Tiempo de lectura: 3 minutos
Una inesperada declaración de Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba, a favor de la suspensión o derogación de las PASO, infundió expectativas en el kirchnerismo acerca de la posibilidad de reunir los votos necesarios para ello en Diputados. Supone que la suspensión quitaría al macrismo un método de solución de sus pugnas internas y lo obligaría a ir dividido a las elecciones generales. Para Schiaretti, ofrecería la alternativa de reclutar disidencias para presentar un “camino del medio” para algunos radicales y para otro tantos peronistas. Nacería el frente San-Cor, si Perotti acepta el convite, y sumaría a Gustavo Bordet, el gobernador de Entre Ríos. La región sojera ganaría una representación propia, parecida a lo que consiguió Bolsonaro en el interior sojero de Brasil. Florencio Randazzo está considerando sumar su voto a la suspensión.
El mayor interesado en la maniobra es el kirchnerismo, que descuenta que no afrontará una competencia interna. La prensa de la ‘corpo’ ha inflado la denuncia contra este “cambio de reglas”, cuando se espera que en el verano comience la campaña electoral. La suspensión de las PASO plantea, sin embargo, más desquicios que el “dólar-soja”, una salida improvisada que ha servido para incentivar la inflación, el endeudamiento y la salida de capitales. El primer problema es que, en el estado actual de las cosas, el FdT perderá holgadamente las elecciones, con o sin PASO; su módico resultado de primera vuelta anticipará la derrota en el balotaje. En cuanto a la elección legislativa, el sistema proporcional no modificará los magros resultados que tendrá el kirchnerismo ni el crecimiento de las fracciones rivales sumadas. El otro tema es si CFK preferirá perder las presidenciales y los fueros o buscará refugio en la gobernación de la provincia sin la seguridad tampoco de ganarlas. En este caso, será difícil mantener la unidad del FdT con otro candidato a Presidente –dispuesto además a perder las elecciones. Un detalle final es que el kirchnerismo no tiene los votos en la legislatura bonaerense para suprimir las PASO provinciales.
Bien mirada, la cuestión de las PASO pasa por otro lado. La sucesión de tres turnos electorales para la presidencia -PASO, primera vuelta, balotaje- ya ha creado en el pasado un colapso político, porque la derrota del candidato del gobierno en las PASO anticipa en tres meses el tiempo de cambio de mandatarios. Con un país en default, cualquiera sea la medición que se use, se llegaría a una situación política límite. El macrismo, sin embargo, se abraza a las PASO como un incierto camino de supervivencia, a pesar de los riesgos que conlleva. La participación de todas las corrientes del Pro, del radicalismo y de la coalición de Carrió no puede darse por descontada. En esta variante de fragmentación, si las PASO no se suspenden podría haber numerosas PASO, para todos y todas. La fragmentación generalizada podría incentivar la abstención y el voto en blanco. En resumen, el sistema político no pasaría las PASO.
Las PASO, así como también el estatuto de partidos políticos fijado por el Estado, y los obstáculos innumerables para obtener el certificado legal; todo esto comporta una estatización de los partidos –un verdadero oxímoron, o contradicción en términos- porque la función elemental de cualquier partido es la defensa de determinados intereses históricos o inmediatos, en contraposición a otros partidos y al propio Estado que pretende encarnar la representación del conjunto de la sociedad. El Poder Judicial ha sido encargado de fallar en disputas internas de partidos, al punto que incluso en el FIT-U se han solicitado intervenciones judiciales en situaciones de crisis partidarias. Estamos frente a otra expresión más de la irreversible descomposición de la democracia burguesa, que no se reduce a los ajetreos en el Poder Judicial. Lo que está ocurriendo ahora mismo con el Consejo de la Magistratura demuestra que la designación de jueces y fiscales es una trama mafiosa.
Los proyectos en danza no plantean derogar las PASO -sólo su suspensión- ni la regimentación estatal de los partidos en general. La cuestión de las PASO se suma al fraude político generalizado que abunda en los discursos de oficialistas, semi-oficialistas, opositores y semi-opositores.