Explosión de un horno en Fundición San Cayetano, Burzaco: violencia laboral, complicidad de la UOM Avellaneda

Escribe Enrique Castañón

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A mediados de 1980 trabajé 5 años en la fundición. Las condiciones laborales eran de lo peor, lo más semejante a la Edad Media. El horno vertical era cargado manualmente. Trabajadores con carretillas volcaban chatarra y carbón de piedra. Cuando se completaba la carga se subía con un malacate hasta la boca del horno. El horneado duraba entre 7 a 8 horas día por medio. El personal trabajaba al descubierto con buen tiempo o con lluvia. Tanto es así que el día de la gran inundación de 1985 igual se fundió. Los dueños, cuales ave de rapiña, a las 6 a.m. controlaban la actividad. A tres cuadras se percibían los gases y el hollín. La atmósfera en los galpones era irrespirable.

Cuando algún trabajador comenzaba a toser o faltar por enfermedad lo llamaban a la oficina era descartado.

Una gran cantidad de trabajadores se enfermaron de problemas respiratorios. Incluso de mononucleosis, además de múltiples heridos por las condiciones horribles del trabajo – fuego, permanente gases tóxicos. En la semipenumbra por la polución reinante y ritmos laborales de explotación.

En 1988, más de 20 trabajadores fuimos despedidos por reclamar la aplicación de insalubridad y tareas peligrosas que había determinado el Ministerio del Trabajo. La empresa pagaba las multas y nunca aceptó la resolución. Luego, durante el menemismo, cuando iniciamos una demanda judicial, fuimos despedidos en forma paulatina todos los demandantes. La UOM Avellaneda, en esos momentos conducida por Guerrero Belén, nada movió por nosotros ni luego para defender nuestros fuentes de ingresos. En fábrica hicimos paros durante algunos días ante la orfandad sindical y el agotamiento; justo a fin de año quedamos fuera. Ahora, a más de 30 años de este conflicto laboral, la semana pasada, por la explosión de un horno, un trabajador quedó herido grave y otros con diferentes contusiones. Está claro que la UOM Avellaneda está en otra cosa, como con la metalúrgica Stokel o Canales. Sólo el reagrupamiento de los trabajadores, junto con los desocupados, en una gran convocatoria por nuestros derechos y en defensa de nuestra subsistencia podremos parir una organización clasista que pueda enfrentar a las patronales y sus gobiernos.

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