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Según los anuncios oficiales, las jubilaciones y pensiones aumentarán 15,53 % hasta el 30 de noviembre de acuerdo al índice de movilidad. Con este aumento, la mínima pasará de $37.500 a $43.000.
Para paliar el desfasaje con la inflación, el gobierno otorgará un bono de $ 7.000 a $ 4.000, proporcional al haber, a quienes perciben el equivalente a dos haberes mínimos ($ 86.706). Será por 3 meses, hasta noviembre. Este bono llevará el haber mínimo a $ 50.300. Esto significa un aumento del 34,2 %. La distribución del bono contribuirá al achatamiento de la pirámide: aquellos que cobren dos haberes mínimos en agosto, pasará de cobrar $ 75.000 a $ 90.700 hasta noviembre. En ese caso, el aumento es del 20,9 %. Quienes cobran por encima de los dos haberes mínimos sólo accederán al 15,53 % de aumento, sin bono.
Por último, este incremento no corresponde a aquellos jubilados con regímenes especiales como docentes, docentes universitarios y trabajadores de Luz y Fuerza y del Poder judicial.
La inflación se acercará este mes a una cifra histórica cercana al 8%. Eso se verá recién a fin de año de acuerdo a los índices de los aumentos de precios que están por venir hasta fin de año. Muchos analistas económicos y consultoras hablan de una inflación de tres dígitos en el 2022. Con la ´reforma previsional´ de los Fernández, el reajuste jubilatorio se desenganchó de la inflación -ahora se promedian la recaudación y el índice salarial RIPTE-, lo cual significa una confiscación mensual. El ´bono´ es una suerte de reintegro de ese porcentaje de la jubilación que ha sido confiscado. De dónde ha sacado Fernanda Raverta, directora del PAMI, que “las jubilaciones le ganaron a la inflación”, es un misterio. Por otra parte, hablamos de jubilaciones mínimas que representan valores de indigencia. Los porcentajes no pueden ocultar este hecho objetivo.
En el año 2005 el 20 % de los jubilados y pensionados cobrábamos la jubilación mínima. Ahora, 17 años después, la mínima la cobra el 80 % de los beneficiarios – 6 millones de jubilados. La demolición del régimen previsional llevada adelante por los distintos gobiernos de turno en concordancia con las directivas del FMI sigue el rumbo de convertir a la jubilación en una miserable pensión a la vejez. El aumento del 15,53% sobre el haber mínimo de $37.500, más el bono de $ 7000, significa por día un aumento de $ 430, es decir un litro de leche y un kg de pan. Robar a los jubilados es un crimen social.
Por un inmediato aumento de $ 70.000 a todos los jubilados. El haber mínimo jubilatorio debe cubrir la canasta familiar hoy en $ 200.000. Debemos impulsar asambleas, plenarios y congresos de obreros y jubilados que debatan una salida a esta barbarie.