La marcha de la CGT del 17 y la “contramarcha” del FIT U

Escribe Juan Ferro

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La largamente anunciada “marcha de la CGT” finalmente se realizará el 17 de agosto, si es que no se levanta antes. Desde que se comenzó a hablar de la misma, tenemos un superministro, ha cambiado medio gabinete, el dólar pasó de 200 a $300 y la inflación anual rondará el 100%, derrumbando los salarios pactados en las distintas paritarias.

La movilización cegetista fue concebida en medio de la crisis que siguió a la renuncia de Martín Guzmán, en un cuadro de críticas de la burocracia piquetera que ocupa funciones de gobierno. Fue desde el comienzo una acción para evitar un desplome del gobierno, que hubiera dejado a la burocracia de la CGT sin paraguas político y con la amenaza de una división. La designación de Massa como ‘superministro’ no alteró el objetivo político de la marcha, aunque introdujo algunas modificaciones. Una es la disputa acerca de si hay que volver a adelantar paritarias, o subordinarlas a un único aumento fijado por decreto. Una mayoría clara de la burocracia rechaza esta alternativa, porque la saca del escenario político; esta resistencia ha llevado a Alberto Fernández a proponer un nuevo pacto social, precedido por una reunión entre la UIA y la CGT. Otra cuestión es que Massa prefiera que no haya una marcha, ni siquiera en su apoyo, para calmar las aguas, en medio de negociaciones para conseguir dólares para el Banco Central, contrayendo nuevas deudas para el Tesoro. Lo que sigue indudablemente en pie es la absoluta necesidad de la burocracia de sostener al gobierno y darle un apoyo político, para que la situación en su conjunto no adquiera características prerevolucionarias. La marcha es una acción de aparato, que no convoca de ningún modo a los trabajadores; es, al contrario, un esfuerzo por mantenerlos apartados, cuando en todo el país y en especial en Mendoza se registran huelgas de distinta magnitud, en fábricas, en la salud y en la educación. La burocracia ha refrendado su apoyo al gobierno y en particular a Sergio Massa, que ha anticipado una ruta de “súper-ajuste”. Un sector de la CGT, que apoyaba a Cristina Fernández, chocaba con quienes apoyaban a Alberto Fernández. Ahora la crisis del gobierno le cambió el “arco” a la CGT, porque Massa cuenta con la complacencia de la Vicepresidenta.

Después de años de inmovilismo, la CGT ha reiterado que la marcha no tendrá oradores ni reclamos hacia el poder político; una razón más para suponer que podría ser desconvocada. Sólo se leerá un documento dirigido contra los llamados “formadores de precios”, como si la inflación no fuera resultado de una determinada política conjunta del Estado, los ´formadores´ en cuestión y el FMI. Los funcionarios de Massa están empeñados en contraer nuevas deudas en dólares, para que el Banco Central pueda producir una devaluación “ordenada” que satisfaga la presión del capital agrario y la agroexportación, y promueva una mejora de la cotización de la deuda externa. Podría estar acompañada por un desdoblamiento entre un mercado comercial y otro financiero. Una marcha de aparato de estas características -apoyar a los ajustadores para cumplir con el FMI- debe ser simplemente repudiada.

Los aumentos de suma fija son un método de gobierno del kirchnerismo, que tiene el propósito, en este caso, de achatar las escalas salariales. Aplicada a los jubilados, quienes cobran la mínima pasaron del 20% al 80%, desde 2005 a la fecha. Es también un intento de destrucción de los convenios laborales, ya golpeados por los acuerdos “de empresa” que han aprobado el conjunto de los burócratas sindicales, incluyendo el trabajo a destajo. En este cuadro, Pablo Moyano ha encontrado “razonable” al anuncio de Massa de otorgar un aumento fijo, reforzando así el carácter oficialista de la marcha del 17. La CGT omite puntillosamente las mil razones que existen para impulsar una huelga general por las reivindicaciones obreras.

“Marchemos contra la CGT”

El FIT-U ha decidido hacer otra marcha en el mismo día, bajo la etiqueta de un Plenario Sindical Clasista que no pasa de ser un sello. Por eso convoca a la Unidad Piquetera para dar volumen a la marcha, lo que podría provocar disidencia en la UP. La contramarcha contra los sindicatos que se encuentran en la CGT ha sido expuesta claramente por el MST, con un llamado a no ir a la marcha de la CGT y participar en la del PSC.

La contramarcha del FIT-U no tendrá casi ninguna representación de sindicatos y el grueso será integrado por sectores del movimiento piquetero. Estamos, en primer lugar, ante un volantazo político grosero, porque hasta ahora han rechazado impulsar una campaña de agitación a favor de una huelga general, con el argumento de que es la burocracia de la CGT la que debe organizar un paro nacional y supervisar un plan de lucha. Es claro que la pata sindical del gobierno no habría de hacer ni una cosa ni la otra. Las direcciones de la Unidad Piquetera, vinculadas al FIT-U por medio del PO oficial y el MST, se han entrevistado recientemente con la dirección de la CGT con ese propósito, e incluso se acercaron a otras espadas del gobierno como Juan Grabois con la misma finalidad. El argumento empleado para justificar esta subordinación política a la burocracia, que ya marchó para defender el acuerdo con el FMI y luego ha decidido hacerlo para rescatar al gobierno, es que la clase obrera debía "hacer la experiencia" con la burocracia de los sindicatos. Ahora llaman, por el contrario, a sabotear la marcha cegetista, el 17, y concurrir a otra –la que convoca el FIT-U, confiado en la asistencia de la Unidad Piquetera-. Históricamente, cuando la izquierda ha querido diferenciarse de la burocracia de la CGT, organizaba una columna propia en las marchas de ésta.

La contramarcha de las corrientes sindicales del FIT-U invocan un Plenario Sindical Combativo que no pasa de ser un sello. A su poca representatividad añade el hecho de que toma decisiones sin consultar a lo que serían sus bases sindicales. Ahora recobra vida para llamar a marchar contra la CGT, en medio de una crisis fenomenal del régimen político y del gobierno. Esta metodología no es desconocida en el movimiento obrero y socialista internacional, pues se enmarca en la agotada política del “infantilismo”, que consiste en oponer a los sindicatos burocráticos y al reformismo una autoproclamación marginal. En algunos casos históricos, este “infantilismo” llegó a convertir al reformismo y a la burocracia en el enemigo “principal”, como ocurrió, en un contexto propio, con los montoneros, que con la política del “retorno de Perón” provocaron la derrota del período revolucionario abierto por el Cordobazo. La autoproclamación que se busca en este caso es electoral. La expectativa es que los diarios del día siguiente señalen que hubo dos marchas obreras con distinto significado. Solo falta el anuncio de algún corte de ruta a las 8 de la mañana.

En momentos en que la crisis de dirección de la clase obrera vuelve a su pico, es necesario un debate sobre todo esto. En primer lugar la marcha que convoca la burocracia, con muchas vacilaciones, para apoyar a Massa y al FMI, y en segundo lugar el despropósito de una marcha contra la CGT.

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