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Siempre, las rupturas políticas desafían los acuerdos previos. Los pactos y las promesas en la vida de todos los días pueden desvanecerse como la luz del atardecer.
Pero en la política, en la lucha de clases, la oscuridad de la noche esconde las verdades, esas que se ocultan a los ojos de las masas. No es literatura, es política.
Si esperan que la cumbre piquetera alumbre un plan de lucha que le marque el camino del clasismo a la clase obrera, la pregunta inevitable es qué camino tomarán los socios (¿marginales?) del kirchnerismo papal.
Porque si se trata de una ruptura con el catolicismo antiabortista y un desmarque del peronismo K (¿alguien cree que hay peronismo de izquierda?), los dirigentes y sus diputados deberían avisarle a la clase trabajadora ocupada y desocupada que abandonaron al Papa, a Cristina, al FDT y que ofrecen una discusión abierta, pública (¿un congreso obrero?) para discutir una salida al colapso capitalista en ciernes.
Para los que gustan de citar a la prensa burguesa, Clarín anticipa que Patria Grande prepara un salvavidas parlamentario aconsejado por CFK.
Por ahora no aparece ningún documento (como corresponde) que respalde la ruptura de los márgenes del kirchnerismo. Cuando una organización se define, lo hace con un documento público. Si fuera un congreso, mejor. Si además abre la deliberación de sus bases, la clase obrera puede discutir y analizar el programa.
No olvidar que las promesas se hicieron para incumplirlas y los pactos para romperse. Un amplio sector de la izquierda le puso la ficha. Habría que recordarles que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Grabois tiene la palabra.