CABA: impulsemos la movilización del movimiento secundario

Escribe Nicolás Morel

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La crisis que atraviesa la educación reclama la más decidida intervención de todo el movimiento secundario.

Por un lado, los casos de compañeros intoxicados por el consumo de viandas en mal estado ha aumentado significativamente. La producción y distribución de viandas en la Ciudad es controlada por empresas afines a Larreta y al Gobierno. Sin ir más lejos, han financiado la última campaña electoral del actual Jefe de Gobierno de CABA. La denuncia en torno a la cantidad y calidad de las viandas tiene larga data: insuficientes, de mala calidad nutricional y peligrosas para la salud. El sistema alimentario de los colegios de CABA expresa el vaciamiento integral que sufre el sistema educativo. En ese mismo sentido, la situación edilicia con la que varios colegios han vuelto a la presencialidad pone en riesgo no solo el dictado de clases, sino la integridad misma de estudiantes y docentes.

Sumado a esto, la instauración de las nuevas pasantías gratuitas busca convertir a la educación en una bolsa de trabajo gratuita para las empresas de CABA. Hace algunos días trascendió que, en una de las escuelas piloto, los estudiantes van a tener que realizar tareas dentro de la empresa Rappi, una de las mayores precarizadoras de la juventud: sin ningún vínculo con el proceso educativo dictado dentro de las escuelas, las pasantías no ocultan que su único objetivo es engrosar las ganancias de un grupo de empresarios. Las prácticas no van a ser controladas por estudiantes y docentes -de manera tal que garantice que lo aprendido en el aula sea aplicado en el lugar de trabajo-, sino por los propios empresarios beneficiados por estas medidas, quienes no sólo desconocen los contenidos dictados, sino que organizan el lugar de trabajo no en función de ningún proceso de aprendizaje, sino de su propia ganancia. En CABA, la contracara de esta reforma es la destrucción del estatuto docente, que impone, entre otras cosas, un ataque decidido al salario.

Esta orientación capitalista de la educación tiene un carácter nacional: ha sido defendida por los ministros de educación de todo el arco político patronal. Desde Soledad Acuña en CABA hasta Jaime Perzyck, ministro de educación de la nación, han dado el visto bueno a está política educativa que viene a completar décadas de reformas educativas vaciadoras. Tanto el negociado de las viandas, la crisis edilicia y la implementación de pasantías responden al programa que el FMI ha definido para el país, el cual conjuga el vaciamiento presupuestario con las reformas de contenidos.

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