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Las “primeras medidas” que tomaría Gabriel Solano en el caso de ser electo presidente han recibido una amplia difusión de parte del PO oficial. Las había ofrecido en una entrevista en el canal Bravo TV, luego de que proclamara que “Argentina necesita un presidente trotskista”, sin recurrir al lenguaje inclusivo, en un reportaje brindado a Infobae. En ningún momento flirtea siquiera con proponer la instalación de un gobierno de trabajadores. No traza, por lo tanto, ningún programa socialista, El contenido de la crisis política en el Partido Obrero y las expulsiones sumarias se tornan absolutamente claras.
Antes de explicitar su ´primera medida´, Solano asegura que el país “está en una fuerte crisis porque todos nos han gobernado con una política de saqueo de la Argentina”. No estamos, entonces, antes una crisis capitalista objetiva, sino a las consecuencias de partidos y políticos incapaces, cuando no delincuentes. Si la caracterización de Solano fuese adecuada habría que recurrir a Comodoro Py, no a una transformación histórica de la organización social y política. Está ausente, en Solano, el período de pandemia y crisis climática de la sociedad capitalista, grandes crisis financieras internacionales, una guerra de alcance mundial, grandes crisis políticas y levantamientos populares desde Irán hasta Haití, pasando por la huelga general de Francia y la crisis política y financiera de Gran Bretaña. El PO oficial ha convertido en una constante el enfoque provinciano y politiquero.
Solano se refiere al “saqueo de Argentina” –no a los trabajadores, ni menciona que es un ‘saqueo’ de unos argentinos contra otros–, los acreedores nacionales de la deuda pública contra los que se han convertido en deudores que deben pagarla. La burguesía nacional es dueña de las dos terceras partes del total de la deuda pública y semipública. Las estadísticas, por otro lado, marcan un fuerte retroceso de la participación de los salarios en la facturación de las grandes empresas y en el PBI. La participación de los trabajadores en el PBI cayó 9 puntos entre 2016 y 2021. Al lado del abordaje subjetivo y superestructural de la crisis, Solano añade uno nacional y popular, que ignora la explotación del capital nacional sobre la fuerza de trabajo.
El PO oficial elude todo este planteo de Solano y se concentra en difundir “la primera medida de gobierno” de “Solano presidente”: el traspaso del comercio exterior a manos públicas, lo que Solano llama “medidas soberanas”. Solano vuelve a la carga de viejas formulaciones. La “propuesta” ya había sido largamente desarrollada por Solano en Infobae en relación al debate sobre la 'soberanía alimentaria'. Aquí vuelve a la carga con sus 'medidas soberanas'. Repite que “como Argentina tiene ciertas materias primas que son valiosas a nivel mundial y una tierra que es más productiva (tenemos una renta diferencial de la tierra) eso lo tenemos que hacer valer para nuestra soja, nuestro gas”. Ni siquiera se le ocurre que los precios de esas materias primas son oscilantes y que, como ocurriera repetidamente en el pasado, su precio depende del mercado.
Por otro lado, como ya lo hemos señalado en el pasado, es falso “que un comercio estatizado repartiría de otro modo la renta agraria y la renta extraordinaria de exportación"; no beneficia a los trabajadores sino a la burguesía industrial, que se quedaría con una parte de esa renta como consecuencia del abaratamiento relativo de la fuerza de trabajo. Es lo que han hecho todos los gobiernos hasta ahora, en cien años, con instituciones de control o con retenciones. El socialismo no se identifica con políticas de retenciones, IAPI’s, Junta de Granos, o una Corporación de Productores de Carne. Es en particular lo que hizo el kirchnerismo, reforzado incluso por otra pesificación –la de las tarifas” (Jorge Altamira, “Qué nos dice la discusión sobre ‘seguridad alimentaria’”, Política Obrera 26/06/20). Desde que Inglaterra derogó la ley de granos, el beneficio del abaratamiento de la alimentación fue acaparado por la burguesía industrial.
Tampoco “las famosas 'Juntas' de granos o carnes jamás pudieron ´disciplinar´ al mercado. Bien mirado, nacieron no contra el mercado sino a pedido de los propios capitalistas nacionales para defenderse de las convulsiones del mercado mundial, concretamente de la deflación. Los intentos capitalistas de reglar la producción desde el estado han fracasado en todo el mundo, bajo los más diversos gobiernos, desde siempre. No todos los arbitrajes estatales tienen el mismo carácter, pero no pueden superar sus límites de clase. Nunca los marxistas hemos hecho propia una política burguesa determinada. La delimitación con las posiciones de este tipo es una cuestión de principios” (Norberto Malaj, “Solano-Heller, desarrollismo zombi”, Política Obrera 07/07/20).
En un artículo de un compañero de expulsiones de Solano, Pablo Heller asegura que las medidas de Solano las ejecutaría un Estado obrero, algo que el propio Solano evita cuidadosamente siquiera sugerir. Pero un Estado obrero que resucite la Junta de Granos o el IAPI demostraría con esas acciones que es un Estado capitalista. Esas instituciones reguladoras son una reafirmación del status quo, de ningún modo parte de “un plan de transformación social”. Cuando en la entrevista televisiva el periodista le preguntó si esas medidas significaban la expropiación de los campos y de la producción, Solano respondió que no. Del Caño, por su lado, sólo habla de expropiar a 14.000 terratenientes. Esto es el FIT-U.
Los planteos de “control” y “planificación” de la economía (estatismo) ni siquiera son de cuño “populista”, pues fueron forjados en Argentina bajo el gobierno oligárquico de Justo. Desde allí llevaron adelante reformas como el control de cambios, la creación de Juntas Reguladoras y el Banco Central. Estas Juntas funcionaban de la misma manera que propone Solano: el gobierno le compraba al campo y luego vendía al exterior. El objetivo de las Juntas no era otro que rescatar a la oligarquía agraria por la caída internacional de los precios de las materias primas a partir del crack de 1929. Luego de esta tentativa oligárquica vino la tentativa populista, con la creación del IAPI; en esta ocasión, con los precios de las materias primas en alza, el Estado embolsó la diferencia. Con una nueva caída internacional de los precios de las materias primas, la retención de renta del IAPI se transformó en subsidio a la oligarquía agraria. Como “no hay dos sin tres”, ahora aparece una tercera tentativa reguladora, después de la oligárquica y la populista: la “trotskista”.
En el Programa de Transición, Trotsky había advertido que “el capitalismo liberal basado en la concurrencia y la libertad de comercio se ha eclipsado en el pasado. El capitalismo monopolizador que lo reemplazó no solamente no ha reducido la anarquía del mercado, sino que, por el contrario, le ha dado un carácter particularmente convulsivo. La necesidad de un 'control' sobre la economía, de una 'dirección' estatal, de una 'planificación' es reconocida ahora (al menos verbalmente) por casi todas las corrientes del pensamiento burgués y pequeñoburgués, desde el fascismo hasta la socialdemocracia. Para el fascismo se trata sobre todo de un pillaje 'planificado' del pueblo con fines militares. Los socialdemócratas tratan de desagotar el océano de la anarquía con la cuchara de una 'planificación' burocrática. Los ingenieros y los profesores tratan de convertirse en tecnócratas. Los gobiernos democráticos tropiezan en sus tentativas tímidas de 'reglamentación' con el sabotaje insuperable del gran capital”.
En definitiva, el “presidente” Solano repite las recetas de aquellos mismos que “saquean” el país, además de mentar la deuda pública usuraria. La Internacional Comunista había advertido que si bien todo gobierno burgués es simultáneamente un gobierno capitalista, no todo gobierno obrero es un instrumento revolucionario del poder del proletariado. Daba como ejemplo de “gobierno obrero liberal” los dirigidos por el partido laborista inglés; la “propuesta” de Solano empequeñece, sin embargo, ante las acciones del gobierno de Clement Atlle que, bajo la presión revolucionaria de la segunda posguerra, creó el mayor sistema de salud gratuito del mundo, “de la cuna a la tumba”. Solano se blanqueó como un candidato trotskista liberal –una clara ‘salida del closet’-. El programa de un presidente o presidenta trotskista debe ser un programa de partido, en primer lugar, y debe señalar las medidas de transición para pasar de gobiernos capitalistas a gobiernos de trabajadores, que establezcan un inequívoco poder obrero.