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El Partido Obrero “oficial” y el PTS han tenido congresos simultáneos. El congreso del PTS ha proclamado las candidaturas de Bregman y Vilca, para las elecciones de octubre de 2023. La decisión ha iniciado las disputas internas del FIT-U por los cargos. El PO, a su modo, ha hecho lo mismo con su llamamiento a la construcción de un “movimiento popular con banderas socialistas” –la consigna con la que pretende abordar las elecciones del año que viene.
El “movimiento popular” del que habla el PO se refiere a las organizaciones sociales, incluidas algunas del campo oficial, como se desprende del coqueteo sistemático con Juan Grabois, el líder de la UTEP. Llama la atención que, en lo que concierne al Polo Obrero oficial, no digamos la Unidad Piquetera, no ha levantado nunca ‘banderas socialistas’. Más bien sucede lo contrario, el PO se ha negado sistemáticamente a levantar planteos políticos en las movilizaciones de los desocupados. En ocasión de la Marcha Federal movilizó bajo la consigna “contra el hambre y la pobreza, por el salario y el trabajo”. En otras, la consigna fue “el hambre no se aguanta más”. Cada vez que fue interrogado por cuestiones políticas, el propio Belliboni ha afirmado sistemáticamente en los medios que “nosotros no hacemos política”. Este ‘apoliticismo’ va en contra de la necesidad de unificar a la clase obrera en oposición al gobierno y al Estado capitalista. En un gesto claramente político, sin embargo, el PO oficial promovió una reunión con la CGT, bajo la cobertura del reclamo de un paro nacional. La burocracia cegetista está mascullando alguna acción, pero de respaldo al gobierno, apuntando a los “formadores de precios”. El “movimiento popular” sería, de este modo, un frente popular con la pequeña burguesía que encabeza la “economía popular” con dinero del Estado, y con la burocracia sindical que hace tiempo se ha convertido en una camarilla de empresarios.
La consistencia política del movimiento piquetero fue cuestionada por el mismo Belliboni ante el diario La Nación. “Otra de las argumentaciones utilizadas por el dirigente [Belliboni] tiene que ver con reconocer cierta condición 'golondrina' de quienes participan de las distintas asambleas que realiza el Polo Obrero. 'No es una militancia propiamente dicha, esa gente va de acá para allá'.”, sostiene ante La Nación. "Muchas veces son vecinos que nos dicen que quieren participar de tal o cual movilización, ya sea porque están cagados de hambre o porque necesitan un programa social y el Estado no se los da".
De pronto, el PO pasó de no hacer política en el seno del “movimiento popular” y con la “gente que va de acá para allá”, y mucho menos socialismo, a proponer un movimiento popular con banderas socialistas. En su Congreso sacaron la conclusión de que “la creación de este movimiento ya está en marcha”. Sin embargo, en la última campaña electoral el socialismo brilló por su ausencia; el mismo programa del FIT-U no tiene un carácter socialista, pues es una exhibición de nacionalismo económico. El carácter socialista de un movimiento no lo determinan “sus banderas”, sino su carácter de clase, es decir la hegemonía de las masas explotadas por parte de un movimiento proletario con conciencia de clase. En cuanto a “las banderas”, hemos tenido de sobra –la “patria socialista”, el “socialismo nacional”, el “socialismo del siglo XXI”, el “socialismo andino”-. El único socialismo es aquel que expresa el movimiento de lucha de la clase obrera por su propia emancipación. Lo que tenemos en el caso del PO oficial es un esbozo de frente popular que no quiere dar su nombre.
Según Prensa Obrera, “la consigna de nuestro congreso apunta a conquistar, para una salida obrera a la crisis, a las clases oprimidas de la sociedad, frente al agotamiento histórico del peronismo como movimiento popular”. Pero, antes que nada, debería “conquistar” a la clase obrera misma o a su vanguardia. El PO oficial, de todos modos, descubre, recién en 2022, el agotamiento histórico del peronismo. Es exactamente lo contrario, sin embargo, de lo que sostuvo en ocasión de los debates del 26º Congreso. “La falsa caracterización sobre el partido que difunden Altamira y Ramal nos lleva a no centrar el debate donde sí debiera prestarse la mayor atención. Se ha llegado a plantear que nuestro déficit de crecimiento es la falta de consignas de poder y que no tenemos bloqueos por parte del nacionalismo. Esto está lejos de ser así, nuestros problemas reales son de otro tipo. Justamente, tenemos que abordar las medidas políticas y organizativas para superar estos bloqueos.” (Gabriel Solano, EDM Nro 53). Lo mismo aseguró Salas en Prensa Obrera ese mismo año: “El apresuramiento de Altamira por enterrar cadáveres que luego reaparecen vivitos y coleando viene de lejos, ya enterró al peronismo en los ’90 y luego al kirchnerismo que 'sin manejo del presupuesto desaparecería'.”. El PO oficial resucita los movimientos políticos según su conveniencia faccional y luego los entierra en función de un frente popular, sin por eso salir de la verborragia. Entronizando a Grabois y a Pablo Moyano, el aparato dice pelear contra ‘la contención’ del peronismo.
Todo el aparato del Estado y todos sus partidos y superestructuras culturales operan para bloquear a la clase obrera, no exclusivamente el peronismo. El peronismo mismo no sería más que un cero a la izquierda si no fuera por el apoyo del Estado y del conjunto de la sociedad capitalista. Como fuerza movilizadora de la clase obrera, el peronismo se ha convertido en una cadáver insepulto, incluso bajo el episodio restaurador del kirchnersimo –que perdió dos elecciones nacionales, nada menos que contra el ‘colombiano’ De Narváez, Sergio Massa, el menemista Macri y, luego, con Esteban Bullrich. Bajo el kirchnerismo, el PO ganó las elecciones en la capital de Salta y consagró uno de los tres candidatos nacionales en disputa; el FIT también dio un salto electoral en Mendoza. En los sindicatos ganó el Suteba Matanza y el Sutna. Si Evita hubiera visto todo esto...”¡mama mía!” En la víspera de estos desarrollos políticos, el PTS declara a la “Argentina kirchnerista”. La prueba más contundente de que la crisis de dirección del proletariado se encuentra en la izquierda es la expulsión sumaria de 1.200 militantes en el PO y el pasaje de su aparato a posiciones nacionalistas y a dar quórum a Capitanich o votar a favor el pacto Trump-Netanyahu, en las legislaturas. Esa crisis se manifiesta en un frente donde la mayoría de sus partidos apoya la guerra de la OTAN y el aparato del PO pide “la disolución de la OTAN”, o sea el desarme pacífico del imperialismo mundial.
La impugnación de las candidaturas de Bregman y Vilca, por parte del PO oficial, es una disputa por los cargos electorales, no una lucha de principios contra el electoralismo. Con relación a las elecciones jujeñas del año pasado, cuando Alejandro Vilca obtuvo el 25% de los votos, el PO oficial afirma que “la gran elección del Frente de Izquierda (sic) no fue el complemento de una intervención de la clase obrera en la crisis y en la situación política. Tampoco expresa una separación política de fondo de las masas con el peronismo, sino más bien un contexto episódico”. Para atacar al PTS, el oficialismo del PO vuelve a la omnipotencia del peronismo (que en Jujuy no estaría “agotado”). Una mirada distinta tienen sobre los votos que sacó el FIT-U en Buenos Aires: “(...) Ese crecimiento excepcional que se dio en algunos distritos de la provincia de Buenos Aires tuvo un gran impulso con las miles de personas organizadas con el Polo Obrero, que hicieron como nunca antes una intensa campaña electoral, saltando de la lucha reivindicativa a la política y rompiendo con un voto tradicional al PJ”. Si todo lo ocurrido en el conurbano fue una “ruptura con el voto”, estamos ante un típico “episodio”. Las polémicas que apuntan a defender el arribismo de uno mismo, en tema de candidaturas, contra el arribismo ajeno, son típicas de un frente con signos claros de agotamiento, que podría convertirse en un cadáver insepulto.
El PO oficial reprocha al PTS no formar parte de la construcción del movimiento piquetero e incluso denuncia que no se ha pronunciado en su defensa contra los ataques del gobierno. También advierte que “El PTS contrapone a este programa (“un seguro al parado para todos los desocupados”) la reducción de la jornada laboral a 6 horas que, en países atrasados como el nuestro, sin industria desarrollada y con una pauperización laboral elevada, resulta pura propaganda….”. En esta diatriba el aparato se insurge contra el programa del FIT-U, que reivindica la jornada de seis horas. Es otra mancha de la cebra. Lo que sí es toda una novedad es que “en países atrasados” la reducción de la jornada laboral y el reparto de las horas de trabajo resulta inviable. Lo mismo se hubiera podido decir hace cien años de la jornada de ocho horas –que fue conquistada en la mayoría de los “países atrasados”, bajo la presión de la Revolución de Octubre-. Con este planteo, el PO oficial se suma al ruidoso coro que rechaza la formalidad laboral y el salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, porque no podría ser pagado por las Pymes –a las que se imputa el 89% de la masa laboral. Divagando en el marco de una pelea de arribistas, el PO oficial se suma a la campaña de las patronales y derriba todo el programa histórico de reivindicaciones del Partido Obrero. Después de renegar de las consignas de poder y contraponerlas a las reivindicaciones transicionales inmediatas, reniegan de estas mismas. En cuanto al PTS, su consigna por las seis horas tiene un carácter legislativo, tampoco forma parte de una lucha para que la tomen los sindicatos, ni la vincula a la cuestión de la huelga general frente al derrumbe social y político explosivo. Pero no es esta la crítica de las ‘plumas’ del aparato del PO. Sólo un movimiento de masas y solo la acción directa podrían imponer la jornada de seis horas, sin reducción de salario, y el reparto de las horas de trabajo disponibles.
La consigna acerca de un “movimiento popular con banderas socialistas”, un planteo pluriclasista y frentepopulista, es la liquidación del programa histórico de todas las internacionales obreras del pasado, en sus fases programáticas, organizativas y revolucionarias. Es la conclusión de una ‘labor’ de zapa en el Partido Obrero que explotó con expulsiones masivas e históricas.
En contraste con esta orientación, el Polo Obrero Tendencia impulsa a fondo las reivindicaciones apremiantes del movimiento piquetero y desarrolla una agitación sistemática a favor de un Congreso Obrero – Huelga General. En ese camino ha emprendido la realización de plenarios regionales obreros abiertos en todo el país y se encuentra en vías de la convocatoria a su congreso nacional el próximo 16 de julio. Frente a la pendencia sin principios reiterada entre los miembros del FIT-U -un camino liquidacionista- oponemos el debate de un programa socialista internacional, que debe partir, sin ninguna duda, de la estrategia de oponer a la guerra imperialista mundial una lucha de clases del proletariado por el derrocamiento de los gobiernos capitalistas.