Escribe Yerko (círculo Villa 1-11-14)
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El plenario abierto de CABA realizado en el marco del congreso del Polo Obrero Tendencia, debatimos los múltiples y constantes reclamos que existen por parte de los trabajadores de la Ciudad. En las villas de la Ciudad, nos encontramos con múltiples reclamos estructurales, de iluminación, aguas estancadas y el mal recojo de los residuos, así como el aumento constante de los precios.
Todo esto viene de la mano con el elevado costo de los alquileres. Incluso en las villas, donde las condiciones habitacionales y de higiene son peores que en cualquier otro lado, el alquiler de una habitación se encuentra lejos de las posibilidades de muchas familias. Tampoco son accesibles los alquileres para levantar comercios, como salida laboral de los compañeros ante la falta de trabajo. Las leyes de alquileres que debaten en las legislaturas no rigen para las villas (las zonas más densamente pobladas de la Ciudad). Como bien dijo un compañero en el plenario, ahora lo que ahora se llama Barrio Ricciardelli para nosotros sigue siendo la Villa 1-11-14.
A estos padecimientos que fueron volcados en el plenario, se le sumó otro más, que tocó el corazón de los problemas y que generó un profundo interés por parte de los presentes. Es el problema de la inseguridad y del temor constante de las familias obreras a mandar a los chicos a la escuela. La abundante inseguridad en el barrio lleva a que las familias vivan en preocupante temor por la integridad física de sus hijos por lo que pudiese ocurrir durante el trayecto de ida y vuelta al respectivo hogar o incluso mientras concurren a sus respectivos establecimientos estudiantiles.
Un caso que conmocionó a todo el barrio fue el ocurrido hace unos meses con el joven estudiante de 16 años, Nahuel Eguino, quien fue acuchillado y asesinado en un intento de robo mientras volvía de la escuela rumbo a su hogar. Este caso en particular tocó en la sensibilidad de las familias del barrio, dónde se demostró a través de movilizaciones multitudinaria la queja unificada de los vecinos y familias que se autoconvocaron y que llamó la atención de los medios de comunicación. Los ministros de seguridad de nación y de ciudad, Aníbal Fernández y Marcelo D'Alessandro, pactaron el retiro de la gendarmería del barrio, que sería reemplazada por efectivos de la policía de la ciudad. Lo cierto es que el retiro de la gendarmería dio paso a una zona liberada con bandas que actúan a la vista de todos.
El balance del paso de la gendarmería por la 1-11-14 dejó un saldo negativo. El narcotráfico no ha hecho más que crecer en todos estos años. La presencia de la gendarmería morigeró la perpetración de delitos menores, como robos de celulares y demás, que generaban una sensación de “seguridad” entre los vecinos; pero bajo sus narices crecieron desproporcionadamente las bandas narcos que hoy, una vez retirada la gendarmería, dominan el barrio y mantienen a los vecinos bajo amenaza. Estas bandas no sólo roban y matan, sino que además hubo denuncias de intentos de secuestros de chicas, posiblemente para redes de trata, que sólo pudieron ser evitados por los vecinos.
Cabe agregar que fue en la Villa 1-11-14 donde, bajo la cuarentena de la primera etapa de la pandemia, la gendarmería obligó a un grupo de jóvenes del barrio a realizar ejercicios de “salto de rana” por estar caminando sin barbijo. Los efectivos que llevaron a cabo esas acciones fueron sancionados.
Demás está decir que el sentimiento de vulnerabilidad es la constante vigilia entre las familias trabajadoras del barrio y lamentablemente no se limita solamente con los menores; es el cotidiano vivir del trabajador que sale todos los días a su recinto laboral. La inseguridad va de la mano con el flagelo de las drogas, que es el motor de toda esta situación de inseguridad en general. Las bandas narcos intentan meter a nuestros hijos en las adicciones y reclutarlos como “empleados” del narcotráfico. La falta de perspectivas y de trabajo para la juventud allana ese camino.
El debate sobre la inseguridad generó el más vivo interés por parte de los compañeros de las villas que estuvieron presentes en los plenarios. Se trata de un reclamo que toca el corazón de la vida cotidiana de las familias de los barrios y en el que se concentran todos los reclamos sociales de los vecinos (la vivienda, el trabajo, los reclamos de la juventud, de la mujer, de libertades democráticas, etc.). Por ese motivo, el problema de la inseguridad en las villas es la cuestión más política de toda nuestra agenda.
Para enfrentar estos problemas, tenemos que convocar a los trabajadores de la ciudad a reagruparse con un programa integral que aborde las distintas cuestiones que de aquí se desprenden. El flagelo de la inseguridad puede ser el puntapié inicial para discutir el conjunto de los problemas que ello implica. Por eso, una campaña de charlas sobre la inseguridad en los barrios sería una campaña convocante con este fin. También es importante impulsar a los compañeros de todo el país a abrir un debate en las páginas de Política Obrera sobre este asunto, compartiendo experiencias y denuncias, para no dejar en manos de los charlatanes la cuestión de la inseguridad y que sea un tema que se discuta en el próximo congreso nacional del Polo Obrero Tendencia del 16 de julio.