Escribe Mali Quintillán
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“Uniendo luchas en defensa del agua, el territorio y la vida. ¡No hay planeta B!”. Con esta consigna sesionará durante los días 19, 20 y 21 de noviembre, en Allen, Rio Negro, la Tercera Cumbre Latinoamericana por el Agua para los Pueblos, convocada por organizaciones ambientalistas, entre ellas la Asamblea permanente de Allen y la seccional local de Unter (sindicato docente).
La sede del encuentro es parte del yacimiento Estación Fernández Oro, en el sector rionegrino de Vaca Muerta y la localidad del Alto Valle de Río Negro, donde la producción frutícola convive con el fracking. La explotación petrolera por fracking se instaló allí hace más de diez años. Sin ningún tipo de consenso social ni evaluación de riesgos fue modificada la matriz productiva de la zona y grandes torres petroleras fueron instaladas en medio de las chacras productoras de pera, con las consecuencias ambientales -temblores, filtración de hidrocarburos- que rápidamente se registraron y pusieron en alerta a distintos sectores sociales. En agosto de 2012 se formó la “Asamblea permanente del Comahue por el agua Allen” cuando comenzó el movimiento de vehículos de gran porte en las calles rurales del lugar y se tomó conocimiento de que la zona había sido declarada “zona de sacrificio”, es decir sujeta de manera permanente a daño ambiental.
En 2018 se realizó la primera “Cumbre” en Andalgalá, Catamarca, cuya población fue pionera en la lucha ambiental. La segunda se hizo en Hachal, San Juan, en 2019, allí se resolvió que Allen (Río Negro) sería la siguiente sede. La pandemia retrasó los tiempos hasta hoy.
“Recurrir a la justicia requiere siempre dinero y no somos escuchados”, dicen los organizadores de esta tercera cumbre. Las empresas tienen grupos de abogados muy fuertes que cuentan con el aval de los gobiernos nacionales y provinciales de turno que les abren las puertas para ocupar cualquier territorio que les sea útil para desarrollar la explotación que se propongan a cambio un puñado de puestos de trabajo, la modificación absoluta de los modos de vida del lugar y una serie de consecuencias nefastas sobre la salud.
Desde uno de los barrios afectados por la instalación de equipos petroleros a metros de las casas, desde 2014 existen denuncias a la empresa y han presentado un amparo colectivo que se encuentra en la justicia federal, en etapa de investigación. Familiares de embarazadas y niños afectados reclaman historias clínicas por enfermedades “raras” que no obtienen diagnósticos, pero le son sistemáticamente negadas.
Ruidos permanentes, humo, olor a azufre, vibraciones de tierra, derrames de las “aguas de retorno” que llegan hasta el río Negro a través de las compuertas y canales de riego, son el paisaje cotidiano de las otrora chacras productoras de frutas y hortalizas.
Los vecinos han realizado bloqueos en las entradas de los sitios de producción y como respuesta recibieron denuncias de YPF, que amenaza con iniciarles causas judiciales en caso de nuevos cortes. La fiscal les ha recomendado enfáticamente que no realicen protestas, según denuncia el Observatorio Petrolero Sur en marzo del 2021. Desde el Observatorio Petrolero Sur, precisamente, armaron una línea de tiempo de los accidentes solo en Allen. En 2014 explotaron dos pozos y otro se incendió y provocó llamas de hasta 15 metros de altura. El 2015 fue el año de los derrames – fueron cuatro. La empresa Yacimientos del Sur (YSUR, subsidiaria de YPF) les ofreció a una veintena de vecinos una compensación de 44 mil pesos al año, pero les exigió a cambio una cláusula de confidencialidad, la colaboración con la empresa en caso de protestas y la renuncia a nuevos reclamos.
Esta tercera Cumbre Latinoamericana por el agua para los pueblos debatirá sobre estos temas y todos los que atraviesan una provincia en la que la explotación minera y petrolera tiene el primer lugar en la agenda del gobierno. Contará con la presencia de exponentes sobre consecuencias similares por actividad petrolera en el mar, las consecuencias destructivas para los territorios de pueblos originarios, el agua y la destrucción ambiental a manos de las corporaciones extractivistas (hidrógeno verde, hidrofractura, uranio, mega minería, agro tóxicos, incendios forestales, litio).
La destrucción del medio ambiente es la consecuencia directa de la rapiña capitalista. No serán los gobiernos de la burguesía quienes pongan fin a esa destrucción. El capitalismo, en definitiva, es un predador voraz de su principal recurso ´natural´ - la fuerza de trabajo de la clase obrera.
Cambiar el mundo requiere, inevitablemente, el cambio del sistema social.