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Hace sólo una semana atrás, las crisis políticas que atraviesan Bolsonaro, Trump, López Obrador o Lenin Moreno en sus países eran contrastadas con el “alto consenso” atribuido al gobierno del Frente de Todos, en el manejo de la pandemia. El gobierno argentino prolongaba la cuarentena, bajo la promesa de priorizar a “la salud sobre la economía”. Pero bastaron unos días para que el precario equilibrio político del gobierno FF fuera arrasado por “la economía”, si se entiende por ésta a los intereses capitalistas que han salido furiosamente en su propio rescate.
En lo que va de la cuarentena, el gobierno ya lanzó dos planes de “emergencia económica” y “reactivación productiva” que murieron antes de nacer. El primero pretendía incentivar la demanda
de créditos para el consumo y la construcción, cuando las condiciones de la pandemia obligaban a paralizar esas actividades y mandar a buena parte de la fuerza laboral a sus casas. El segundo paquete apuntaba a rescatar a esas empresas cerradas con créditos baratos, pero los bancos lo boicotearon por temor a cargar con un tendal de deudas impagas. Los capitalistas respondieron a la paralización económica con despidos: el gobierno dictó un decreto para prohibirlos, pero habilitando suspensiones masivas y bancadas por el propio Estado, a través de un régimen ampliado de Repros.
Mientras tanto, la escalada de contagios y muertes siguió su marcha. Ginés García anunció entonces la “centralización” de los recursos públicos y privados de salud, algo de lo que tuvo que desdecirse en horas por la oposición de los grupos capitalistas que controlan la medicina prepaga. Finalmente, la reapertura de los bancos para pagar jubilaciones y asignaciones -haciendo estallar al `aislamiento´- sirvió de detonante de todos los choques anteriores. Al menos tres áreas -el Anses, el Banco Central y el propio ministerio de Salud- podrían ser el blanco de una crisis de gabinete, ello si el empantanamiento en la negociación de la deuda no se lleva puesto al ministro de Economía.
El gobierno del FdT ya mostró sus límites para lidiar con todas las contradicciones sociales que plantea la cuarentena, como resultado de sus ataduras a los intereses capitalistas. La única respuesta que aventura en estos días es que “la cuarentena será gradualmente levantada”, frente a las presiones patronales y también de la burocracia sindical. La Nación de hoy (5/4) destaca un “documento de trabajo” redactado por asociaciones y técnicos del gran capital, que le fue presentado al gobierno. Es un programa integral de levantamiento del aislamiento social con una gran impostura, pues finge conciliar “medidas de prevención” -diagnósticos masivos, cuidados sanitarios- con un rápido regreso al trabajo. Sus redactores saben, sin embargo, que el país no cuenta con los kits de pruebas suficientes, y que el número de contagiados está subestimado precisamente por ese motivo. Ni el Estado ni las patronales proveen tampoco elementos integrales de seguridad sanitaria, con excepción de los lugares donde éstos fueron reclamados por la acción obrera.
Lo que queda de este recetario, en definitiva, es “la vuelta a las actividades”. Pero la prolongación en el tiempo de la curva de contagio estaría llevando su pico a mediados de mayo, o sea que la “economía” levanta el aislamiento social
en el momento más crítico para “la salud”. Si un final prematuro de la cuarentena refuerza el ascenso de la epidemia, la crisis política subirá varios escalones.
La crisis en desarrollo tiene como telón de fondo a una intensa deliberación y actividad de la clase obrera, y de un modo general, de todos los explotados, incluso con el “aislamiento”. Se expresa, en primer lugar, en los hospitales y sanatorios, que son un escenario de asambleas y luchas por la provisión de elementos sanitarios, insumos y condiciones laborales. En las fábricas que funcionan, donde se plantean estos mismos reclamos, y entre los trabajadores de grandes cadenas comerciales que han arrancado bonos y suplementos salariales. Finalmente, este clima se puso de manifiesto en el repudio popular al maltrato sufrido por jubilados y desocupados este viernes. La balanza de la crisis política comienza a inclinarse hacia sus verdaderos protagonistas, los trabajadores.