¿Rebelión en la curia romana?

Escribe Norberto Malaj

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Cuando Francisco Bergoglio se aproxima a cumplir 10 años como Papa, en el Vaticano se produjo la “erupción del volcán” –Elizabetta Piqué, corresponsal de La Nación en Roma, 14/1. La desencadenaron dos altos dignatarios fallecidos en el lapso de pocos días: el Papa emérito, el alemán Benedicto, quien murió el último día de 2022 y el cardenal Pell, el “´zar´ de las finanzas del Vaticano” (ídem) diez días después. La desaparición del germano Ratzinger, cuya sombra -según todos los vaticanistas- impidió el ejercicio pleno del papado a Francisco, resultó a éste no un ´alivio´ sino una pesadilla.

Según publicó en un libro de memorias su secretario privado, el arzobispo alemán Georg Gänswein, Benedicto despreció siempre al jesuita. El libro suscitó un gran “revuelo” por el “rencor” contra Francisco y los ataques a su gestión. El libro “pareció volver a azuzar al ala conservadora de la Iglesia que espera que el pontificado reformista de Jorge Bergoglio termine lo antes posible” (ídem).

La muerte del cardenal Pell desató una crisis mayor. El ex arzobispo emérito de Sydney, al que Francisco nombró en el consejo de cardenales consultores y más tarde primer prefecto de la nueva Secretaría de la Economía, esto es “´superministerio´ de Economía (...) para reordenar las finanzas y hacer limpieza” (ídem). Pell nunca ocultó su filiación al ala más reaccionaria de la curia. El ´tercermundista´ Francisco lo sostuvo a pesar que el australiano estaba acusado de abusos sexuales a menores. En un juicio en Melbourne, ya en funciones con Francisco, “se convirtió en el más alto funcionario del Vaticano involucrado en un proceso de este tipo. Luego de ser condenado en 2018 y 2019 en primer y segundo grado … a seis años de prisión, en abril de 2020 el Tribunal Judicial Supremo de Australia anuló esa sentencia” (ídem). Ahora tras su muerte vino a saberse que Pell “fue el autor de un ´Memorando´ secreto y con firma anónima que comenzó a circular en marzo pasado en vista de la futura elección del sucesor de Bergoglio, que causó gran zozobra. Pell en ese panfleto tachó de ´catástrofe´ el actual pontificado” (ídem).

En medio de todo esto estalló “otro escándalo: una ex funcionaria del Vaticano denunció una ´diplomacia paralela a espaldas de Francisco´”: “La relacionista pública Francesca Chaouqui, condenada en julio de 2016 por la filtración de documentos reservados de la Santa Sede, denominada Vatileaks II … (y considerada) la ´mata-hari´ del Vaticano, fue citada a declarar en el maxijuicio por corrupción y malversación de fondos que está teniendo lugar en el Vaticano y puso en el banquillo, entre otros, al cardenal italiano Angelo Becciu” (íd., 13/1), un cardenal supuestamente afín a Bergoglio.

Al parecer la fidelidad “al beato Pedro en la persona del Sumo Pontífice y sus sucesores” -según reza el juramento cardenalicio- vale menos que el ´amor eterno´ que se profesa en la Tierra. Salta a la vista así que la curia vaticana es una cueva de bandidos con sotana. Su función: en nombre del ´espíritu divino´ preservar el orden de la explotación y la resignación ante el ´reino´ terrenal: el único existente, el de la opresión capitalista.

Como señaló muy tempranamente Pablo Rieznik cuando la asunción de Francisco, la tan mentada “reforma ´radical´ en la cúpula vaticana” debía caracterizarse como una operación a lo “gatopardo”. Diez años después se confirma que todas las ´reformas´ de Francisco nunca pasaron de un lavado de cara de la curia para evitar cualquier ataque en serio a las fechorías de una institución que se encuentra en demolición hace mucho tiempo.

Como el papado de Bergoglio pasó sin pena ni gloria levanta cabeza el oscurantismo más retrógrado. Se trata de una tendencia más general asociada al fenómeno del trumpismo o del bolsonarismo y de la crisis mundial capitalista. En medio de la guerra OTAN-Rusia, Francisco y la curia vaticana no pueden hacer de ´equilibristas´ y se cocinan en su propia podredumbre.

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