimenta la necesidad de las partes disidentes en ganar terreno para conseguir mayores beneficios. Sin duda que la fractura del Frente de Todos también divide las aguas entre las facciones que responden a distintos sectores del peronismo.
La sumatoria de enfriamientos que suceden en las canchas de Argentina tiene el factor común de la impunidad, las barras mantienen vínculos estrechos con los gobiernos, la policía y distintas burocracias sindicales (a la cabeza de la patota de Pedraza que asesinó a Mariano Ferreyra iban tribuneros profesionales), gozan de protección y se les liberan las zonas para llevar adelante todo tipo de negocios, incluido por supuesto el narco tráfico. La erradicación de las barras de las canchas no va a ser posible dentro de los límites de este régimen que, en su descomposición, se apoya aún más en estas organizaciones, no solo para lucrar sino para utilizarlos como grupos de choque en las internas políticas y campañas. El rechazo enérgico de todos los hinchas genuinos debe apuntar directamente a los gobiernos, sus ministros y responsables de la seguridad cómplices, cómo así también contra la policía y los jueces que los protegen, y las dirigencias de los clubes que les abren las puertas y facilitan entradas.
No más barras en el futbol, control de los clubes y su seguridad por parte de los socios e hinchas.