“No digas gay”: la ofensiva republicana contra la educación sexual en EEUU

Escribe Olga Cristóbal

Tiempo de lectura: 4 minutos

Los republicanos de Estados Unidos avanzan contra las libertades democráticas más elementales en el ámbito educativo. En nombre del derecho de las familias a decidir la educación de sus hijos -en la mayoría de las escuelas se enseña que Dios creó el mundo en 6 días- impulsan y aprueban leyes que prohíben que la escuela trabaje temas como la migración sexual, el aborto, la inmigración, el racismo o la esclavitud. Los docentes que no obedecen pueden ser despedidos y las escuelas perder el financiamiento.

No digas gay

Los republicanos no quieren abolir la educación sexual: quieren inculcar sus patrañas, una sexualidad biológica, heterosexual y exclusivamente procreativa. El gobernador republicano de La Florida, Ron DeSantis, firmó el 28 de marzo la ley conocida como "No digas gay", que ordena que en las aulas no se brinde “instrucción sobre orientación sexual o identidad de género hasta el tercer grado” y en los grados mayores sólo “de una manera que sea apropiada para la edad o el desarrollo de los estudiantes de acuerdo con los estándares estatales”. Una redacción lo suficientemente vaga como para facilitar las sanciones.

Lo insólito es que la educación sexual está prohibida en La Florida hasta quinto grado, así que lo que realmente prohíben es aludir al tema. Por ejemplo, decir que un alumno tiene dos madres (The Washington Post, 1/4). Si un padre se disgusta, la ley lo habilita a demandar al docente y a la escuela.

Los proyectos proliferan en el “cinturón bíblico”. El de Tennessee vetó libros o materiales que "promuevan, normalicen, apoyen o aborden problemas o estilos de vida de lesbianas, gays, bisexuales o transgénero". El de Luisiana impide hablar sobre orientación sexual o identidad de género hasta el octavo grado y que los maestros de escuelas públicas hablen sobre su propia orientación sexual o identidad de género. Los devuelve a la clandestinidad.

La ley de La Florida, además, obliga a los docentes a delatar a sus alumnos; deben avisar a las familias si sospechan que un/a estudiante se percibe lesbiana, gay, bisexual o transgénero. En otros Estados, cada padre debe autorizar cada contenido. Asociación de Maestros de California (CTA) manifestó su “preocupación” por un clima en el que “fuerzas políticas externas” buscan “dividir” a padres, maestros y escuelas.

DeSantis espera ser el candidato republicano en caso de que Trump no se presente. El año pasado, promulgó una ley que impide a las alumnas transgénero de las instituciones públicas competir en equipos deportivos de niñas y mujeres. Ya hay doce Estados que prohibieron a las atletas transgénero.

La campaña causa muertes: 53 transamericanos fueron asesinados en 2021, en comparación con 44 en 2020 y 25 en 2019.

Una “avalancha de entidades científicas advirtieron lo grave que es imponer una mordaza”. Entre los jóvenes norteamericanos, el suicidio es la segunda causa de muerte. Pero entre los jóvenes LGBTQ el número se cuadruplica. La Encuesta Nacional 2021 de Trevor Project sobre la Salud Mental de los Jóvenes LGBTQ afirma que el 42 por ciento "consideró seriamente suicidarse en el último año”. En el caso de los jóvenes transgénero y no binarios, supera ampliamente la mitad.

Según Trevor Project, en 2021, más de 700.000 chicos GLTTB se quitaron la vida: “medio millón de entre 13 y 18 años y más de 200.000 de entre 19 y 24 años”. Hostigados por su familia, buscan amparo en la escuela. Ahora, quien se lo brinde se expone a la cesantía o un juicio penal.

La batalla cultural incluye difamaciones: los fanáticos religiosos acusan a los políticos demócratas y a la docencia de “estar involucrados en redes satánicas de sacrificio y tráfico sexual de pedófilos”. DeSantis despotrica que los docentes “quieren sexualizar a los niños en el jardín de infantes, inyectarles la ideología de género y que las escuelas fomenten la transición de los estudiantes a un género diferente sin el conocimiento de los padres". Esta mentira descarada es un llamado a la violencia contra los docentes, que ya han sido agredidos por hacer cumplir el uso de los barbijos o promover la vacunación contra el Covid.

La campaña fascistizante tiene carácter integral. Los mismos Estados que prohíben el aborto y la educación sexual también prohibieron tanto la llamada “teoría crítica de la raza” -a la que adjudican filiación marxista- como la difusión del Proyecto 1619, una investigación sobre el rol de los intereses esclavistas en la emancipación americana, publicado por el New York Times en el 2019. Ya Donald Trump había suspendido el financiamiento federal a las escuelas de California que criticaran la esclavitud y el racismo.

Las leyes “que respetan los derechos de los padres” prohíben explicar la esclavitud, el supremacismo blanco y el racismo. Las sanciones no son una amenaza. Algunos directores ya fueron cesanteados y maestros perdieron su licencia. La Asociación Nacional de Educación (NEA) -el mayor sindicato de profesores del país- dijo que se enfrentará a quienes se oponen a la enseñanza de la Teoría Crítica de la Raza y al Proyecto 1619.

A vaciar las bibliotecas

Esta semana, el gobierno de La Florida prohibió 54 de los 132 libros de matemáticas elegidos por el sistema de educación pública “porque no se adhieren a las nuevas normas de Florida o contienen temas prohibidos” (CNN, 17/4). En Oklahoma, una ley busca prohibir todo libro sobre “preferencia sexual” o “identidad de género”.

La censura alcanza a Margaret Atwood por el “Cuento de la criada”, a la Premio Nobel pakistaní Malala y a best sellers con personajes afrodescendientes, transgéneros o de familias homoparentales, etc. Alumnos y docentes denuncian que los libros desaparecieron de las bibliotecas así como las calcomanías con el arcoíris de la disidencia sexual. Las desfinanciadas escuelas públicas temen perder los juicios y tener que indemnizar a los padres (TWP).

La guerra “cultural” de la derecha tiene mucho de guerra de clases y poco de cultural. Sus destinatarios son precisos: las mujeres, los negros, los migrantes, la disidencia sexual. Y junto a ellos, los trabajadores de la educación que han marcado a fuego la defensa de las libertades en la escuela pública.

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