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En una conferencia conjunta del ministro de Economía, Sergio Massa, y la titular de la ANSES, Fernanda Raverta, se confirmó el aumento por movilidad jubilatoria del 15,6 % para todos los haberes. De esta forma los jubilados que cobramos la mínima -más de 6 millones de personas- pasaremos de $43.353 en la actualidad a $50.124 a partir del 1 de diciembre; los de la máxima, pasarán de $291.722 a $337.289.
Aunque la puesta en escena incluyó un aplauso, el anuncio simplemente corresponde a lo establecido por la ley de movilidad de los Fernández, que calcula el reajuste trimestral en base a un coeficiente combinado de los resultados de la recaudación fiscal destinada a ANSES y la evolución del promedio salarial indicada por el RIPTE. El resultado arrojó, en el cierre del año, un porcentaje equivalente a menos de la mitad de lo que hubiera sido necesario para que los haberes empaten con la inflación. La confiscación anualizada por la vía de la carestía asciende a por lo menos 15 puntos en 2022. En cambio, según la ´contabilidad creativa´ de la titular de la ANSES, en el último año el haber mínimo superó la inflación por 7 puntos.
Los funcionarios anunciaron además un refuerzo por los meses de diciembre, enero y febrero de $10.000 -$330 por día, o sea el valor de un café- para quienes cobren la mínima. Para el resto, se cobrará en forma descendente hasta aquellos que cobran dos haberes mínimos, para quienes el bono será de $ 7.000. Jubilados que cobren haberes superiores no recibirán bono. De este modo, la pirámide seguirá achatándose. Tampoco están incluidos en el bono los pertenecientes a los mal llamados “regímenes especiales”, como docentes, docentes universitarios, trabajadores de Luz y Fuerza y empleados judiciales. Como este bono de miseria, al igual que los anteriores, no se incorpora al haber, los cálculos de la movilidad para el reajuste se toman sobre un valor menor. El bono tampoco se computa para el medio aguinaldo. Sencillamente, el bono cumple la función de un reintegro parcial, limitado en el tiempo y acotado, de lo confiscado.
Según declaraciones de Sergio Massa sobre estas medidas: “la mirada al tomar esta decisión esta puesta en construir un puente para tratar que, mientras trabajamos las variables macroeconómicas para intentar bajar la inflación, podamos seguir un camino de recuperación de ingresos de nuestros jubilados y jubiladas”.
El único puente que construyeron tanto los Macri como los Fernández-Massa fue con el FMI para demoler el régimen previsional. Sus objetivos son la desindexación de los haberes, convertir a la jubilación de un salario diferido en una pensión asistencial a la vejez, elevar la edad jubilatoria, destruir los regímenes especiales, y retornar a la jubilación privada.
Las medidas macroeconómicas para bajar la inflación se convirtieron en el voto de ambos lados de la “grieta” del Presupuesto 2023, un plan inflacionario, que ataca la salud, la educación, los salarios y haberes, al tiempo que exime a las patronales del pago de millones de dólares y garantiza el sostenimiento del valor de los bonos de la deuda.
El único camino de recuperación de los ingresos de jubilados y pensionados es unirnos y luchar a lo largo y ancho de nuestro país. Ningún trabajador y ningún jubilado debe ganar por debajo de la canasta familiar, hoy en $ 250.000.