Revisión paritaria: Sindicato de Alimentación firma el cepo al salario

Escribe Pablo Busch

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La Comisión Directiva de la FTIA -Federación de Trabajadores de la Industria de la Alimentación- anunció el viernes el cierre de la cláusula de revisión de la paritaria 2022-2023. El acuerdo contempla dos nuevas cuotas del 6 % cada una para los meses de setiembre y octubre. Con este 12 %, la paritaria de la Alimentación totaliza un 71 %, contra una proyección inflacionaria del 100 % y en las puertas de una hiper no es un aumento, sino un cepo al salario y a las iniciativas de lucha que vendrán. La revisión de la paritaria avícola, que discute el mismo gremio pero con otra cámara empresaria, sigue sin cerrarse.

La paritaria que se sometió a cláusula de revisión había sido cerrada en mayo por el 59 %, en el marco del adelantamiento de las paritarias promovido especialmente por la Unión Industrial y acordada con la CGT y el Gobierno. Lo que se presentó a los trabajadores como una paritaria récord terminó, seis meses después, quedando en claro que era un operativo contra el salario.

El adelantamiento de la paritaria 2022-2023 le había permitido a las empresas no revisar la paritaria anterior, en la que la pérdida contra la inflación sumó un 6,4 % (52,6 % la paritaria, 59 % la inflación interanual). Con revisión y todo, el salario básico inicial del trabajador de la alimentación será en setiembre de $121.000 y de $127.000 en octubre. Una miseria.

La revisión paritaria del STIA se inscribe en la orientación del Gobierno Nacional de controlar la inflación a través de pisar los salarios. El debate entre actualización paritaria o sumas fijas, que se dió en el interior del Gobierno y de la CGT, terminó en la nada. Finalmente no se dió ni una ni otra variante: las paritarias continúan en la pauta del 60-65 % -como acaba de firmar sin sacar los pies del plato la UOM de Furlán. El “plan de shock” que se discute en los círculos capitalistas tiene como punto de partida el congelamiento de los aumentos paritarios -en ese sentido apunta el aumento de suma fija que promueve el kirchnerismo-.

La revisión del acuerdo paritario incluye otra vez las cuotas como "no remunerativas", es decir que no pagan el aporte jubilatorio. El Gobierno le libera a las patronales el costo del aumento salarial hasta diciembre, excepto obviamente los aportes que van a la caja del STIA. Esto representa unos centavos más en el salario neto de los trabajadores a costa del vaciamiento de los fondos jubilatorios y del INSSJJPP (Instituto de seguridad social de jubilados y pensionados) y coloca al Gobierno y a Daer-Morcillo en el campo político enemigo de los jubilados.

El STIA, que no se moviliza por los salarios ni por nada que tenga que ver por los intereses reales de los trabajadores de la alimentación, se movilizó sí, aunque raquíticamente, con la CGT en un apoyo vergonzante a la política del Gobierno. La revisión paritaria del STIA se discutió al igual que la paritaria, a espaldas de los trabajadores y sin luchar. El sindicato, lejos de ser un canal para las luchas de los trabajadores, actúa como un dique de contención de la iniciativa de la clase obrera. El acuerdo de revisión suscripto, que deja al salario de los alimenticios rondando la pobreza, no podía ser de otra manera: el STIA está colocado abiertamente en el campo de la defensa del gobierno ajustador y de los planes económicos del Fondo Monetario Internacional. Nuestro salario es sacrificado en el altar de la embajada yanqui, adonde peregrinan todos los dirigentes sindicales del Frente de Todos.

La lucha por un salario igual al costo de la canasta familiar, que la conducción del gremio abandonó, está en manos de los activistas fabriles del STIA. Las banderas históricas que la burocracia arría cada día deben ser tomadas por los trabajadores. Concentrar el activismo de las fábricas de todo el país, detrás de un programa propio de los trabajadores, empezando por el salario mínimo igual a canasta familiar, es la tarea del momento.

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