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Argentina se encuentra en cuarentena “obligatoria”, sin embargo, llena de excepciones para la clase trabajadora.
En las últimas horas se anunciaron diez rubros más que deberían continuar trabajando para “no dañar la producción en línea”. Es decir que el gobierno, además de subsidiar a las patronales, también les garantiza la producción -sin priorizar rubros ante la pandemia- a costa de la vida de los trabajadores. Entre estos rubros se cuenta, claro, el gremio del vidrio.
Los trabajadores del vidrio han sido particularmente golpeados en los últimos tiempos. Las últimas paritarias no superan el 12 %, y el sueldo mínimo apenas alcanza el 26% de la canasta familiar aproximadamente. SOIVA, en manos de la burocracia de Valdez desde hace 18 años -titular, además, de la seccional Berazategui y de las 62 Organizaciones- es una patota sindical que intenta manejar los lugares de trabajo mediante agresiones para llevar adelante la precarización laboral de las decenas de trabajadores tercerizados, salarios de miseria y la falta de indumentaria de seguridad como guantes para la producción de copas, vasos y botellas.
Así como también mediante amenazas y despidos bloquean cualquier intento de organización independiente, como ocurre la fábrica Pilkington, que se encuentra en lucha por la reincorporación de los trabajadores perseguidos sindicalmente. En las fábricas Rigolleau en Berazategui y Cattorini Hnos en Quilmes, la situación no es distinta.
En los últimos meses, los trabajadores operaron de golondrinas entre una u otra fábrica en zona sur sin tener un puesto o lugar fijo de trabajo ni seguro laboral. Los despidos y suspensiones -que por ahora son a cuentagotas- es la “advertencia” de los secuaces de Valdez ante cualquier intento de protesta.
Frente a la pandemia, y la “cuarentena obligatoria” anunciada por el gobierno, el sindicato se encargó de brindar una charla a sus delegados con el fin de explicarles que por su “cercanía a las calderas, no habría que preocuparse ya que el calor mataba al virus”. Con esta vil mentira y las amenazas de descuentos -excepto los de origen jerárquico y administrativos que cumplen la cuarentena en casa- le repartieron a sus trabajadores papeles que acreditan su circulación como “empleados de alimentación” y le aconsejaron que cuiden su higiene personal sin brindarles ninguno de los elementos necesarios.
También se aseguraron de resaltar que no hay trabajador que sea de riesgo al menos que presente algunos de los síntomas reconocidos por el coronavirus, reconociendo que era por la única razón que el médico de guardia dentro de las plantas le daría la orden para el seguro médico laboral. Se olvidaron de mencionar, en cambio, la decena de camiones que llegaron de Brasil y Paraguay en los últimos días sin ningún tipo de control salubre.
Sin embargo, en las últimas horas los trabajadores realizaron una asamblea y protestaron contra las condiciones laborales -sorteando toda traba y amedrentamiento burocrático- luego que dos de sus compañeros que viajaran al exterior y no pudieron cumplir la cuarentena con la amenaza de quedarse sin trabajo.
La finalidad de las hermanas Cattorini, con complicidad del sindicato del vidrio y afines, es mantener la fábrica produciendo con toda su capacidad para continuar con sus ganancias resguardado por el gobierno nacional que no tomo ni una sola medida a favor de la clase obrera.
Los trabajadores del vidrio deben convocar asambleas para deliberar sobre las condiciones laborales y reconocer qué tipo de producción es necesaria para combatir la pandemia y a la población, con reparto de horas sin tocar el salario, pero también luchar por una remuneración acorde a las necesidades básicas de cada compañero.