Escribe Brian Murphy
La pérdida representa un salario completo.
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Preparemos el NO INICIO y la HUELGA por un salario igual al costo de la canasta familiar
Al hacer las compras para la familia, pagar el alquiler y las boletas de los servicios, cualquier docente reconoce el cinismo de las conducciones de AGMER y del gobernador Bordet cuando dicen que el año pasado nuestros salarios empataron o estuvieron por encima de la inflación.
El acuerdo paritario 2022, que terminó de acordarse en noviembre pasado, pautó un 94,45 % a diciembre respecto de febrero, más un 5 % una vez conocido el índice de inflación anual, lo cual ocurrió a mediados de enero.
Tanto la Comisión Directiva Central (provincial) como la departamental de Paraná han difundido con pompa a principios de mes el cobro de ese 5 % ¡calculado sobre el salario de febrero de 2022!, y que se incorporó al salario de enero de 2023.
La cifra es insignificante. En el caso del salario del cargo inicial docente, por ejemplo, que era de 50.000 pesos en febrero del año pasado, el “aumento” representa solamente $2.500. Una estafa y una burla.
Más allá de la anécdota del 5 % “por encima de inflación”, los docentes entrerrianos perdimos salario de manera sistemática durante todo el 2022. Como se observa en las tablas adjuntas, la pérdida respecto de la inflación ocurrió todos los meses, incluso en aquellos en los que se cobraron las actualizaciones. Los salarios jamás empataron a la inflación. No lo hicieron cuando los ajustes fueron mensuales (agosto-octubre), ni cuando la actualización fue del 25 % (diciembre).
Sean bimestrales, trimestrales o mensuales, las cuotas no alcanzaron nunca la inflación, por más que el acuerdo presentado “de punta a punta” (es decir, diciembre vs. febrero) sea equivalente o superior a ella. Como vemos, el discurso de la burocracia y el gobierno sobre “ganarle a la inflación”, con el que vuelven a la carga este 2023, es puro verso.
Con el mecanismo de cuotas que van detrás de la inflación impusieron a los docentes una pérdida salarial del 10,4 %. Esto representa aproximadamente la totalidad del salario que cobramos en diciembre o, si la comparamos con el salario de febrero –que fue la referencia para la paritaria 2022–, la pérdida fue de casi dos salarios de ese mes (183 %). Esto fue así para cualquier salario del escalafón.
Al 10,4 % que perdimos el año pasado debemos agregar el famoso 16 % del poder adquisitivo del salario perdido en 2020, que la patronal ha reconocido, pero que las conducciones de todos los sindicatos docentes parecen haber dejado en el olvido, cuando antes lo reclamaban. Si a ese 16 % de hace tres años se le aplicara la indexación por la inflación desde entonces, veríamos que la pérdida de poder adquisitivo del salario docente entrerriano es colosal. Sólo con la huelga podemos revertir esta situación y recuperar salario.
Rechacemos las cuotas
El salario docente en Entre Ríos está por el piso. Se ubica entre los más bajos del país. El acuerdo 2022 que celebra la burocracia remunera al cargo inicial del escalafón con $102.731. Esto es apenas $30.000 por encima de la línea de indigencia, cuyo dato de enero publicará el INDEC en estos días. La reivindicación de la paritaria 2022 por parte de la conducción es un insulto a la docencia.
Como si esto fuera poco, la conducción de la seccional Paraná ha presentado la extensión de la jornada laboral en primaria como la base para un “gran salto en términos salariales” (sic). Pero el valor de nuestro trabajo se mide en relación a lo que cobramos por las horas que efectivamente trabajamos. La quinta hora en primaria que celebran es una reforma de hecho de nuestro régimen laboral.
Esta orientación desnuda el rol reaccionario de la burocracia. En las actuales condiciones de miseria salarial, una maestra de grado se ve forzada al doble cargo para mantener una familia. La extensión de la jornada legaliza un régimen laboral de 10 horas (11 horas por lo menos, si agregamos el transporte). Es un retroceso de un siglo en las conquistas de los trabajadores, por el que la conducción no se sonrojará cuando dentro de dos meses difunda los “flyers” por la conmemoración del 1° de Mayo, como tampoco se ruboriza cuando hace demagogia sobre la lucha de la mujer, mientras fuerza al doble cargo y la sobrecarga laboral a un colectivo eminentemente femenino.
Canasta familiar
En estas condiciones, una familia docente se las debe arreglar con un salario que representa apenas el 35 % del costo de una canasta familiar, que hoy es de $280.000 y superará fácilmente los $300.000 en marzo.
La canasta de pobreza, que para enero se habrá ubicado alrededor de los $160.000, y que la mayoría de las agrupaciones de oposición y la propia conducción del gremio plantean como una referencia (“salarios dignos, que superen la línea de pobreza”), no puede ser nunca un objetivo de la lucha del colectivo de trabajadores docentes.
Recordemos que esta canasta medida por el INDEC incluye principalmente alimentos y poco más y no tiene en cuenta, por ejemplo, el costo de un alquiler. Tampoco pondera adecuadamente el conjunto de consumos necesarios para la reproducción social de una familia trabajadora. Por eso debemos luchar por la canasta familiar, que históricamente ha sido el doble de una canasta de pobreza y es el indicador que corresponde para calcular un salario que permita adecuadamente el desenvolvimiento de una familia trabajadora.
En las condiciones actuales, el “empate a la inflación” (o su eufemismo, “salarios por encima de la inflación”) que plantean las directivas sindicales, por medio de acuerdos cortos y revisiones por tramos, es la actualización también por tramos de la pobreza docente, a la vez que un mecanismo de confiscación salarial, como hemos visto.
Mientras que el gobierno nacional a través del “superministro” Massa quiere imponer un techo del 60 % a las paritarias, la burocracia de AGMER y el resto de los sindicatos docentes de la provincia se han sentado a negociar el salario sin ningún mandato, sin paritarios electos por las bases y, por supuesto, sin promover ningún debate real en el colectivo docente acerca de cuál debe ser el pliego a demandar. Simplemente van a escuchar la oferta del gobierno. Debemos invertir la fórmula: somos los docentes quienes tenemos que plantear cuál debe ser el salario.
Los acuerdos por tramos y el reunirse a negociar el salario “sobre la marcha”, según evolucionen los precios, y siempre de manera tardía, constituyen la desarticulación de cualquier posición negociadora. El momento de mayor fortaleza de la docencia para conseguir nuestras reivindicaciones es ahora. En el contexto descripto, se reúnen las condiciones para el NO INICIO del ciclo lectivo 2023.
Por medio de la lucha autoconvocada y del desarrollo de plenarios de delegados combativos y asambleas, debemos imponer la indexación automática por inflación de los salarios, pero no sobre el actual nivel de indigencia, sino partiendo del costo de la canasta familiar (hoy $280.000). Para esto necesitamos un aumento de emergencia del 100 % en una sola vez, respecto del último salario percibido, y a partir de allí la indexación automática por inflación.
CTERA se une a Massa para imponer un nuevo cepo al salario Comienza la paritaria nacional docente. Por Emiliano Fabbris, 08/02/2023.
Docentes de Entre Ríos: para “ganarle a la inflación” de verdad Por Tribuna Docente Tendencia - Entre Ríos, 02/11/2022.