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La asunción de Massa al frente del “superministerio” tras la cortísima experiencia de Batakis fue interpretada de manera heterogénea por los partidos del FIT-U.
Para el PTS, “es necesario dar una discusión democrática de cara al conjunto de la población sobre lo antidemocrático de los mecanismos que llevaron a esta decisión”. Más precisamente, con Massa, dicen, el gobierno “rompió el contrato electoral”. De acuerdo a Myriam Bregman, se “le da poder a un hombre del círculo rojo” y “hay un cambio de gobierno”. “Mucha gente que apoyó al Frente de Todos en 2019 está disconforme (...) ya se expresó en las elecciones". Consultada por la salida política sostuvo: “yo soy socialista, peleo por un gobierno de trabajadores, sé que esa salida todavía es minoritaria pero creo que como mínimo deberían (?) convocar a una Asamblea Constituyente para que sea el pueblo el que decida cuál es el destino del país”. O sea, llama a que el gobierno, ahora con Massa, convoque a una Asamblea Constituyente.
El MST sostiene que “la llegada [de Massa] no es más que una nueva noticia que contenta al círculo rojo local que seguramente se frota las manos (...) el desembarco busca conjuntamente con CFK sostener la institución máxima del régimen político”, añadiendo que “muchos de sus votantes se encuentran con bronca y decepcionados”.
El MST también propone una Asamblea Constituyente para “ponerle el freno a la antidemocrática manera de tomar decisiones entre pocos”. “Creemos necesario que se convoque a elecciones para una Asamblea Constituyente con plena soberanía para deliberar y decidir cómo salir de este desastre nacional y avanzar hacia otro modelo” (?). Para reforzar la ´propuesta´, el MST asegura que “es un mecanismo que incluso existe en la constitución actual para dar salida en tiempos de grave crisis económica y política, como sucede ahora”. Para despejar cualquier duda acerca de los límites del planteo, el MST despliega un recetario preciso de reformas en las cámaras, la justicia, etc.
Por su parte el Partido Obrero oficial asegura que “es un gobierno terminado” y que se avanza “hacia otro colapso capitalista de los que pueblan la historia argentina”. La historia, al menos en Argentina, no tiene dinámica, solamente se repite. Frente al arribo de Massa destaca que “la designación fue saludada por el capital financiero”. Con el diario del lunes, asegura la corrida cambiaria fue un emplazamiento para que subiera Massa.
El Nuevo MAS dice que “se trata de un cambio que intenta conformar una gestión fuerte” (...) “en el gabinete el albertismo está más diluido que nunca y gana fuerza mayoritaria el ala más conservadora del Frente de Todos”.
Lo sustancial de la caracterización de estas organizaciones de la izquierda es, por orden de aparición, su cuño kirchnerista. Durante dos años y medio, el gobierno actual cumplió, mal o bien, con el ‘mandato popular’, que la designación de Massa viene a interrumpir. La renegociación de la deuda externa, al comienzo, y el acuerdo con el FMI, después, fueron apenas verrugas en un rostro de tejido firme. Lo mismo para la indexación de la deuda pública local y la desvalorización de salarios, jubilaciones e ingresos del trabajo personal. Grabois, Héctor Daer, Cavalieri, Pérsico, Máximo Kirchner y el ‘chino’ Navarro no podían haberlo dicho mejor, con el agregado, claro, de que siguen apoyando al gobierno o, como dijo Grabois, ‘le vamos a exigir a Massa lo que hemos venido exigiendo hasta ahora’. La burocracia de la CGT y el cristinismo ‘duro’ apoyan la entrega a Massa de un superministerio, como un último recurso para evitar, no ya la caída del gobierno sino una rebelión popular. De acuerdo a la caracterización que ofrecen el PTS y el MST, la asamblea constituyente es un taparrabos para iniciar una campaña electoral con vistas al electorado kirchnerista, con el planteo de que el FdT ‘traicionó’ el ‘mandato’ del pueblo, a partir del ‘empoderamiento’ de Massa. Revisando archivos, observamos que en un “Altamira Responde” grabado el mismo sábado en que CFK anunció la candidatura de AF a la presidencia, el expositor advierte que esa maniobra dependía de la obtención de la adhesión de Massa. La violación de mandatos es historia vieja. Massa fue el artífice del apoyo político y parlamentario al gobierno de Macri. El trío CFK-AF-Massa vino a cumplir un único mandato, que es evitar que el derrumbe del período macrista no se convierta en un ‘argentinazo’ que destruiría al peronismo.
Sorprende que pretendidos marxistas se ofendan por una violación de mandatos electorales, cuando en eso consiste la democracia burguesa, unos trescientos años después de las revoluciones democráticas en Europa y Estados Unidos. Mucho más tiempo ha transcurrido con la violación de los diez mandamientos revelados por Moisés en el monte Sinaí. Claro que lo más significativo es que esta izquierda aborde la crisis de conjunto de Argentina y, ¿porque no?, mundial, desde lo formal y desde lo institucional. Porque de lo que se trata no es de votar una Constitución que garantice el cumplimiento de los supuestos mandatos electorales, sino de una estrategia para quebrar el espinazo del capital y del estado. Una Constituyente soberana sin la huelga general y la convocatoria de un Congreso Obrero, sólo tiene reservada una función electorera. El PTS propicia un “Encuentro de luchadores” que luche por esa Constituyente que corrija mandatos, entendiendo por ‘luchadores’ a los adherentes al FIT-U o solo al PTS. La dinámica de la huelga general y del Congreso obrero está fundada en la realidad material de la profundización de la crisis y de la quiebra del Estado, de modo que convertirlas en consigna apunta al desarrollo de la conciencia de esa realidad por parte de los trabajadores.
La formulación del PTS y el MST evita decir quién convocaría a la Constituyente, que es una condición para que sea “libre y soberana”, y asuma el poder político. O sea que la convocaría el gobierno… de Massa. El planteo es, de otro lado, puramente deliberativo, como la Convención Constitucional de Piñera-Boric en Chile, con los resultados conocidos. El PTS y el MST no han aprendido nada, por eso votarán el Apruebo al proyecto de Constitución trasandino. Exigen al gobierno una Constituyente con el objetivo de “que no decidan unos pocos”, del mismo modo que exige “un” paro nacional a la CGT. Por otro lado, no se han dado cuenta siquiera de que el ritmo de la crisis social, económica y política es aceleradamente más rápido que el procedimiento parlamentario de una Constituyente. Si el propósito de esta izquierda no es que la convoque el trío de los Fernández y de Massa, está ofreciendo el gobierno en bandeja al macrismo. El macrismo, de su parte, prefiere por lejos que Massa haga lo que llama “el trabajo sucio”. Hay una verdadera competencia en la burguesía acerca de quién es el más hábil para llevar la crisis a una explosión.
El PO oficial, sin mencionar la Constituyente, es incluso más conservador. Como señalamos, para el aparato la crisis es un tío vivo, es decir una calesita – así como viene, se va. Es una descripción del estancamiento, no de la historia sino de sí mismo. Igual que sus socios de coalición, “exigen” al gobierno, “exigen” a la burocracia, esto y lo otro, pero se abstienen rigurosamente de impulsar la auto-convocatoria de la clase obrera. En las últimas semanas, han intentado acercar la Unidad Piquetera a Grabois, que le hará seguramente una marcha a Massa el 7 de agosto próximo, cuando se celebra a San Cayetano, llamando a CFK a que retorne al ‘mandato electoral’ que le ha asignado el PTS.
El PTS reclama una Constituyente sin bajar las candidaturas de Bregman y Vilca para octubre de 2023; en el caso del PO oficial se trata de los “voceros” Solano-Del Plá. La profundización de la crisis exige concentrar la atención política de la clase obrera, no desviarla con tiros al aire. Esto es: Huelga general, congreso de trabajadores.