Carta abierta en defensa de mi vida y la de todos los enfermos que no estamos siendo atendidos por no padecer el “covid19”

Escribe Nora Angélica Eliçabe

Tiempo de lectura: 3 minutos

La emergencia del “covid19” no justifica la improvisación desesperada, que está condenando a enfermos diagnosticados de urgencia a esperar a que termine la Pandemia, que hasta la fecha tiene miras de seguir hasta fin de año por lo menos. Se suspenden operaciones y se trasladan enfermos graves sin seguir el protocolo de rechazo conformado, sin avisar a los parientes. Eso está sucediendo en Pilar; el plan de salud que todos los días se alaba en la televisión es, en realidad, una frazada corta que esconde la negativa a tomar medidas de fondo. Y cuando digo medidas de fondo no me refiero a las medidas que trasladen los desastres que están ocurriendo en Europa por haber desmontado durante años la salud publica ajustándola hasta no existir, sin prever una emergencia como la actual.

En enero pasado, una colonoscopia encontró un tumor en el ciego de mi intestino de 4cm. La biopsia determinó que se trata de un tumor maligno, pero operable y todavía sin metástasis a la vista. Mi obra social es PAMI y, como tal, mi cápita es el hospital. Es allí donde comienzo el examen prequirúrgico para realizar una operación calificada de urgencia. El 17 de marzo donde tenía que completar con la firma del anestesista, se anuncia la cuarentena. Quien debía firmar mi examen se encuentra en situación de riesgo y el Hospital Sanguinetti no cuenta con otro anestesista autorizado para firmar; es decir que tiene un solo anestesista trabajando como efectivo y el resto no tiene una relación de dependencia que le permita firmar, pero sí tiene anestesistas que intervienen, ya que en mi colonoscopia que fue realizada junto con endoscopia. Yo fui anestesiada por otra profesional. Este misterio fue causa de un sinnúmero de idas y venidas entre el hospital, PAMI Pilar, el Polo Sanitario y el Hospital de Trauma, yendo y viniendo con un “rechazo conformado” para conseguir la firma de otro anestesista. Ninguno se quiso comprometer siquiera en mirar todos los estudios que ya están realizados. Esto sin contar las veces que trataron de convencerme de que debía esperar al término de la pandemia, que tenía que entender que estábamos en medio de una emergencia. Finalmente me llama alguien de PAMI Central para decirme que consiga que el Hospital me interne y declare su imposibilidad de operarme para derivarme a otro lugar. Al ir el viernes pasado a los consultorios externos para hablar con mi doctora, encuentro un cartel que dice que hasta el 13 de abril los médicos de consultorios no atienden, salvo los cirujanos de cardiología.

Todo esto resulta absolutamente descabellado y solo tiene un significado; las autoridades sanitarias están aterrorizadas y sobrepasadas por una situación que todavía no explotó, y el único plan visible es la cuarentena. Pero la cuarentena parece abarcar hasta la atención médica, no se aprovecha el intermedio, antes de que los infectados colapsen los hospitales; para preparar espacios que separen a los enfermos no infectados de los otros, lo que preanuncia que se terminarán mezclando y multiplicando las muertes como en Italia y España -donde el problema, a todas luces, es anterior al covid19. Ante esto, la única respuesta es mandarnos a los que enfermos no contagiosos a sus casas a morirnos allá, o como en el caso de mi vecino que fue trasladado sin avisar a sus familiares a la Clínica los Almendros, donde sus familiares no pudieron pasar a visitarlo en terapia intensiva porque tienen una paciente sospechosa de portar coronavirus. Ante el reclamo, la respuesta fue: “-Señora, tiene 73 años ya vivió bastante”. Tremendo. Sin estar colapsados ya se autoriza de hecho a dejar morir un paciente a determinada edad. En mi Facebook tengo el pedido de un hijo pidiendo que se difunda que su madre con cáncer cerebral no es autorizada por OSECAC para ser operada, con los mismos argumentos; ni siquiera es de la tercera edad; es jefa de familia y se la condena a morir, simplemente porque los que no nos muramos de coronavirus no seremos registrados en las estadísticas internacionales. Esta situación delata que no hay una verdadera preparación para la situación que se viene. Ahora es el tiempo en que se debe planificar un mapa que abarque a todos los enfermos, se dupliquen los profesionales de la salud, pero con los debidos derechos laborales y elementos de resguardo; de que se dispongan todos los edificios necesarios para trabajar en condiciones que no sean de desesperación. Se han sacado decretos y leyes de emergencia en este último tiempo, pero ninguno para resolver estos problemas; los trabajadores saben que esto es así porque han hecho oír sus reclamos, pero estamos dejando pasar el tiempo, sin atacar los problemas a fondo.

Yo reclamo la posibilidad de operarme en algún hospital oncológico, no en una clínica de desahucio para la tercera edad. Mañana cumpliré 71 años, pero tengo todavía mucho para hacer en la vida, donde mis hijos necesitan ayuda, porque unos están con licencia sin cobrar y otros están sin trabajo seguro y todos tienen su familia, donde tengo que completar los trámites para escriturar mi casa y no puedo ni debo ser condenada a muerte como una cosa. Reclamo que se solucione mi situación, así como la de todas las personas que están en mi situación.

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