Pilar: Clínica Fátima, la punta de un iceberg

Escribe Sebastián Chirino

Tiempo de lectura: 3 minutos

Si en los hospitales públicos las medidas preparatorias para hacer frente al coronavirus fueron tomando a cuentagotas, y en la gran mayoría de los casos bajo la presión directa de los trabajadores, en las clínicas privadas, donde la salud no es más que un negocio, las perspectivas pueden ser mucho peores. El caso de contagio de una enfermera de 24 años en la clínica Fátima de Pilar lo ejemplifica.

La clínica Fátima de Pilar cerró sus puertas tras confirmarse que una enfermera del lugar dio positivo para coronavirus. Los medios locales dieron la noticia haciendo hincapié en que “la situación estaría controlada”, tomado como fuente principal al dueño de clínica: “Adoptamos todas las medidas que indica el protocolo. Una vez que dio positivo, se procedió a dictar la cuarentena para todo el personal, incluso al que no tuvo contacto con ella, por lo que la clínica no puede funcionar y cerró sus puertas, hasta tanto se contrate nueva gente” declaró a Pilar de todos Emilio Antonio Lagreca, propietario del lugar. Teniendo en cuenta que este sanatorio se caracteriza por la superexplotación laboral y la falta de condiciones de higiene y seguridad, tanto para el personal como para los pacientes, como mínimo es llamativo que los medios no cuestionen la declaración del dueño de la clínica. Un dato fundamental que omite (u oculta) el portal es que la trabajadora contagiada se encontraba, nada más y nada menos, que atendiendo las guardias de emergencia. Un dato alarmante debido que es un lugar neurálgico para cualquier centro de salud y por el que circula la mayor cantidad de pacientes. Otro portal verifica esta situación mediante declaraciones de un trabajador que no da su nombre por razones obvias: “Esta chica comenzó con tos el lunes, y ante la consulta dijo que no estaba utilizando el barbijo para no asustar a los pacientes y familiares(...), estuvo así hasta el miércoles a la mañana, donde ya no daba más y estaba con fiebre, por lo que la pusieron en observación en una habitación del primer piso. Yo fui el encargado de sacarle sangre, pero debo decir que siempre me cuidé porque a nosotros en el laboratorio nos dan todos los materiales necesarios”.

Este caso reúne las características de la punta de un iceberg en el distrito y en el conurbano: las autoridades sanitarias en principio no han rastreado a todos los pacientes que circularon por la clínica.

Precarización

La precarización de los trabajadores de esta clínica es brutal (como la mayoría de los centros de salud privadas). Las enfermeras trabajan jornadas extenuantes, de hasta 16 horas, en donde realizan tareas que corresponden a tres puestos de trabajo; las licencias de cualquier tipo son negadas sistemáticamente por la patronal, siempre con la amenaza de despidos; las condiciones de seguridad e higiene son aún más precarias. La enfermera contagiada trabajaba en esas condiciones, presentaba síntomas sospechosos desde hacía una semana y no fue licenciada por la patronal. Las autoridades municipales de salud han tomado cartas en el asunto de manera cosmética e improvisada, su intervención se orientada a evitar la difusión del caso y que no se exponga la desidia en los centros de salud privados.

En pleno desarrollo de la epidemia no se habían tomado las condiciones mínimas de higiene y seguridad, ni para los trabajadores ni para los pacientes. Ante los reclamos de los profesionales las respuestas entregaron dos antiparras comunes, y cuatro o cinco barbijos. La falta de insumos, personal y capacitación con respecto al Covid 19 es escandalosa. En la misma línea de improvisación, la patronal se apresuró a anunciar que la clínica reabriría de inmediato con personal nuevo, sin informar en qué condiciones, con qué personal y bajo qué protocolo.

Que las autoridades sanitarias dejen de ocultar la crisis de la atención de clínicas y hospitales y rastreen a todos los pacientes que estuvieron realmente en circulación por ellas. Los reclamos de los trabajadores son concretos y dejan a la vista la desidia de la patronal: kits de seguridad e higiene correspondientes, protocolos de seguridad, apertura de puestos de trabajo.

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