Línea 60: la empresa no acata la conciliación obligatoria

Escribe Matías Cisneros

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La conciliación obligatoria dictada por el Ministerio les ha impuesto a los trabajadores de la línea 60 suspender la medida de lucha que tenían prevista, un paro total de actividades. Pero por parte de la empresa sólo levantó las suspensiones en la cabecera Maschwitz, pero no reincorporó a los despidos en la cabecera Barracas. Para avalar esto, la maniobra leguleya es que la conciliación fue dictada por el Ministerio de Trabajo... de la provincia, no por el de la Nación ni Ciudad de Buenos Aires. Una chicana judicial, destinada a quebrar la voluntad de los trabajadores.

La justicia tiene un papel cuestionado en las luchas obreras, pero sobre todo en la línea 60. La muerte de David Ramallo, en un accidente por falta de mantenimiento de un autoelevador, tuvo la resolución en la justicia que dice que el compañero se quiso suicidar. Las salidas legales están condicionadas por el proceso de movilización de los trabajadores. Cuando la movilización es alta, interviene para desmovilizar. Cuando la movilización es baja, actúa para golpear a la base obrera.

El clima en la base es de deliberación. Sobre todo en la carpa que ha instalado en la puerta de la cabecera Barracas por el delegado despedido. Las iniciativas que se discuten están vinculadas a cómo ligar con los conflictos en lucha, con el conjunto del gremio que está paralizado por la burocracia de Fernández, secretario general de UTA, y la "oposición" de Bustinduy, ligado a la patronal Dota. Se espera la vuelta a medidas de fuerza al término de la conciliación obligatoria, impulsadas por el cuerpo de delegados de la línea.

En medio de este conflicto, las cámaras patronales del transporte han anunciado la reducción de los servicios al 50%. El reclamo de su medida es la falta de subsidios para operar. Mientras las patronales responden de conjunto, el sindicato orienta a los trabajadores a cocinarse lentamente en la justicia. Un síntoma de la situación política que grafica la iniciativa de distintas fracciones de las patronales en medio de la crisis y la parálisis de la burocracia de la CGT, incapaz de impulsar una movilización con un 50% de pobreza en el país.

La defensa de los puestos de trabajo, el salario y los convenios colectivos está enteramente en manos de la fuerza de movilización de los trabajadores. El activismo y el cuerpo de delegados tienen el desafío de unirse con los jóvenes que han ingresado y la patronal amedrenta con la presión de los despidos y los trabajadores que, bajo el ala de Bustinduy, están paralizados. Los activistas del gremio del transporte tienen el desafío de tomar el conflicto de la 60 como un conflicto propio. Lo que está en juego es el futuro de todos.

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