Escribe Emiliano Fabris
Conmemora el 50 aniversario de la operación contrarrevolucionaria de los militares, los partidos patronales y la burocracia de los sindicatos.
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Se cumplen 50 años del ‘primer’ retorno de Perón luego de su exilio y proscripción. La jornada fue luego bautizada por el peronismo como el “día de la militancia”, sin la menor consideración por los asesinatos de los militantes por parte de la triple A que creó el mismo Perón. La celebración oficial del aniversario, en el estadio único de La Plata, tiene el propósito de impulsar el ‘operativo clamor’ por otro retorno, el de la propia Vicepresidenta, que se ha quedado sin sustitutos para las caóticas elecciones de 2023.
Para el diputado del FdT, Eduardo Valdés, la jornada conmemora “el triunfo de la generación que se planteó luchar para que vuelva, esa es su generación (de CFK) y la nuestra”. En un tono de épica que no condice con la decadencia ostensible del oficialismo, “retomamos, dice, el legado de nuestros compañeros y así logramos que Perón volviera atravesando un calvario judicial y la proscripción política, algo similar es lo que le sucede a la Vicepresidenta. El 17 de noviembre del '72 regresó Perón, ahora regresa Cristina” (Télam, 10/11/2022).
El paralelismo es un atroz infortunio. Perón regresó a la Argentina de la mano de la gran burguesía, del “Gran Acuerdo Nacional” que incluía a Lanusse, al líder de la UCR Ricardo Balbín, a Oscar Alende y al Partido Comunista, con el fin de estrangular el proceso político abierto por el Cordobazo del 69 -una movilización revolucionaria independiente de la clase obrera-. Perón vino a poner fin a una lucha, no a promoverla. El retorno de Perón no estuvo presente ni una vez en los levantamientos populares: fue introducido desde afuera por Montoneros, adoptado ‘críticamente’ por otras organizaciones guerrilleras, celebradas como una victoria por todo el arco izquierdista –con excepción, es redundante señalarlo, de Política Obrera- y recogido más tarde por la cúpula militar.
El peronismo oficial integró el frente de partidos La Hora de los Pueblos, como garantía a las fuerzas armadas, dirigidas por el ‘liberal’ Agustín Lanusse. En 1964, un intento de retorno había sido frustrado, en acuerdo con Estados Unidos, porque amenazaba crear un ambiente de agitación política y porque contradecía una decisión de las fuerzas armadas de derribar a Illia por medio de un golpe de Estado. El retorno definitivo de Perón ocurrió más tarde, en mayo de 1973, acompañado por mafias reaccionarias como la Logia P2 del italiano Licio Gelli, acusado de intento de golpe de Estado en su país. Se produjo entonces la masacre de Ezeiza, una tragedia que sirvió para demostrar que Perón no resolvería nada, a pesar de la euforia por su regreso. El entusiasmo del gran capital por la presencia de Perón en el país se manifestó de un modo peculiar cuando la UIA decidió disolverse e integrarse en la Confederación General Económica peronista, presidida por José Gelbard, militante clandestino del Partido Comunista.
Perón, en el país, promovió una serie de golpes de Estado, derrocando a Cámpora, electo en marzo del 73 y a una serie de gobernadores, algunos de los cuales serían asesinados por la triple A creada por Perón. Perón observó, sin chistar, los golpes militares en Uruguay y Chile (Pinochet) que, junto a Bolivia, Brasil y Paraguay, formaban el cerco a la ‘democracia’ argentina, por un lado, y fundamentalmente a la Revolución Cubana.
¿Alguién le aviso a la setentista CFK lo que pasó en “su generación”? El ‘retorno’ de Cristina Fernández tiene en común con el regreso de Juan Domingo Perón el estado de coma histórico del peronismo. La ‘montonera’ Patricia Bullrich hará de la conmemoración de ese su bautismo político, en compañía de los contemporáneos y descendientes de aquellos que pactaron el retorno de Perón desde el poder, como último recurso contra una salida revolucionaria.
Marx advertía que “el pasado oprime el cerebro de los vivos”. ¿Alberto Fernández sería el Cámpora de CFK, con la venia de ‘la’ Cámpora? CFK pretende también ‘derrocarlo’, pero más modestamente, de las Paso; la tragedia convertida en farsa.
En las vísperas de este 17 de noviembre, peronistas y radicales harán actos para celebrar el ‘gran abrazo’ entre Perón y Balbín, impulsor tardío de otra masacre contra la ‘guerrilla fabril’. Toda una novedad. Se trata de celebrar un abrazo con otro abrazo. En este caso, los radicales pretenden cumplir con el mandado de “la embajada”, que reclama un régimen de coalición. El cambalache discepoliano no muere nunca. La burocracia sindical ‘camporista’ se movilizará al acto de CFK, a sabiendas de que representa una causa perdida, pero también atrapada por el pasado. En el caso de la UOM, no querrá recordar el apoyo a la militarización del Paraná, impuesta por la sucesora de Perón, con el especial apoyo de esa burocracia.
Que Cristina Kirchner se proponga regresar es un testimonio de su ausentismo político.