El ajuste y el Encuentro de Mujeres

Escribe Javiera Sarraz

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Los convocantes del próximo Encuentro Nacional de Mujeres han dejado fuera de la agenda del movimiento de mujeres a la lucha contra el ajuste que lleva adelante el gobierno y que las golpea especialmente, como puede leerse en la convocatoria publicada en la página oficial del encuentro. La situación actual de las trabajadoras deja planteada la necesidad de un programa y un plan de lucha por todas las reivindicaciones.

Las cifras del ajuste: desocupación

Según el último Boletín de estadísticas laborales del INDEC, presentado en marzo, el 49,7 % de las mujeres económicamente ‘activas’ en Argentina se encuentran desocupadas, ‘subocupadas’ (part time) o ‘no registradas’ (en negro). Este índice se encuentra por encima de la general. La categoría de ‘subocupadas’ corresponde a mujeres que trabajan menos de 35 horas semanales, pero buscan un empleo a tiempo completo, mientras que en la categoría de ‘ocupadas’ se incluye a las mujeres que cobran el Potenciar Trabajo, hoy en $25.000, por el que realizan contraprestaciones.

La desocupación de las mujeres es un 30 % mayor que la de los varones y dos tercios de las personas que cobran el Potenciar Trabajo son mujeres. A su vez, la mayoría de los comedores populares están sostenidos por mujeres. El caso de Ramona Medina, que falleció por Covid en la Villa 31 hace dos años, fue el caso más resonante de las miles de mujeres que se pusieron en la primera línea de lucha contra la pandemia en los barrios.

Para ‘compensar’ esa exposición de la vida de las mujeres en lo peor de la pandemia, el gobierno impulsó la ‘ley Ramona’, que significó un adicional de $5000 (cuyo monto se mantiene invariable hasta el día de hoy) que se suma al Potenciar Trabajo de las encargadas de comedores. El alto nivel de desocupación y precariedad laboral para las mujeres se ve reflejado en que componen el grueso de las columnas de las organizaciones sociales que salen a la calle a reclamar por un subsidio al desocupado y alimentos para los comedores.

Precarización laboral

Siguiendo el informe del Boletín de Estadísticas, entre los puestos de trabajo no calificados cada $100 que percibe un varón las mujeres reciben $69. Las mujeres están relegadas principalmente a trabajos y servicios domésticos o de atención al cliente, es decir, se encuentran atomizadas. Entre las ocupadas, el 47 % trabaja en tareas ultraprivadas, donde comparten como máximo con 4 trabajadores más.

De las mujeres ‘activas’ no registradas (trabajo en negro), el 40 % corresponde a trabajadoras de servicios domésticos. La difícil organización de esta rama del trabajo explica que sus salarios sean de los más bajos y sus niveles de trabajo en negro sean de los más altos.

Las principales ramas de ocupación de las mujeres que perciben un salario formal son en la enseñanza (25%) y la salud (14,8 %), cuyo salario básico es de $83.000 pesos en el caso de la docencia y $75.000 en el de las enfermeras. La última encuesta de CTERA reveló que el 78 % de los docentes son mujeres. La encuesta arroja además un alto índice de enfermedades y estrés relacionados con el trabajo, además de trastornos ginecológicos, partos prematuros y pérdidas de embarazos. El trabajo de enfermería es directamente considerado insalubre y los gobiernos se niegan a reconocer las 6 horas de trabajo.

Maternidad

La soledad en el terreno del trabajo aumenta dramáticamente con la presencia de infantes en el hogar. De cada 100 mujeres en hogares con infantes de hasta 6 años de edad, 15 trabajan desde la vivienda. El hogar se vuelve para las mujeres una suerte de campo de concentración donde las mujeres tienen que trabajar, maternar y, por supuesto, cumplir con las labores domésticas.

El Indec calcula que al menos 8 de cada 10 mujeres se hacen cargo de las tareas domésticas del hogar, mientras que entre los varones la relación es 5 de cada 10. Esta situación reduce el tiempo que las mujeres trabajadoras disponen para otras actividades de socialización.

Jubilación

La desocupación y la precarización afecta también los ingresos jubilatorios de las mujeres, quienes trabajan menos tiempo promedio que los varones, al margen del nivel educativo. El ingreso medio de las trabajadoras sin descuento jubilatorio corresponde al 65 % del ingreso de los varones. Por su parte, entre las mujeres de 59 años con aportes jubilatorios, casi la mitad proviene de aportes de casas particulares y monotributos, en circunstancias en que, entre los varones de 64 años de edad, predominan aportes jubilatorios derivados de trabajos en relación de dependencia.

Programa

Las mujeres trabajadoras cargan sobre sus espaldas con gran parte del peso del ajuste. Un encuentro que reúna mujeres de todo el país representa una instancia de primer orden para levantar un programa por el salario y el trabajo, contra el ajuste y la desocupación.

Basta de hambrear a las mujeres trabajadoras y sus familias. Por un salario igual a la canasta familiar. A igual trabajo, igual salario. Basta de aislar a las mujeres en casas particulares y tareas domésticas. Por una bolsa de trabajo para todas las desocupadas y desocupados. Reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. Apertura de comedores y lavanderías comunitarias a cargo del Estado, bajo control de los y las trabajadoras. Instalación de guarderías en fábricas y barrios a cargo de las patronales y el Estado.

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