La asamblea del sindicato de comercio en CABA

Escribe Carmen Álvarez

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El pasado viernes, en asamblea extraordinaria del Sindicato de Empleados de Comercio de Capital Federal, se definió la junta electoral que organizará las elecciones del gremio en la Ciudad.

Si bien solo se elige la nueva dirección de la regional, es sabido por todos que quien se quede con la conducción de la Capital, también se quedará con la conducción de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios -FAECyS-, y, por lo tanto, con el manejo de la jugosa caja de la obra social OSECAC, que desde hace 36 años controlan Armando Cavalieri y su gente.

Finalmente, el oficialismo logró quedarse con el control total de la junta electoral. Cavalieri no tardó en salir a festejar su triunfo, al que tildó de “contundente” y presentó la jornada como ejemplo de lo que debería ser el sindicalismo.

Una realidad diferente se vivió del otro lado de la valla, donde se ubicaron las y los trabajadores independientes y los miembros de la lista Granate de Ramón Muerza. Hay denuncias de maltratos de parte del personal de seguridad, robos de artículos personales y la arbitrariedad de no dejar entrar a algunas personas que tenían toda la documentación para acreditar su pertenencia al sindicato.

Por el lado de Muerza se ha intentado instalar la idea de que la elección fue un fraude, argumentando que los simpatizantes de la lista Granate eran mayoría en comparación a los de la lista Azul. Las credenciales del burócrata Muerza tampoco son muy democráticas ni respetuosas de las asambleas: hace unas semanas, pretendió asegurarse dos miembros en la junta electoral a través de negociaciones con el ministro del Trabajo, Claudio Moroni.

Tal como denunciamos desde estas mismas páginas, la asamblea extraordinaria del gremio mercantil no fue más que una pantomima de democracia sindical. Aunque más de 8 mil trabajadores participaron de la jornada, esa enorme participación no puede considerarse sinónimo de un proceso democrático.

Por un lado, las y los trabajadores afiliados que participaron se vieron expuestos a maltratos y escenas de violencia. La burocracia trató de justificarlo en una supuesta necesidad de seguridad. Las y los trabajadores y activistas sabemos que ese despliegue no es más que una demostración de fuerza de las patotas de la burocracia sindical. En los lugares de trabajo, también funcionan como un mecanismo de control y amedrentamiento contra los delegados y trabajadores independientes.

La jornada fue solo una herramienta de dos facciones de la burocracia sindical -la de Cavalieri y la de Muerza- para resolver quién manejará la caja del sindicato y quién se ocupará del vaciamiento de la obra social.

Cavalieri, el actual secretario, es el responsable de los ataques al salario y a las condiciones de vida de los empleados del gremio. Por otro lado, Muerza se ha consolidado como la cabeza de una supuesta oposición, utilizando el descontento de las bases.

Un sector de los trabajadores lo ven como una alternativa para sacar a Cavalieri. No debemos olvidar que Muerza es el mismo que durante la pandemia perseguía a los trabajadores de Coto que reclamaban protocolos sanitarios y reapertura de paritarias.

Necesitamos construir un plenario con mandato de cada sucursal que vote cómo arrancar las demandas de los y las trabajadoras de comercio.

Salario igual a la canasta familiar. Dos feriados contiguos. Reconocimiento del 100% del salario para los trabajadores de call centers.

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