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La marcha contra el FMI del 9 de julio fue una iniciativa adoptada con anterioridad a la renuncia intempestiva de Guzmán y al ulterior agravamiento de la crisis política. Aun con este giro considerable de la situación política, la propuesta de declaración para la marcha, por parte del FIT-U, luego de la irrupción de la crisis, conservaba el enfoque y el método de una propuesta anterior. En síntesis, denunciar el ajuste del FMI y llamar a romper el acuerdo con el FMI, haciendo abstracción de las fuerzas políticas protagónicas y del propio gobierno. El llamado a la burocracia cegetista a que convoque “un paro” seguía en el texto con insistente rutina, sin caracterizar que esa burocracia es el mayor obstáculo contra una huelga general. No ha movido un dedo, por ejemplo, para apoyar los paros del SUTNA.
En la primera reunión por la marcha, nosotros, Política Obrera, advertimos acerca de la crisis en desarrollo y señalamos que la ruptura con el FMI debe ser presentada políticamente. Agregamos ahora: de no ser así, es un llamado a que esa ruptura la haga el gobierno. Es claro para cualquiera que Cristina Kirchner coquetea con esa perspectiva, con el propósito de estafar a incautos. Esto plantea invariablemente la consigna de gobierno de trabajadores, de un plan de lucha por un Congreso Obrero y la agitación y preparación de una huelga general. Repetimos: el borrador presentado por el FIT-U soslayaba por completo la crisis política e incluso la implosión del acuerdo con el FMI, que sigue vigente como puro medio de coacción política y de protección del régimen político actual. Además, propusimos un acto con oradores de todas las fuerzas, como mejor medio de agitación política, y evitar que la concurrencia cayera en la inercia y el aburrimiento ante la lectura de textos interminables.
Este martes, una semana después, y luego de discutir los aspectos organizativos de la marcha, tuvo lugar un debate “para dar la puntada final al documento”. Con la incorporación de algunas denuncias aisladas, por ejemplo sobre la nueva ministra, se intentó remendar el texto ya consensuado por todo el FIT-U. A esa altura de la discusión, uno de los dirigentes del FIT-U, en representación del PTS, planteó la necesidad de reformular completamente el texto. Señaló que había que partir de la crisis política, hasta ese momento soslayada. El viraje fue acompañado por los representantes de los demás partidos del frente. La redacción del nuevo documento quedó en manos de los mismos que presentaron el borrador anterior. El bosquejo del nuevo documento habría debido discutirse en ese momento, y de ningún modo reservado a otra instancia.
La salida de compromiso de la crisis, representada por el nombramiento de Batakis, en un conciliábulo entre los Fernández, ha desatado una espiral de nuevas crisis políticas, inflación de tres dígitos, el default de todas las deudas (públicas, privadas; externas e internas; del gobierno y el conjunto del Estado; de las provincias y del Banco Central). Ante esta crisis, no colocar un planteo de poder –gobierno de trabajadores- equivale a reclamar que el gobierno rompa con el FMI. Se trata de un gran equívoco, porque la desintegración de un acuerdo no es una ruptura política con ese acuerdo. Hay que decir las cosas como son. El macrismo, por otro lado, se encuentra agazapado para capitalizar la crisis, sin abrir la boca. Los luchadores, en especial los socialistas, debemos decir que queremos romper con el FMI por medio de huelgas y manifestaciones, la huelga general, Congresos obreros y un gobierno de trabajadores. Antes de reunir las condiciones para una salida revolucionaria a la crisis, es necesario señalar esas condiciones y luchar por ellas.
La propuesta de reformular el documento es una expresión de la penetración de la crisis política en la marcha programada para el 9. Es un gran dato político; es una oportunidad. Observamos con atención este desarrollo. Nosotros, Política Obrera, nos movilizaremos a la Plaza con nuestros planteos, como no podría ser de otra manera.