Suteba: el balance apresurado e impresionista de la Multicolor

Escriben Mariano Hermida y Emiliano Fabris

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El marcado retroceso de la izquierda en las recientes elecciones de SUTEBA ha dado lugar a una serie de “balances” de las corrientes del Frente de Izquierda.

El aparato del PO-Tribuna Docente hace énfasis en el fraude: “Baradel ganó con trampas”, dice Prensa Obrera (12/5). El fraude no es nuevo -existió en las elecciones de 2013, y en 2017 cuando se lograron retener seccionales-. En esas ocasiones, la Multicolor quebró el fraude con un voto masivo de la docencia, que ahora no existió. Para Izquierda Socialista, en cambio, hubo una “buena elección de la multicolor” (Izquierda Socialista 12/5). En relación al 2017, la Multicolor perdió en los principales distritos que dirigía y sufrió un fuerte descenso de votos en los restantes distritos de la provincia de Buenos Aires. El desplome ha sido de conjunto.

El PO oficial dice que hubo “una tendencia general a un voto conservador en todo el gremio que ha reforzado a la Celeste, tras los años de enorme desmovilización general a la que contribuyó la pandemia” (Prensa Obrera, 11/5). Pero sí hubo una lucha de la docencia que marcó toda esta etapa. Fue la pelea contra la presencialidad escolar en pandemia, donde hubo huelgas, asambleas masivas (en La Matanza, más de 500 docentes) y autoconvocatorias.

En esas luchas Tribuna Docente (oficial) y el FIT-U no se colocaron del lado de esas luchas, sino con la “presencialidad segura” que impulsaron las patronales educativas privadas y clericales, el gobierno, los macristas y naturalmente la burocracia sindical de Baradel. Néstor Pitrola se declaró parte de la “corriente internacional de la presencialidad” y convocó a que se abran los clubes y sociedades de fomento –cerrados por la pandemia- para dar clases.

El PTS repudió los paros docentes contra la presencialidad por “corporativos”, o sea, opuestos al interés de las familias y los alumnos. Si aplicara esa oposición al ´corporativismo´ a los trabajadores del transporte y la salud, la mitad del movimiento sindical quedaría encuadrado en “servicios esenciales”. En consonancia con esta conversión del clasismo al ´corporativismo´, boicotearon las autoconvocatorias docentes que se formaron en más de 20 distritos y también las mociones de paro en las asambleas. La imposición de la presencialidad dejó al desnudo la voracidad por la acumulación de ganancias a costa de la salud y la vida de los trabajadores de la educación, de los alumnos y de las familias. Los Sutebas Multicolores en este punto se adaptaron al Estado y se mimetizaron con Baradel.

Luego, el “voto conservador” que el aparato del PO le atribuye a la docencia es una construcción arbitraria. “Cuando me votan, los docentes son revolucionarios, cuando no me votan son conservadores”. Elude lo fundamental: ¿cuál fue la lucha que el PO oficial libró contra el conservadurismo? La conciencia de las masas es un campo de disputa contra los aparatos de la burocrcia. ¿Cuál fue esa disputa, cuando coincidió con Baradel en el “presencialismo seguro”? No es suficiente titularse ´izquierda´ para derrotar a quienes se arropan en lo ´nacional y popular´. El “voto conservador” con el que se habría “reforzado la celeste de Baradel” fue el más bajo que ha obtenido en los últimos tiempos. Los docentes han preferido abstenerse que votar a la Multicolor. La Multicolor perdió una oportunidad –no es la roca principista que se bate contra una atribuida despolitización de la docencia. El balance de una elección debe ser siempre crítico, incluso en caso de victoria, no autocomplaciente, y menos en caso de derrota. La defensa de la omnipotencia política es siempre un reflejo de aparato.

El aparato del PO se queja también del daño sufrido por la ruptura de la Azul y Blanca (PCR) con la Multicolor y su integración al Frente de Todos y, por lo tanto, su asociación con la Celeste. Sin embargo, en La Matanza, la Azul y Blanca integró formalmente la Multicolor hasta el final del último mandato, a pesar de su pasaje al kichnerismo. Debió haber sido expulsada por medio de una asamblea o congreso de delegados; en total minoría, nuestra corriente no hizo ese planteo, lamentablemente, ni para fijar posición. La construcción del clasismo en los sindicatos no es una carrera entre etapas electorales, sino que debe ser una estrategia política. Para sumar confusión, el PTS recurrió al “morenismo”, que nunca ha abandonado, para hacer campaña por Baradel, convocándolo a impulsar “planes de lucha” contra el acuerdo del gobierno con el FMI, que Baradel apoya.

Otro factor es el faccionalismo furioso que el FIT-U exhibe siempre que puede y cuando no también. Esta puja fue alejando a los docentes de las asambleas y plenarios. El interés de aparato se ha impuesto sobre los intereses generales de los trabajadores. Los Sutebas Multicolores fueron integrados sin mayores discusiones al “Plenario Combativo” del FIT-U. En las asambleas del Suteba, se propuso reiteradamente la adhesión de la docencia a los proyectos de ley que el FIT-U presentaba, cuando debía hacerlo antes de llevarlos al Congreso. El famoso proyecto de reducción de la jornada laboral en el subte fue discutido y redactado con los delegados, antes de llevarlo a la Legislatura como proyecto de ley.

Por último, pero no menos importante. La derrota de los Sutebas Multicolores fue recibida con pánico, cuando es un episodio relevante pero no decisivo en la etapa de crisis y luchas en que nos encontramos. Muestra a un conjunto de direcciones a la deriva. Peor todavía es la improvisación y el apuro por encontrar al chivo emisario de la derrota, para absolver las responsabilidades propias. La burocracia de Baradel ha sido golpeada por una elevada abstención; es un distanciamiento con el kirchno-peronismo. Una vanguardia segura de sus tareas históricas no demorará en fusionarse con ella para arrancar grandes victorias.

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