Massa y la burocracia sindical, juntos en la demolición del salario

Escribe Marcelo Ramal

Qué significa el techo del 60% para las paritarias 2023.

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Sergio Massa acaba de pactar con una decena de grandes sindicatos una paritaria anual del 60% “con revisión”. Entre ellos, se encuentran la UTA, Bancarios, Textiles, la UOCRA, Comercio, Smata, Sanidad y UPCN. Es un conjunto de sindicatos privados fundamentales, de un lado, y, en el caso de UPCN, el gremio que marca la referencia de las paritarias estatales en todo el país. Según informa el diario Infobae, Bancarios ya estaría discutiendo su paritaria sobre esta base.

El acuerdo “del 60%” viene acompañado de un parloteo oficial dirigido a presentar una inflación “en baja”. Pero el propio gobierno tiene previstos tarifazos del 120 al 150% en el gas para el mes de febrero, y un horizonte indexatorio para todos los servicios públicos en el curso del año. En el plano de los alimentos, los “precios justos” son la pantalla de una remarcación furibunda de los “no justos”, como se aprecia en cualquier chino o supermercado. Estos precios regulados, con seguridad, comienzan a alimentar otro operativo –el de la inflación “autopercibida”, consistente en computar a los precios regulados en el índice de inflación, aun cuando son productos de oferta acotada y que desaparecen de las góndolas en cuestión de minutos.

La hoguera inflacionaria se reaviva todo el tiempo con la fabulosa emisión de moneda para rescatar a la deuda pública en pesos –una operación en abierta crisis, pues los especuladores privados se están retirando masivamente de sus tenencias. La dolarización de esa gigantesca masa monetaria plantea una nueva vuelta de tuerca devaluatoria, que se insinúa en estos días con la corrida del dólar paralelo. La desaceleración inflacionaria, en suma, es un “relato”.

Precios y salarios

La inflación en curso, por lo tanto, es un rescate permanente de los beneficios del capital, a costa del trabajo. A despecho de esta realidad, la burocracia sindical ha ´comprado´ la tesis patronal que coloca a los salarios en el banquillo de la “espiral inflacionaria”. El Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, en su informe de octubre pasado, alude a “la aceleración de la carrera precios-salarios”, una carrera agotadora y sin ninguna perspectiva de aminorar en el corto plazo”. Pero mientras el estado y los capitalistas redoblen la escalada remarcatoria, el deber de las organizaciones obreras es defender el salario. La burocracia, desde los gordos hasta los kirchneristas, hacen lo contrario: para frenar la “agotadora” carrera, aceptan la desindexación de los salarios –ello, mientras el gobierno prevé la indexación sistemática de la deuda pública, del tipo de cambio y de las tarifas.

La operación en curso tiene dos claros objetivos: el primero, consolidar la fantástica caída de salarios y jubilaciones operada en los últimos años. De acuerdo al Mirador del Trabajo y la Economía de la Universidad de Rosario, en los últimos siete años cada trabajador perdió en promedio unos tres millones de pesos, equivalentes al 20% de un salario medio. El segundo objetivo del gobierno es despejar, al menos en el primer semestre del año, el horizonte de cláusulas de reajuste o gatillo en las paritarias. Si después la inflación se acelera, la reapertura de ajustes paritarios llegará tarde y con una nueva caída ya cristalizada en el salario real.

Al operativo antiobrero del gobierno y de la burocracia, es necesario enfrentarlo con un programa claro: el primer reclamo de toda paritaria es un aumento de emergencia del 100%, para comenzar a recuperar el salario perdido; en segundo lugar, los porcentuales de aumento deben corresponder a la inflación real, y no a una mentirosa “expectativa a la baja” que nadie suscribe –los consultores privados estiman una inflación del 80-90% para 2023. Como los portuarios de Rosario y los trabajadores de la Salud de todo el país, el camino es la autoconvocatoria, la asamblea y la huelga, para derrotar esta tentativa de liquidación del salario.

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