“Un juego de caballeros”: una historia del deporte… y la lucha de clases

Escribe David Irribarren (San Martín)

Tiempo de lectura: 2 minutos

El desarrollo capitalista del siglo XIX alcanzó niveles sin precedentes, teniendo como epicentro a Gran Bretaña. El lucro y el capital penetraron violentamente en el entramado de relaciones sociales preexistentes, dando lugar a conflictos y contradicciones sociales. El mérito del primer episodio de la miniserie “Un juego de caballeros” (2020, Fellowes y Stærmose, disponible en Netflix) es contarle al espectador una historia de las repercusiones de este fenómeno en el fútbol. Esta es la historia del Darwen, un equipo de obreros dirigidos por su propio patrón

Los dueños de la pelota

Nos situamos en 1879, se produce un hecho inédito. Por primera vez un equipo integrado por obreros había clasificado hasta los Cuartos de final de la pionera FA Cup. Esto era novedoso, ya que el fútbol comenzó a jugarse en los College, entre las familias burguesas y de elite que dominaban los torneos. Pero una parte de ellos constituyó equipos con sus propios obreros, produciéndose el ingreso de los mismos al fútbol. He aquí una de las funciones ideológicas del deporte: la identificación de obreros y burgueses bajo la misma bandera. El relato inicia cuando los obreros de la fábrica Darwen se enteran de que dos nuevos compañeros escoceses, a quienes nunca vieron trabajar, serán titulares el próximo partido contra los Old Etonians, tradicional equipo de la burguesía. Estamos ante un caso de amateurismo marrón, modalidad de pago que utilizaban los burgueses para contratar de forma disimulada profesionales cuando esto estaba prohibido. En los jardines londinenses de la elite, se produce el encuentro. Se trata más que de una justa deportiva. Los burgueses saben que los obreros no pueden demostrar su superioridad, ya que se trata de “nuestro” deporte y “nosotros” lo inventamos: un deporte para caballeros. En este partido se contraponen dos estilos: “ir en manada” del equipo obrero, contra la fineza de los pases de los racionales burgueses. Pero si se creía que los caballeros tienen valores, ética y desinterés, estos fueron arrojados a la basura cuando, al ver que no podían ganar, apelaron a distintas formas de trampa. Lógico, se burlan un burgués, “¿Van a ir al tribunal de disciplina? ¡Somos nosotros!”. Lo que sucede con los Old Etonians, ocurría gradualmente con todo el deporte: la necesidad del resultado doblegó el “espíritu deportivo” de los sportmen.

La lucha de clases

El primer capítulo de la serie nos habla de un amateurismo agonizante, que la propia burguesía liquida con la contratación ilegal de jugadores. Estos talentos que, por su origen obrero, ya no podrán seguir fingiendo que tienen un trabajo estable, y no viven del futbol. A su tiempo, el deporte se proletarizará en todo el mundo. Pero la serie muestra que este proceso no ocurre de forma aislada.

Se reúne el gremio de algodoneros: crisis en la industria, reducción de salarios. Los obreros de Darwen increpan al burgués: “¿Le estás pagando un sueldo a estos dos para que jueguen y ahora nos bajás el sueldo?”. El burgués tiene dos opciones: o el viaje al próximo partido o los salarios. La respuesta es la del pueblo trabajador, quien había seguido con admiración el desempeño de las dos nuevas estrellas: una colecta masiva para costear el viaje.

La serie ilustra de forma acabada las contradicciones del proceso de profesionalización del deporte. Con él aparecen las idolatrías, el sentimiento, el arrojo, y la pasión propios del deporte de competencia. La penetración de las relaciones sociales capitalistas en el deporte alteraría el propio juego, más racional y expeditivo. Son los semi-profesionales quienes enseñan a los obreros a no jugar “en manada” y aprovechar mejor las virtudes de cada uno. La táctica.

En una pandemia que será recordada por las extorsiones de los Fernández, Tapia y Tinelli, para que haya futbol (hecho repudiado por los futbolistas), este primer episodio puede ayudar a recordar su condición de clase. De ambos.

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