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Días atrás, el ´superministro´ Massa, junto a la secretaria de Energía Flavia Royón y la secretaria de Minería Fernanda Ávila, se reunieron en la embajada argentina en Washington con el vicepresidente de Asuntos Gubernamentales de la multinacional Río Tinto, Del Renigar, y el CEO de Livent, Paul Graves. Río tinto es una importante minera de capitales británicos, que actualmente ostenta la propiedad del proyecto minero “Salar del Rincón”, ubicado en Salta, que se encuentra todavía en las primeras etapas de exploración; por otro lado, Livent, una de las dos empresas mineras más importantes de Estados Unidos, se encuentra explotando el yacimiento Hombre Muerto, dentro del proyecto Fénix, en Catamarca.
Dos horas de reunión parecen bastante tiempo para la poca información que la prensa local transmitió y que, de todas maneras, ya se conocía con anticipación: el compromiso de inversión de Río Tinto (algo obvio para un proyecto en pañales) y el desarrollo de una “reunión de trabajo” (¿?) con Graves. El ejecutivo fue mezquino a la hora de brindar información de esta “reunión de trabajo”, porque la empresa enfrenta una crisis con el gobierno de Catamarca, denunciada por subfacturación de exportaciones de litio (se calcula que facturó menos del 10% de sus ventas totales) y por el mal manejo de la utilización del agua de la zona. El objetivo del ministro y sus acompañantes era establecer alianzas políticas, en el marco de la pelea internacional por el acaparamiento del litio.
En los últimos meses han corrido ríos de tinta alrededor del ascenso espectacular de los precios del litio. El “oro blanco”, el nombre de fama con el que han bautizado los fondos especulativos a esta commodity, ocupa un lugar de relevancia propia en las páginas dedicadas al análisis de los negocios más rentables y, sobre todo, entre las discusiones de los altos funcionarios del gobierno nacional. En todo esto, hay una importante parte de verdad… y mucha especulación. Veamos.
Desde 2015, con el comienzo de las primeras fabricaciones de autos eléctricos, la demanda de litio fue incrementándose y dinamizando el sector de extracción de la materia prima. Esta dinamización, que se expresó en el ascenso de las explotaciones de litio en Australia, con coletazos en Argentina y Chile a partir de 2017, se explica porque, a diferencia de los celulares, la fabricación de baterías para autos eléctricos requiere una cantidad exponencialmente superior de este material. Es así que su precio viene asistiendo a una tendencia alcista desde 2011, y antes también, que solo se interrumpió con la pandemia pero que volvió a recuperar ritmo durante el año pasado. Sin embargo, la guerra de la OTAN con Rusia, extendida ahora a China con la reciente visita de Nancy Pelosi a Taiwán, profundizó la conciencia entre los capitales europeos, norteamericanos y japonenes, ligados a las grandes automotrices, acerca de lo que la prensa llama la “probabilidad y el potencial impacto de una disrupción de suministro” (Infobae.com, 3/9).
Sucede que China, por medio de sus empresas más grandes, Gang Feng y Tianqi Lithium, posee el 26% del mercado del litio. También concentran el 80% del refinamiento de esta materia prima, el 77% de la capacidad de elaboración de celdas de litio y el 60% de la elaboración de los componentes que hacen a las baterías antes mencionadas. La guerra incrementó la competencia entre China y los países integrantes de la OTAN por el acaparamiento de esta materia prima, estratégica desde el punto de vista de su importancia para la transición a las llamadas energías renovables, candidatas a sustituir al petróleo.
En las reuniones que Sergio Massa desarrolló con altos funcionarios del Departamento de Estado y representantes de empresas mineras y petroleras, el ministro se mostró seducido por el objetivo estratégico que le trazó Biden: la formación de una fuerte alianza regional que trabaje por la seguridad alimentaria y que provea de energía al mundo “en el contexto de la guerra”. Es claro que una alianza de estas características no podría proveer de alimentos y energía a quienes fueran los enemigos “de nuestros socios”, esto incluye a todas las partes que componen la cadena de suministros de esta energía. Massa hizo negocios, pero sobre todo, estableció compromisos de carácter político estratégico. Recientemente, un conocido medio propagandístico del Comando Sur advertía acerca de los avances del gigante chino en los salares salteños; para pegarle a su competidor, desarrolló extensos argumentos acerca de los incumplimientos de las empresas chinas con los estándares internacionales de “cuidado del medioambiente”.
Sin embargo, tres semanas antes de la reunión de marras, en la comisión de minería del Congreso de la Nación, el PJ bloqueó una iniciativa para investigar la subfacturación de exportaciones de litio por parte de Livent, para no echar sombra sobre las gestiones de Massa en EE.UU. El ex ministro de Agua, Energía y Medio Ambiente de Catamarca, Alberto Kozicki, cuestionado por su anuencia con los desmanejos de la empresa con el agua, en el medio de la gira, fue nombrado Presidente Ejecutivo del Comité de Administración del Fondo Fiduciario para el Transporte Eléctrico Federal (FFTEF). Es claro que se intenta mostrar una línea de acción consistente.
Pero esta línea no se impondrá sin choques. La presencia de China en varios proyectos en desarrollo en la Puna, se ha extendido a la recientemente creada división de litio de YPF. De otro lado, las recesiones que enfrentan tanto Estados Unidos como China amenazan las esperanzas de Massa de engordar las reservas del central con las ansiadas inversiones. El negocio del litio, para propios y extranjeros, tiene un largo recorrido por hacer, pero, fundamentalmente, los alineamientos que exigirá su concreción requieren un un posicionamiento por uno de los bandos en pugna en la presente guerra.