La educación no es un servicio de las telefónicas

Escriben Camila P y Fede Silver

Unidad “Franja Morada-K” contra la educación universitaria.

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Las más importantes federaciones estudiantiles del país (FUA, FUBA, FULP, etc.) lanzaron una campaña pidiendo a las compañías de telefonía que liberen datos móviles a fin de que "todos podamos seguir estudiando" durante la cuarentena. Para esta campaña, la Franja Morada y el kirchnerismo actuaron coaligados, en vinculación con los rectores y camarillas universitarias a las que responden. Poniendo el eje en la telefonía móvil, eximen al Estado como principal responsable de la crisis educativa agravada por la pandemia en curso y que ha puesto sobre el tapete la cuestión de la “virtualidad”.

Una campaña de improvisados

El intento de resolver la continuidad educativa por medios virtuales choca con la crisis educativa que atraviesa en general a la educación. Los “campus virtuales”, que colapsan en situaciones “normales” de inscripción todos los años, no están a la altura de la demanda de una transición del estudiantado completo a la virtualidad. En términos prácticos, lo que plantea esta campaña de Franja Morada y el Frente de Todos debe ser denunciado como la exclusión de todos los estudiantes universitarios sin acceso a conectividad ni dispositivos para seguir ninguna modalidad de cursada virtual.

Los docentes, que vienen de sufrir un brutal ataque en términos salariales, no reciben capacitaciones pagas para desempeñar la tarea del pasaje a la virtualidad de sus clases, ni tampoco tienen opinión al respecto, sino que se espera que acaten la modalidad que a las autoridades universitarias les parezca. Lo que en la cursada regular son condiciones de hacinamiento en las aulas, se traduciría, de no mediar una contratación masiva de docentes para poder desdoblar las comisiones, en una total sobrecarga laboral para esos docentes. Las dudas, que seguro en esta modalidad se presentarían en toda su diversidad y amplitud, colapsarían la capacidad pedagógica de los mismos, de quienes además se espera total disponibilidad “virtual”. Seguir con la cursada a como dé lugar, sin garantizar las condiciones requeridas para ello y su correspondiente aumento presupuestario, implica impulsar una pauperización y vaciamiento aún más profundos.

Un proyecto a la medida del capital

El proyecto que estas agrupaciones presentan a la Secretaría de Políticas Universitarias merece un análisis en sí; sus profundas limitaciones rozan el ridículo. Propone priorizar la "utilización de material que ya está en internet" y “Diversificar los formatos y dispositivos para el dictado de las clases (videos cortos, audios, presentaciones escritas, etc.) y no utilizar únicamente transmisiones de clases en vivo para reservar el ancho de banda para garantizar el funcionamiento todas las áreas sin que la red colapse.” Esa propuesta es un engendro que solo redunda en la desaparición de las clases dictadas por docentes y la relación educador-educando en favor de pequeños “fragmentos pedagógicos” desconectados entre sí: un retroceso criminal para la educación. Más aún, la propuesta Franja-K pide demagógicamente “que lxs estudiantes sin recursos económicos no estén imposibilitados técnicamente a ejercer el derecho de estudiar desde sus hogares”, sin dilucidar de qué manera implementaríamos ese requerimiento. Para que esto pueda tomar una forma concreta, el gobierno debe garantizar becas y el acceso a los materiales necesarios a todo el que no disponga de ellos. De lo contrario, miles de estudiantes están siendo condenados a perder su cuatrimestre.

Detrás de este proyecto la “educación virtual” implica profundizar el vaciamiento educativo, en términos de infraestructura, salarios docentes, etc. El capitalismo busca utilizar la “oportunidad” para emplazar esta pauperización: quitando contenidos a las carreras de grado, transfiriéndolos a posgrados pagos.

Una perspectiva en defensa de la educación

En defensa de las condiciones salariales de nuestros docentes, de nuestras condiciones educativas, y de la educación pública, debemos rechazar este proyecto de las agrupaciones ligadas a las autoridades universitarias y al Estado, reclamar de manera nacional en unidad docente-estudiantil por capacitaciones pagas para la docencia y actualización salarial. Las clases virtuales deben ser elementos complementarios a la cursada presencial, a retomarse una vez culminada la cuarentena con una rediagramación de los calendarios académicos, discutidos por docentes y estudiantes.

El presupuesto educativo, hoy congelado en valores de 2019, debe ser aumentado por el Estado nacional, atendiendo a todas estas necesidades, lo cual es indisociable del cese al pago de deuda externa a los fondos de inversión y el FMI. Llamamos al movimiento universitario y estudiantil en su conjunto a discutir, mediante foros por universidad, facultad y/o carrera, el curso de acción a seguir. Los centros de estudiantes independientes y los sindicatos docentes de lucha deben jugar un rol preponderante en la organización de esta intervención. En última instancia, la democratización de la universidad para limpiarla de las camarillas que actualmente la gobiernan, la lucha contra la miseria presupuestaria y en defensa de la educación pública, ponen de relieve la necesidad de reorganizar la universidad sobre nuevas bases sociales.

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