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Para el editorial de Clarín del día de hoy, “la oposición no quiere dejar al Gobierno” sin “este proyecto de Presupuesto, en especial” porque, para Macri, “tiene el aval del FMI”. Por otro lado, dice el mismo diario, el FdT “cede para sumar votos opositores”. “Ceder para crecer” fue el slogan de las patronales que se reunieron la semana pasada en Mar del Plata, en el marco de Idea. El embajador norteamericano, Mark Stanley, ha logrado concretar, al menos en buena parte, el llamado a una coalición entre macristas y kirchneristas. Después de todo, se va a votar la Ley de Leyes. Para medir el ‘ajuste’ que han pactado, basta indicar que recibió el rechazo de la Unicef, la organización de las Naciones Unidas para la niñez. “En la mayoría de los escenarios proyectados”, dice el organismo, “contempla un ajuste en las políticas públicas destinadas a la niñez”. El diario La Nación añade “que se dará en un contexto crítico en el que más de la mitad de los chicos son pobres” (20/10). Se trata de una reducción de un billón de pesos – de 2.7 a 1.7 billones.
El dictamen del Presupuesto ya reúne los votos para ser aprobado. En principio, los llamados sectores críticos del kirchnerismo lo harán a favor – la Corriente Federal, el Evita y Patria Grande. No se descarta, sin embargo, que den el ausente, se abstengan y hasta alguno vote en contra, al contar con la seguridad de que cuenta con la aprobación de JxC. En ningún caso, los opositores vocales al FMI tienen previsto marchar al Congreso para hacerlo naufragar.
El proyecto de Presupuesto está construido sobre una base fraudulenta, a saber, que la inflación, en 2023, será de un 60% anual – la mitad de la actual. Ni siquiera advierte lo obvio, que la demanda de importación producirá una devaluación creciente del peso. La falta de insumos y componentes ya está paralizando la actividad fabril. El fraude contable le permite valuar a la baja el gasto público, con énfasis en el gasto social. 600 mil familias acaban de perder el salario familiar debido a que no se ha ajustado hacia arriba el tope de ingresos con derecho al beneficio. Es uno de los ajustes hacia abajo que computa Unicef para advertir del perjuicio a la niñez. El mismo procedimiento ha servido para incluir a más trabajadores en el pago del impuesto a la ganancia personal. Lo que no fue modificado es el subsidio que reciben las patronales, por diversas formas de exención impositiva, conocidas como gasto tributario, que las beneficia en más de 20 mil millones de dólares.
Una transacción entre la mayor parte de los bloques ha establecido que el Presupuesto debería revisarse si la proyección de inflación superara el 60%, pero eso tendría lugar en septiembre del año próximo. En esos nueve meses, la ejecución del Presupuesto habría superado el 70 o más de lo asignado. Macri, bajo la presión del FMI, consiente un Presupuesto que le otorga al gobierno una formidable caja en un período electoral, porque la recaudación superará holgadamente las previsiones, en tanto los gastos serán objeto de mayores ajustes. Las propias “premisas” del presupuesto anticipan una aceleración de la política devaluatoria, junto a los consabidos tarifazos. En términos de recaudación, la diferencia entre los ingresos presupuestados y los que tendrían lugar con la inflación real representa un botín de entre 18.000 y 20.000 millones de dólares. Con esto Massa espera cumplir con uno de los “superávits gemelos”, que anunció como el objetivo de su política.
El Presupuesto prevé reducciones del 15% en términos reales de las asignaciones familiares; del 23-25% en las tarjetas alimentarias y las becas Progresar y cifras todavía mayores para otros programas sociales. Las universidades tendrán un 12% menos de recursos. Como se sabe, la reducción de “subsidios” -del 16%- será compensada con tarifazos en la luz, el agua y el transporte. El gobierno “accedió” a aumentar algunas de las partidas sociales, en un monto que representa la tercera parte de lo que había ajustado anteriormente. A cambio de ese maquillaje, espera que no le fallen los diputados de la “izquierda” kirchnerista.
Los salarios de los trabajadores tienen un elevado componente ficticio, porque a la hora de canjearlos por mercaderías sufren el impacto del aumento de precios. No está previsto, sin embargo, que los impuestos al consumo sufran un descuento por inflación; que el IVA, por ejemplo, se reduzca en un porcentaje similar al aumento de los precios. Que una inflación mensual del 7%, reduzca el IVA, digamos, al 19%. Con empresas y bancos ocurre lo contrario: en los balances impositivos el impuesto a las ganancias no grava los costos inflacionarios. Esta manipulación alienta la acumulación de stocks y el endeudamiento en pesos, como ha ocurrido con la soja en los silos bolsa. El sistema impositivo alienta la inflación. Si se produjera un derrumbe de precios, numerosas empresas irían a la quiebra.
Significativamente, mientras se poda el presupuesto para la educación y la niñez, el proyecto de marras autoriza el descuento de ganancias del 40% de las cuotas de los colegios privados. Se trata de un premio a patronales y gerentes y, sin duda, para el clero. En la Argentina de los Larreta y los Kicillof, la educación privada es un ítem de inversión lucrativa a igual título que la inversión inmobiliaria.
La confección del Presupuesto ha expuesto en forma sinuosa la amplitud del derrumbe del sistema de Salud. Prevé gravar un 15% los planes de salud superiores a los básicos. El financista de Swiss Medical, Belocopitt, se apresuró a advertir que serían transferidos a los usuarios del sistema. Al mismo tiempo, se desconoce que haya algún plan de reestructuración de la salud que apunte, al mismo tiempo, para aumentar salarios de médicos, enfermeros, auxiliares, residentes y concurrentes, y extender la atención sanitaria y a reducir tarifas y co-pagos siderales. La recaudación de este impuesto que pagarían los usuarios no se encuentra asignado a la Salud sino a reducir el déficit fiscal a costa de la población laboriosa. Los Massa deberían mirarse en el destino de Liz Truss, la británica libertaria que fue eyectada en cinco semanas del gobierno, luego de presentar un “mini-presupuesto” que desgrava a los ricos y saquea a los pobres.