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Pocas veces, si alguna, la llamada diplomacia internacional mostró su hipocresía, y aun peor su mediocridad, como la que protagonizaron en Los Ángeles, Estados Unidos, el jefe de ocasión del imperialismo norteamericano, Joseph Biden, y el corifeo que lo acompañó desde el sur de “la región” (como se estila en decir ahora), en especial los presidentes que se autoproclaman “nacionales y populares”.
Con un mundo en guerra, evitó discutir la guerra, esto en primer lugar, como si se pudiera abstraer de ella al anfitrión, Estados Unidos, el artífice de ella, y potencia hegemónica de la OTAN. Biden no se atrevió a poner en la agenda de la reunión y en el pronunciamiento final el apoyo político de los asistentes a la guerra imperialista. La deserción de algunos gobiernos de esta Cumbre obedeció, cuando se la mide en este contexto histórico del momento, a asuntos triviales, que tienen más que ver con asuntos domésticos del partido Demócrata, vinculados a la puja con el partido Republicano y Trump, en las elecciones de noviembre próximo. La bancarrota moral y política de los jefezuelos del “patio trasero” le cupo a Alberto Fernández cuando, en su discurso de presentación pretendió remedar a Juan Perón y metió a Estados Unidos en el apotegma acerca de que “El año 2000 nos encontrará unidos o dominados”, para proclamar “Unidos (por la democracia con inclusión social) o Dominados (por la miseria colectiva)". Los dueños de Página 12, que cubrieron la tapa del diario con este improperio, no deben haber advertido (o quizás lo advirtieron muy bien) que la jugarreta de Fernández vaciaba de contenido el planteo al llamar a la ‘unidad’, nada menos, que con el imperialismo opresor.
La “Cumbre” en cuestión ha sido el único evento diplomático que esquivó la cuestión de la guerra imperialista, lo que significa que le dio su apoyo al imperialismo norteamericano en su propia metrópoli, sin afrontar la dignidad de un debate público. No es moco de pavo: la expulsión de Rusia del sistema financiero internacional ha provocado un dislocamiento de la economía mundial que afecta enormemente a los países periféricos, que están atados al dólar estadounidense y al manejo de las variables financieras por los operadores de Bolsa; los pigmeos, sin embargo, no han dicho esta boca es mía sobre un arma de guerra (las sanciones unilaterales del imperialismo yanqui), en el contexto actual.
Esta servidumbre diplomática en Los Ángeles, no es aceptada ni siquiera dentro de la OTAN, donde Francia, Alemania e Italia han definido, en función de sus intereses nacionales imperialistas, una estrategia de guerra que fuerce a Putin a capitular en su propósitos de anexar a Ucrania, en tanto el imperialismo yanqui ha dicho a los cuatro vientos que quiere imponer un cambio de régimen en Moscú. Los pigmeos latinoamericanos no se han atrevido a definir sus propios intereses nacionales, o mejor dicho, han dejado sentado que su objetivo es, tanto de parte de los gobierno de derecha como de ‘izquierda’, la ‘colaboración’ con su opresor histórico. En Buenos Aires, ninguno de los lados de la ‘grieta’ ha denunciado esta diplomacia vergonzosa y el alineamiento con la OTAN, a la que, por otra parte, apoyan argumentos que van desde la ‘democracia’ o la ‘autodeterminación’. Alberto Fernández denunció que en el mapa que ornaba la ‘Cumbre’ no figuraba Malvinas, pero en ningún momento denunció que se ha convertido en una base militar de la OTAN.
Ningún medio de prensa, sea comercial o político, impreso o digital, advirtió que las diplomacias latinoamericanas, con excepción de Bolsonaro, fueron a la Cumbre a discutir su parte en los expolios de la guerra. Porque, en definitiva, se ofrecieron a sustituir a Rusia en la provisión de gas, petróleo y minerales, es decir, nada menos, que en incorporarse a la logística de la guerra imperialista. Los ‘derechohumanistas’ pretenden lucrar con la masacre que tiene lugar en Ucrania para obtener el famoso “equilibrio macroeconómico” que busca ha buscado hasta ahora mediante la destrucción de salarios y jubilaciones. Aspiran a que una guerra prolongada ‘ponga en valor’ la ‘inmensa riqueza potencial que encierra Vaca Muerta’ y los saque de su propia incapacidad para construir un gasoducto. Mediante el pago del tributo de la deuda pública, externa y local, y los negocios de los exportadores de granos y de los pulpos petroleros y mineros, contribuyen a engrosar la caja del arsenal de la guerra imperialista. Bolsonaro, para quien la guerra serviría como para expandir el área sojera y minera la Amazonía, no siguió el protocolo de estrechar manos con Biden, por la pretensión de los principales estados imperialistas de convertir, bajo su supervisión, esa enorme floresta, en una Reserva natural. Los corresponsales de La Nación aseguran que Biden quiere la victoria de Lula contra Bolsonaro en las elecciones brasileñas previstas para octubre próximo, y nadie desconoce que Bolsonaro tiene la expectativa de una derrota de Biden en las elecciones norteamericanas - y un eventual acortamiento de su mandato.
En el marco de esta Cumbre de la vergüenza, tampoco se debatió en forma pública la cuestión de la penetración económica de China en América Latina, incluso cuando el mismo Biden la planteó en el foro. El norteamericano les dijo con todas las letras que EEUU, al contrario de China, no dará ‘ayudas’ públicas o estatales, ni financiamientos del Presupuesto, sino que presionará por la apertura de mercados al capital norteamericano. China, como es sabido, ha diseñado un plan internacional de infraestructuras, a cargo del estado y de bancos estatales, conocido como la Ruta de la Seda. Varias naciones beneficiadas con este programa han declarado el default de su deuda externa, y muchas otras están al borde del default, en perjuicio del Tesoro de China. En resumen, en el marco de una guerra imperialista que tiene por objetivo estratégico a China, Biden advirtió a los pigmeos que la libertad para el capital financiero alineado con la OTAN, es otro de los objetivos de la guerra. China deberá saldar las contradicciones que derivan de la pertenencia subordinada en este sistema financiero internacional y en su subordinación al FMI. Es uno de los factores del curso belicista creciente que ha tomado EEUU frente a China.
Como se advierte, la ‘pelea’ por el ‘desaire’ de Biden a Venezuela, Nicaragua y Cuba, y la protesta de Fernández contra “el derecho de admisión”, no es más que fuego de artificio. Biden están negociando con Maduro la entrega de las reservas petroleras de Venezuela al capital petrolero norteamericano, y procura volver a la política de concesiones mínimas a Cuba que había iniciado Obama. En cuanto a la catástrofe migratoria en las fronteras de Estados Unidos-México y México-Guatemala, no se ha avanzado nada. América Latina es un volcán en plena erupción que sacudirá a todo el hemisferio.
La “Cumbre de las Américas” como todo el sistema interamericano y la OEA es más que el ministerio de colonias de Estados Unidos; es una estafa. Doscientos años después de la guerra de EEUU contra México, cuando le arrebató la mitad de su territorio, y a ciento cincuenta años de la primera intervención contra Cuba, los pigmeos siguen peregrinando a la metrópoli opresora. “América para los (norte)americanos”. Por medio de la deuda externa y el dólarcentrismo financiero, EEUU es dueño de América Latina más que nunca antes. El vocinglerío nacional y popular pretende disimular esta relación de opresión. En las condiciones actuales, opera como un socio menor de la guerra imperialista internacional – una guerra imperialista que golpea a los rincones más alejados de las hostilidades bélicas.