Una condena provisoria, una jubilación condicional

Escribe Marcelo Ramal

Tiempo de lectura: 2 minutos

Los partidarios del kirchnerismo han atacado la condena a seis años de prisión e inhabilitación política a Cristina Kirchner sin detenerse en un dato crucial de ese fallo: los jueces dejaron de lado la figura de la asociación ilícita. La declararon absuelta de ese cargo, que tipifica a una organización para defraudar el erario público en beneficio de un interés privado -en este caso, la Vice, Báez, De Vido y otros. Se trata de los negocios de la patria contratista con los funcionarios públicos del momento. Fue practicado desde siempre –las concesiones ferroviarias a los ingleses– pero en especial desde la dictadura militar en adelante; los Videla, Menem, De la Rúa, Kirchner, Macri, aunque en este último caso el asalto financiero del endeudamiento ocupó el primer lugar. La figura de la administración fraudulenta, en cambio, subsume la causa en un conjunto de actos ilícitos que serán objeto de controversias en las sucesivas apelaciones de este juicio –en Casación primero, y en la Corte después. La perspectiva por delante es de largos años de idas y vueltas, en cuyo transcurso los efectos del juicio –la prisión y la inhabilitación- quedarán en suspenso.

Cristina llamó a sus verdugos procesales como “partido judicial” y “mafia”, sin reparar en que es el elenco de magistrados y el Poder Judicial que legalizó el orden social y económico de su propio gobierno, desde la pesificación asimétrica hasta las adjudicaciones monopólicas de Cablevisión y Fibertel al grupo Clarín, que en el discurso de hoy –y con tono plañidero- la propia vicepresidenta lamentó.

En cualquier caso, la condena en Vialidad podría activar las dos causas conexas y provisoriamente cerradas, las de Hotesur y los Sauces, los hoteles que facturaban servicios a las empresas de Lazaro Báez, en un reflujo de dinero que la vicepresidenta calificó, en su alegato anterior, como un “sistema de prestaciones recíprocas”. La caída de la asociación ilícita podría también mandarlos al archivo.

Así como los jueces no descargaron toda su munición –la asociación ilícita- Cristina Kirchner tampoco lo hizo. Desalentó cualquier movilización, y utilizó su discurso posterior al fallo para dejar la promesa incierta de que no será candidata. Aunque está por verse si ese fenomenal repliegue político se verifica a la hora de la presentación de listas, en el momento presente tiene un significado claro: le ha despejado el camino a Massa, es decir, al plan del FMI y a la devaluación oportuna del peso, salvo que la precipite ‘el mercado’ en forma inoportuna. Es también el aval a una eventual candidatura del propio Massa, quien acaba de celebrar con el embajador yanqui, y el aplauso del kirchnerismo, el intercambio de información confidencial que esconde el sistema bancario. A la escalada de apelaciones y nuevos juicios en puerta, Cristina Kirchner ha ofrecido la carta de su jubilación política.

La opinión popular ha sido sacudida, en las últimas horas, por un tendal de acusaciones recíprocas, que dan cuenta de un derrumbe imparable del Poder Judicial, con Consejo de la Magistratura y Corte incluidos. Cristina Kirchner anuncia su renuncia a volver en 2023, para arremeter ahora contra lo que decidió llamar “la mafia”. La puesta en marcha de esta operación pone al Congreso en stand by y ‘obliga’ a gobernar con decretos de necesidad y urgencia. En este punto, es una desautorización a Stanley y Massa, que venían abogando por la superación de la ‘grieta’.

La crisis política ha ganado en velocidad y profundidad.

Suscribite a Política Obrera