Escribe Jorge Altamira
Charla debate en la Facultad de Psicología de La Plata
Tiempo de lectura: 25 minutos
Buenas tardes. La idea de estar ahora en la facultad, colaborando con esta lucha que la semana que viene se va a concretar en las elecciones de centro de Psicología, francamente me entusiasma y agradezco a los compañeros que me hayan invitado. Lo tomo como una tarea militante. Miren, ustedes ven el título de la charla. Dice “la situación política, las tareas de la izquierda”, parece un titulo sacado de un artículo de Lenin de las “obras completas”. Pero yo voy a hablar de las elecciones del domingo pasado, que, de todos modos, al final, concluye en esto de la situación política y las tareas.
Quiero comenzar con un interrogante: ¿los procesos electorales y las elecciones, son un termómetro de la consciencia de clase de los trabajadores? Este es un punto que debemos dilucidar necesariamente, porque hace a la esencia de lo que esta ocurriendo en América Latina, y hace a la esencia de lo que es el movimiento de la clase obrera. Porque una de las manifestaciones del electoralismo, en Argentina, es atribuirle a las elecciones la capacidad de reflejar la conciencia política de las masas. Muchos de los que intervienen en ella lo hacen, por lo tanto, pensando que van a reflejar esa conciencia política en un proceso electoral. Entonces vuelvo a la pregunta: ¿Es así? ¿Los procesos electorales reflejan la conciencia de las masas en una situación o etapa política determinada? Porque si lo reflejan, ¿que nos dice esta elección? Y si no lo reflejan, ¿Cómo caracterizamos la elección del domingo? Es un punto crucial. Entonces lo primero que tenemos que observar es lo siguiente: hace un año y medio los chilenos eligieron a Piñera, lo cual, desde un punto de vista de un ejemplo de expresión de la conciencia política de la ciudadanía, colocaba a Chile en la cola de los países con posibilidades de rebelión del mundo entero. Un año después no sólo se produce una rebelión. Si ustedes observan con cuidado lo que pasa en Chile van a ver una explosión de conciencia política absolutamente extraordinaria. ¿Por qué? Porque refleja, no ya la conciencia política que los chilenos, los trabajadores chilenos, los estudiantes, tienen del momento actual, sino que irrumpe la conciencia histórica de los trabajadores de Chile desde más allá del último siglo - y por supuesto, de la lucha que libraron contra el golpe de Pinochet, y de las traiciones que sufrieron y que posibilitaron la victoria de Pinochet.
Porque a raíz del aumento del boleto del subte se expresó una conciencia fantástica respecto al régimen político chileno. Hace 40 años el régimen político chileno es un régimen político democrático para cualquiera que abra un libro o un diario. Desde hace dos semanas sabemos que es un régimen pinochetista disfrazado de democracia. Porque el poder político chileno lo tienen las fuerzas armadas que dejó Pinochet para asegurar el tránsito político de este sistema – y que la constitución es la constitución de Pinochet. Y con gobiernos socialistas e incluso con apoyo del Partido Comunista, nadie ha modificado esta constitución. Es decir que se vive bajo el pinochetismo creyendo que se vive bajo una democracia. Y cuando aparece la rebelión popular, se cae la gran mentira. Tuvo que salir el pueblo en la calle para que se descubra que el régimen político enmascara al pinochetismo. ¿Cómo se descubre esto? Primero por las consignas, y, en segundo lugar, por la tenacidad. Porque evidentemente un pueblo que piensa que del otro lado tienen a pinochetistas, va a la calle con una determinación muy poderosa - y manifestó esa determinación poderosa. En Chile todas las matanzas y toda la represión, que es mucho mayor de la que conocemos oficialmente, -cuando se haga una investigación se verá hasta qué punto estos 18 o 20 muertos son una falsificación completa- cada etapa y movilizaciones marcaba un salto político en la conciencia.
A mí me impresionaron, como datos históricos, algunas cosas: por ejemplo, una chica muy jovencita que debía ser de 13 años en un coro, en un teatro, aparece en una red social declarando varias veces que tiene rabia. Pero luego vi, en una entrevista televisiva, que una mujer mayor, muy parsimoniosamente, sin mayor espíritu subversivo le dice al periodista que la entrevista que tiene rabia. Entonces ya me llamaron la atención dos personas, digamos, que tienen rabia. En una tercera entrevista el periodista se acerca a una mujer que trabaja en la municipalidad o hace tareas de limpieza y que tiene que encargarse de levantar los escombros; entonces el tipo le dice “esta es la tarea que usted tiene”, “si terrible, voy a quedar molida con todo lo que hay. Pero ¿sabe que pasa? Que es bueno lo que han hecho los estudiantes; nos han sacados a todos a la calle y hoy para mí es un gusto estar levantando todos los escombros”. ¿Por qué me llaman la atención lo de “rabia”? Porque es una expresión que al menos yo, que no soy un historiador profesional, es la primera vez que la escucho desde la revolución francesa de 1789, donde la extrema izquierda de la revolución francesa acabó sacando un periódico que se llamaban “los rabiosos” (les enragés). Es decir que había en la rabia un eco. Ahora, ¿Cómo una chica de 13 años tiene rabia a un régimen pinochetista? ¿Cómo? Seguramente ni su madre había nacido cuando estaba Pinochet. A lo mejor era la nieta de un resistente a Pinochet o lo que fuere.
Entonces viene otro elemento, que en el subconsciente de las masas la propia historia del pueblo no desaparece nunca. Eso hay que tenerlo muy presente, porque hay gente que cree que la conciencia revolucionaria de clases o como ustedes quieran es un fenómeno instantáneo; tiene lugar en tiempo real – y que no es la cristalización de muchas otras experiencias de la clase obrera. Entonces no puede prever, el que desconoce eso, qué es lo que va a hacer la clase obrera ante un fenómeno político; porque los únicos datos que tiene, si no tiene esta conciencia histórica, son las últimas conversaciones que puedan haber tenido con algún obrero en un lugar y entre River y Boca alguna noticia curiosa, que se yo, hablar un poquito de política. Ese no es el terreno.
Pero en Chile, el sábado pasado, se empezaron a poblar los barrios de asambleas populares, y de asambleas populares con un tipo de organización que nosotros no tuvimos cuando acá ocurrieron durante un periodo breve o más o menos breve, después del Argentinazo. Porque después de discutir, estas asambleas armaron mesas y en las mesas designaron secretarios de actas. El secretario de actas tenía que recoger, en las distintas mesas en las que se agrupaba la gente, las quejas y reivindicaciones de los miembros de las asambleas populares para ser elevadas a una Asamblea Constituyente. Es decir que esta gente ya estaba descontando una asamblea constituyente que nadie ha convocado y estaba haciendo su planteo reivindicativo. Porque son planteos reivindicativos muy profundos sobre salud, sobre educación, sobre vivienda, sobre transporte; son planteos que remueven toda la vida social de Chile. Naturalmente, no se si ustedes lo saben, yo supondría fácilmente que sí, si esta fuera la facultad de historia y no psicología, que en la revolución francesa fue esto mismo lo que ocurrió con los campesinos, que asistidos por algún abogado o político de la ciudad, anotaron todas las reivindicaciones que tenían para la asamblea constituyente. Son conocidos, conocidos es poco, recontra conocidos, bueno, por lo menos para los franceses, como “les cahiers de doléances”, los cuadernos de quejas o reclamos, a la asamblea nacional y a la constituyente.
Todo esto ocurre cuando un año y medio antes había ganado Piñera. Ahora, uno puede decir lo siguiente: ganó Piñera pero hay una oposición de izquierda, está el Partido Socialista, por ejemplo, y el Partido Comunista. Han pasado por encima de ellos. La izquierda chilena, oficial, la conocida (después hay grupos, de izquierda en Chile), ha estado al lado del régimen. Naturalmente ha tenido gestos a favor de la movilización popular, pero su principal preocupación era no darle perspectiva. Y lo que hicieron los chilenos en todo este tiempo es abrir una perspectiva.
Ustedes miren, esto es impresionante. Es impresionante, en primer lugar (olvidándonos que el tema nuestro son las elecciones del domingo pasado) para discutir sobre Chile. Porque ahora Piñera hizo un cambio de gabinete que pretende hacer las veces de una renuncia de él al gobierno: “bueno, yo me quedo porque imagínense que si yo no me quedo se viene abajo todo”. En una palabra: “como cambio todo, hagan de cuenta que me fui”. Es decir, “soy otro”, “no soy el que ustedes conocen sino otra persona”. Cambió la mitad del gabinete. Es a tal punto una maniobra, una ficción, que la gente continúa en las calles. Entonces tenemos un proceso político abierto etc., pero sobre el problema de la conciencia, una lección abrumadora. Hace un año y medio votaron por Piñera -no estos, quiero decir, no la mayoría de la gente que está, pero también ahí, porque Piñera tuvo la mayoría. Es cierto que el 54%, aunque esto lo voy a corregir un poquito ahora, se abstuvo; aparentemente los que fueron a votar fueron el 46%. Pero ¿Cómo interpretar las abstenciones? ¿son una expresión de conciencia política? Depende. Cuando hay una campaña por una abstención activa detrás de un programa, hay una conciencia política. Acá, en Argentina, los que no fueron a votar a las PASO y sí votaron el domingo pasado, según los diarios, fueron casi todos a Macri. Así que el hecho de que no hubieran ido a votar no es una señal de que dentro de poco van a estar en las calles. Hay una confusión. No se sabe bien. En el pasado votaron por la Concertación (me refiero a la alianza del Partido Socialista con la Democracia Cristiana en Chile), muchos habrán votado por el Partido Comunista, pero no es eso lo que ha reflejado la rebelión popular en Chile. Este es un punto completamente crucial porque en una elección intervienen varios factores y no solo un factor. Eso de que interviene un solo factor es una ficción del constitucionalismo burgués, a saber: que los ciudadanos van a votar. Los ciudadanos van a votar, pero a partidos que ya están establecidos de antemano y por lo tanto, hay que ver cual es la relación entre la acción de esos partidos y los ciudadanos. Muchos de los que votaron a Alberto Fernández creen que al final van a echar al FMI. ¿Qué reivindicaban, de qué se jactaban los kirchneristas? De que ellos sacaron al FMI de la Argentina pagándole 10mil millones de dólares en el año 2005, rompieron toda relación con el FMI; si vuelven, ¿romperán toda relación con el FMI? Claro, algunos habrán votado por ese motivo, otros por otro motivo. Las elecciones son una expresión deformada, por de pronto, de la conciencia que la gente tiene de cada partido, del grado de conocimiento de sus programas y de la relación de los partidos entre sí. Hay gente que votó, por ejemplo, a Haddad del PT en Brasil para que no suba Bolsonaro, pero probablemente no estaba de acuerdo con Haddad. Entonces la votación está plagada de contradicciones en los votantes.
Acá en Argentina en 1999 ganó De la Rúa. La gente que votó a De la Rúa, particularmente esa gente, fue la que protagonizó en la Capital Federal y en las ciudades, las jornadas que tiraron abajo a De la Rúa. Es decir que acá, en aquel momento, hubo una extraordinaria volatilidad política. Porque los mismos que votaron a un gobierno lo tiraron abajo en un lapso muy breve de tiempo. Después hay otra cosa que es interesante: Macri hizo una campaña de “si se puede” y ahora se atribuye a eso una recuperación de votos frente a las PASO. Pero si ustedes no son olvidadizos, en las PASO el macrismo fue denunciado por doblar las boletas para que no se vea el nombre de Macri porque en ese caso no lo votaban. Es decir, lo que el 11 de agosto no había que mostrar para el 27 de octubre había que mostrarlo entero. Es decir, que hubo esquinazos políticos, volantazos políticos entre una elección y otra elección.
(Se interrumpe porque se acomoda el ingreso de más gente)
Para retomar, en definitiva, para analizar las elecciones de este 27 de octubre hay que volver a una cuestión básica: que las elecciones siempre son una expresión deformada de un proceso político en lo que tiene que ver con la conciencia de las masas y de la situación política, y a veces puede ser extremadamente deformada. Para poder entenderla hay que tomar una distancia de la elección, hay que colocar a la elección en un cuadro político más general, de dónde viene y cuál es la perspectiva, de lo contrario no puede entender lo que ha ocurrido. Quiero decir, cada uno puede entenderla lo que quiera, pero no va a tener una caracterización adecuada de esa elección. Este punto es fundamental. Hay que volver a lo básico porque yo les pregunto lo siguiente: ¿ustedes creen que esta elección reflejó el estado de ánimo de los manifestantes del 14 y 18 de diciembre? ¿Creen que fue esto lo que manifestaron, bajo la lluvia, las 500mil o 700mil mujeres que iban al congreso en las votaciones sobre el derecho al aborto tanto en diputados como en el senado? ¿Tradujo el 2x1 esta elección? De ninguna manera, esta es una expresión completamente deformada de tendencias mucho más importantes de las que van a prevalecer al final, incluso aunque eso dependa de la acción de las fuerzas políticas que están presentes y naturalmente de los partidos de izquierda. Pero esta caracterización es absolutamente necesaria. Yo les comentaba hace un rato que esta elección, particularmente, ha sido tan volátil que Macri el 11 de agosto iba con una boleta doblada de tal manera que no se viera su nombre y el 27 de octubre fue con las banderas desplegadas. En un momento se lo acusó de provocar la derrota del macrismo por no haber permitido el desdoblamiento de las elecciones de la provincia de Buenos Aires que, según quienes los criticaban, le hubiera dado el triunfo a Maria Eugenia Vidal y de ese modo podía abrir una perspectiva electoral favorable al macrismo. Ahora resulta que la única que fue totalmente derrotada, aparte de Macri a nivel presidencial, fue María Eugenia Vidal, en la provincia de Buenos Aires. Entonces cuidado con comprarse cualquier buzón sobre el proceso político electoral.
Los acontecimientos han girado muchísimo. Por ejemplo, terminan las elecciones y el gobierno pone un cepo que no podes comprar más de 200 dólares. Ahora si esto se terminó, y así cuidamos las reservas, ¿Por qué no lo pusiste antes? Te hubieras ahorrado 22mil millones de dólares. Porque antes, al permitir que se compre 10mil dólares por persona y al permitir que se paguen partes importantes de la deuda, el gobierno compró una parte del electorado, que si no lo hubiera hecho, hubiera votado contra Macri. Macri acabó adoptando un cepo, típicamente kirchnerista. Por eso, la otra pregunta es la siguiente: ¿los que votaron a Macri son macristas? Una pregunta que parece ridícula, pero hasta donde nosotros sabemos en octubre de 2015 lo votaron porque iba a levantar el cepo y ahora lo votan porque lo va a poner. Antes era para ‘liberar’ todo y acercarse al mundo, ahora por frenar todo y bloquearse frente al mundo. ¿Cómo se interpreta este giro político? Quiere decir que los que votaron a Macri en 2015, lo han votado de nuevo, pero ahora con un programa contrario.
Dentro de este tipo de ejemplo, para ir al núcleo de la cuestión, en esta elección se procedió a un entierro, llamémosle honorable, de un régimen que era un cadáver. Cuando he escuchado decir que con la recuperación de votos que tuvo en el último tiempo, de dos millones de votos respecto a las PASO, esto no sería un entierro, de nuevo se plantea un problema de método. La política que el macrismo inauguró en la Argentina en el 2015 esta enterrada más abajo que las rocas de Vaca Muerta. A nadie se le va a ocurrir poner en marcha ahora una política de ajuste del tipo que Macri intentó hacer y una política de endeudamiento como entendió hacer Macri. Eso está enterrado. Tan enterrado está que el Financial Times (su editor Martín Wolf), pide una política de reactivación con mayores gastos presupuestarios, porque de lo contrario, dice, el próximo gobierno va a durar lo que un suspiro. Es decir, que esto ha sido enterrado tardíamente, demoradamente y con honores. Por eso no es un entierro radical - y porque le pasa el bastón a alguien que representa de un modo general a los mismos intereses sociales. Si ese entierro hubiese sido procesado de una forma revolucionaria, en 2018-2019, habrían tenido un alcance mayor. Ese entierro no se produjo en forma revolucionaria, se produjo en forma ceremoniosa y constitucional pero las consecuencias políticas siguen en pie. Al mismo tiempo F-F ha sufrido el golpe de que el otro le sacó 2 millones de votos de una elección a la otra y él agregó unos 200mil votos que, probablemente, en su mayoría vengan del FIT que como perdió 161mil, uno podría pensar que vienen de ahí. Alguien que votó por Lavagna puede haber votado por Alberto Fernández. Pero lo que en las primarias votaron por el FIT y no lo votaron luego en la elección del 27 de octubre deben haber votado a Alberto Fernández. Es la primera vez que el FIT retrocede respecto a las Paso y dos debates presidenciales y uno entre candidatos a intendente. Por lo tanto, la victoria del peronismo, del kirchnerismo, no es un a victoria épica. Ahí estaban muy contentos en el bunker de México, pero uno caminaba por la ciudad y no veía ninguna euforia ni ninguna movilización, ninguna reacción popular, ni bocinazos ni cosas como las que han ocurrido en episodios electorales en donde francamente hubo una manifestación mucho más profunda.
Lo que me parece particularmente interesante en esta elección es que numerosos lugares ha habido cortes de boletas en favor del macrismo. Por ejemplo, acá en La Plata, el macrismo fue a ‘trabajar’ a las corrientes internas del peronismo que perdieron en las Paso, para que en la general voten a Garro. Lo mismo ha ocurrido en Lanús, lo mismo ha ocurrido en 3 de Febrero, es decir, acá vemos un trasvasamiento político al macrismo del aparato, si no del kirchnerismo, sí del peronismo. Acá tenemos un perfil político interesante porque significa que los macristas de La Plata, de Mar del Plata, etc., ya no puede llevar adelante el programa de Macri y se han arreglado para ser protagonistas de Alberto Fernández, a través de la cooptación de sectores del aparato. El caso de Córdoba es el más relevante. Schiaretti había aplastado al PRO y a la UCR, en las provinciales, y ahora Macri aplasta a Alberto Fernández. Es decir que casi todo el aparato peronista de la provincia de Córdoba se fue para el macrismo. Esto significa que hay un principio de gobierno de unidad nacional que no sería tolerable porque la gente votó por uno o por otro pero que con el desarrollo de la crisis tiene otra envergadura. Con lo cual, entramos en el meollo de la cuestión.
El meollo de la cuestión no es otro de que esta elección no reúne ningún elemento político que le permita al Estado hacer frente, de un lado al default, del otro lado a la crisis industrial, y por tercer elemento, al enorme empobrecimiento del pueblo argentino. No hay nada ahí en esta elección - y no hay nada en esta elección ni siquiera como programa. Porque la posición de Alberto Fernández de que no haya quita, de pagar todo pero que les den más plazo es lo que ha hecho Macri hasta ahora; que postergó los pagos hasta diciembre de una parte de la deuda de legislación local, en la idea de patear el pago hacia adelante. O por ejemplo un congelamiento de la nafta o cosas por el estilo. Como ustedes ven, transitan el mismo camino político. Ahora, se trata de un camino intransitable, porque no solamente la Argentina no tiene la plata para pagar la deuda externa, sino que Argentina tiene otro problema, tiene una crisis industrial. Es decir, que además de pagar la deuda externa necesita endeudarse para financiar lo que la industria no tiene, es decir, crédito. Pero no va a haber ningún financiamiento exterior a partir de acuerdos de postergación de los pagos en el tiempo, sin ninguna rebaja de esa deuda externa. La deuda que la Argentina tiene en un corto plazo es de 110mil millones de dólares sin contar los intereses. Entonces toda la bomba social que han ido tratando de dilatar en el tiempo, está presente con una fuerza todavía mayor que en el pasado. En un artículo que hemos escrito en la pagina de Política Obrera, de nuestra Tendencia, señalamos que era muy probable que el gobierno se vea obligado a terminar con las Leliqs. Las leliqs es un endeudamiento que hace el Banco Central con los bancos a tasas de interés locas, del orden del 80% para que la gente no retire el dinero de los bancos. Esteriliza el ahorro interno, para poder pagar la deuda externa, a tasas descomunales.
En este artículo que escribimos la semana pasada, nosotros planteamos que esto no puede durar más, y advertimos sobre la posibilidad de que el gobierno mate a las Leliqs. ¿Qué quiere decir que mate a las Leliqs? Que de golpe baje la tasa de interés del 60%, y que los depositantes se vayan del sistema bancario. Pero como no pueden ir al dólar, porque hay un cepo, propicia una salida del dinero que va a desatar un episodio hiperinflacionario. Cito esto, porque esta licuación o desvalorización de la deuda del Banco Central acaba de ser anunciada hace un par de horas. Lo que importa acá, por lo tanto, es el desarrollo de la crisis financiera y económica. Importa sobre todo la crisis financiera y económica porque después de lo de Ecuador y lo de Chile, la política de ajuste no sólo quedó enterrada con las elecciones, y ya estaba enterrada antes, sino quedo enterrada en América Latina. Porque todos los gobiernos saben que mas tarde o más temprano este tipo de políticas lleva a rebeliones populares como la de Ecuador y de Chile, y eso está jugando un papel inmediato, real, aunque sea solamente una perspectiva. Pero es una perspectiva inmediata. Las elecciones no han resuelto ningún problema - y han colocado al equipo kirchnerista en la obligación de entrar en un acuerdo o con Macri o con el FMI o con los acreedores internacionales, en cuyo caso, toda la perspectiva que podía tener un trabajador que votó por la fórmula del Frente de Todos, que es encontrar un laburo, un aumento de salario real o salir de una situación extrema de pobreza, queda liquidada. Esta es la caracterización que uno tiene que hacer necesariamente. De todos modos, es necesario agregar acá un punto que tiene que ver con la situación internacional.
Desde el punto de vista internacional lo que está ocurriendo en Chile es un golpe severo al intento de derechización que montaron Bolsonaro y Trump a partir de las elecciones en Brasil. Y que luego creyeron que podían coronar nombrando a Guaidó como presidente de Venezuela, volteándo a Maduro y colocando a Venezuela en la órbita del imperialismo norteamericano. Eso ha sufrido un duro golpe con la derrota de Macri. Y el gobierno kirchnerista esta obligado, por los lazos que tiene con quienes lo votan, a decir que quiere la libertad de Lula. Además, está obligado a decir que quiere la libertad de Lula porque depende la libertad de Cristina. Y no puede renunciar a la libertad de Cristina. Ahora, el gobierno de Bolsonaro ha salido al ataque y hasta ha amenazado con disolver el Mercosur. Uno tiene que comprender que el proceso político argentino es internacional en su contenido. Y por lo tanto es una bomba que opera no sólo por factores puramente internos, -como si la cuestión económica fuese ajena a la crisis capitalista mundial, ya ahí tenemos una manifestación internacional de lo que está ocurriendo- sino en el juego de estas potencias. Trump le ha dicho “mirá, yo manejo el FMI, ahora no trates de salvar a Maduro, no trates de arrimarte a ninguna perspectiva contraria a los intereses de Estado Unidos en América Latina”. Ahora, si Fernández acepta eso, su libertad política para resolver los problemas nacionales se va a cero. Y si la libertad política para resolver los problemas nacionales es cero, Argentina va a entrar en un período de rebelión popular. Como ustedes ven, las elecciones, leídas desde el punto de vista del pasado histórico reciente y de las perspectivas que se abren, dejan abierto un panorama catastrófico. Naturalmente, todos ellos tienen esa conciencia esto, y basta ver los diarios internacionales para comprobarlo. La palabra más usada es catástrofe.
La perspectiva que más se desenvuelve es la de que no se llegue a un acuerdo con el FMI. Un importante economista norteamericano, el que con mejor detalle anunció la crisis de 2008, dice que entramos en un periodo, de nuevo, de estallido financiero, y a la hora de evaluar los factores pueden llevar al estallido financiero enumera cuatro. Él ahora no habla de créditos hipotecarios, él dice que hay cuatro factores que puede provocar un estallido financiero en conjunto o por separado: uno es la agudización de la guerra económica entre China y Estado Unidos; el otro es que se derrumbe la Unión Europea con motivo de la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea. ¿Se dan cuenta? Dos cosas pesadísimas; el tercero es que la crisis de Medio Oriente lleve al bombardeo de Irán por parte de Estado Unidos e Israel; es decir coloca tres cosas pesadísimas, cualquiera de éstas que pase, tenemos un estallido financiero, agravamientos, agravamientos y agravamientos; ¿Y el cuarto? Para sorpresa de todo el mundo, Argentina.
Es decir que nosotros estamos a la altura del bombardeo de Irán, de la desintegración de la Unión Europea o de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. ¿Por qué? Porque un default de Argentina significaría una bancarrota política del Fondo Monetario Internacional, y un debilitamiento extraordinario, sino la desaparición completa de la red de seguridad que representa el Fondo Monetario Internacional para tantos países que están entrando en crisis como consecuencia de la crisis general: Turquía, Argentina, Indonesia, y una cantidad muy grande de países. Es un fenómeno explosivo. Lo que hay que hacer ahora es trabajar el desarrollo político que viene y buscar que los trabajadores se orienten frente a las desilusiones, decepciones, y choques que van a tener como consecuencia de este desarrollo político, que, si llega a un extremo de movilización popular, va a ver al macrismo y al justicialismo en un gobierno de unidad nacional. El macrismo arranca dividido la nueva etapa, nadie quiere ver que detrás de Macri -que se considera un líder porque recuperó dos millones de votos- hay todo un sector de Cambiemos que dice “esto se terminó”, y que son los sectores que ya en el pasado querían hacer un acuerdo con el peronismo. En el peronismo está el kirchnerismo, están los gobernadores peronistas que son todos macristas; es decir que tenemos en el escenario político dos coaliciones profundamente disgregadas.
Por lo tanto, en realidad argentina, después de estas elecciones, entra a un proceso económico y político más grave que ha vivido hasta ahora. Lo cual coloca el tema sobre la izquierda revolucionaria. Es aquí donde tiene importancia el hecho de que el Frente de Izquierda retrocedió por debajo -electoralmente- de las elecciones del 2011, cuando se presentó por primera vez. Toda la izquierda se orientó a un abordaje electoral de una crisis política que supera lo electoral. Hay un hecho que sintetiza esta política, que es el llamado de Del Caño a que la crisis política y económica sea debatida en el Congreso Nacional por televisión – que busca colocar al Congreso en el árbitro político de la situación y la izquierda como una alternativa electoral-parlamentaria. Esto ya se había expresado antes: en el voto de la emergencia alimentaria y en otros planteamientos políticos. El congreso es postulado como árbitro de la situación porque el país no podría superar y no va a superar por largo tiempo el tránsito electoral y la experiencia electoral. Está excluida la tendencia a un derrumbe político y a rebeliones populares, y a una política de reclutamiento en el terreno de la agitación de rebeliones populares.
Este enfoque ha llegado a un punto -es la primera vez que lo digo en una charla- que considero de particular gravedad, lo que tiene que ver con el lenguaje. Se ha producido en la izquierda un retroceso muy grande en el lenguaje. El retroceso del lenguaje significa, en el fondo, destruir ya no el consciente de las masas sino el subconsciente de las masas. Por ejemplo: ya no hay más trabajadores, hay laburantes; no hay compañeras y compañeros sino pibas y pibes; se repite la apelación a la juventud y no se habla de la clase obrera. Son todas categorías históricas del movimiento obrero y del pensamiento marxista y del método proletario de la revolución social en la época del capitalismo decadente. La idea de compañero es una idea muy profunda. En los círculos reaccionarios varias veces escuche “puedo ser amigo tuyo, pero no compañero”. Es decir, podemos tener una relación personal, pero nunca una causa de lucha social. Los círculos reaccionarios entienden que compañeros alude a una causa común. En una época circulaba muchísimo la anécdota siguientes; entra un tipo a una asamblea telefónica y le pregunta a una mujer “¿Quién ese señor?”, en referencia al orador: y la mujer, peronista, le contesta: “el señor está en el cielo acá abajo somos todos compañeros”. Este lavado del lenguaje va dirigido a una audiencia de la que no se espera ni desea que forme una consciencia revolucionaria. Por lo tanto, es grave que tengamos esta crisis de dirección en la izquierda en un periodo de estas características, que practica un abordaje no revolucionario sino parlamentarista. Eso no significa estar contra el trabajo en el parlamento sino valerse del parlamento para una tribuna revolucionaria. Cuando digo que el partido comunista de Chile o la izquierda de Chile le da la espalda a la rebelión popular, no estoy pidiendo que se vaya del parlamento, sino que desde allí también, y especialmente, convoque a la rebelión popular, a la renuncia de Piñera y a una Asamblea Constituyente, que revoque todo los poderes del estado. En contra de esto, tenemos a dirigentes del oficialismo del PO, en la postura contraria: con expresiones como las de “queremos que Macri termine su mandato”, etc.
El abordaje parlamentarista y electorero de una crisis de régimen político es nefasto. Chile es un país que en el curso de estos años ha desarrollado gigantescas movilizaciones populares, porque en definitiva ¿Por qué era previsible que Chile terminara en una rebelión popular? Porque en Chile, desde 2006, han habido movilizaciones estudiantiles gigantescas que terminaron en una frustración. Luego movilizaciones gigantescas que terminaron en una frustración. Luego huelgas mineras que terminaron en una frustración. Luego de lucha de jubilados que terminaron en una frustración. Luego de que se fue cargando la caldera popular, porque nunca consiguió nada a pesar de poner decenas y decenas de miles de personas en la calle, entonces le aumentan el 0.2% del subte y unos ‘’pibes dicen “saltemos el molinete”. El salto al molinete, acompañado de una represión, puso fin a una etapa. Porque dicen: “me cagaste con los estudiantes, me cagaste con los docentes, me cagaste con los mineros, no me vas a decir ahora lo mismo que les dijiste a todos ellos para que retiren la movilización y acepten la nueva circunstancia”. Concluye una etapa en el desarrollo de la consciencia política. De manera que hay dos cosas a tener en cuenta: de un lado, como uno aborda en esta fase de la crisis, y el problema de construir una izquierda revolucionaria - aunque la palabra reconstruir sea excesiva porque la izquierda revolucionaria existe como tradición, como programa y como organización y está representada por los organizadores de esta actividad en Psico de La Plata. Lo digo como un hecho objetivo. Cuando hago esta reivindicación me refiero a una corriente histórica que por esta vía ha demostrado una vitalidad considerablemente superior a la del pasado porque ha peleado y esta peleando no sólo contra la burguesía sino en un debate político en la izquierda para defender y desarrollar una dirección revolucionaria.
En lo inmediato tenemos la transición de aquí al 10 de diciembre. Esta medida que tomaron y que comentamos de las Leliqs, vamos a ver qué consecuencias económicas tienen. Vamos a ver si prosigue la tregua que las masas le dan al régimen político entre las PASO y estas elecciones del 27 de octubre -una tregua relativa porque hay conflictos por todos lados. Cómo siguen esta nueva fase de la transición presidencial, mientras se agravan tanto la crisis económica como la política e internacional. Entonces es claro que el abordaje de esta situación, que no puede ser parlamentario, tiene que incidir en poner de manifiesto las principales reivindicaciones de las masas. Porque el problema del salario, el problema de las jubilaciones, el problema del empleo, de la desocupación, de los despidos; en esta situación han dejado de ser reivindicaciones sindicales porque no se arregla con un aumento del 5%, ni del 10% ni del 20%. Inclusive, hay una gran deformación: se ha abandonado la consigna del salario mínimo igual a la canasta básica familiar. Porque se toma como canasta familiar la canasta de pobreza, de 35mil pesos, cuando históricamente lo que tomábamos como canasta familiar es la canasta integral que necesita una familia trabajadora con dos hijos, que es la familia tipo -estadísticamente, no quiero decir que una familia tiene que tener dos hijos- la que se ha tomado y que esa canasta es de 70mil pesos. Por lo tanto, en algún momento nosotros en algún escrito pusimos 35mil a fuerza de que todo el mundo repetía el salario igual a la canasta familiar, 35mil es una canasta de pobreza. Ningún partido revolucionario puede reivindicar para la clase obrera que el salario mínimo sea la canasta de pobreza. Por lo tanto, tiene que ser los 70mil pesos. Y si Argentina está dispuesta a pagar 400mil millones de dólares de deuda externa, rifó en seis semanas 22mil millones de dólares y en el último año 80mil millones de dólares, que se vayan a joder a otro lado porque no pueden dar un aumento del 70%. Es más, ese aumento del 70% es clave y una canasta de 70mil pesos es clave porque pone a la Argentina ante la obligación de tomar medidas anticapitalistas profundas, porque en el marco del capitalismo va a haber una resistencia directa e indirecta para no cumplirlo.
Este abordaje tiene que hacerse sistemáticamente: una agitación, otra agitación y otra agitación. Existe un desprecio por la agitación, cuando es el método histórico de los partidos revolucionarios para unir su programa con la clase obrera y para unir su planteamiento con la experiencia de los trabajadores. Ha sido sustituida por el ‘spot’. Vamos a tomar un ejemplo: vamos a suponer que un partido revolucionario hubiera desenvuelto esta agitación en Chile, en las semanas previas, en los meses previos a esta rebelión. La gente hubiera leído y hubiera seguido su camino, aparentemente. Cuando, sin embargo, el caldero estalla, ese partido gana el derecho a participar en las filas de la rebelión debido a su trabajo preparatorio de agitación y organización. En cambio, el que no lo hizo es visto por la gente como intentando usurpar lo que es una iniciativa exclusiva del pueblo. Es la experiencia política que hemos desarrollado como Tendencia. Realizar previsiones y desarrollar las conclusiones que surgen de esas previsiones; actuar antes quiere decir preparar políticamente las grandes luchas. Ha cumplido una función de clarificación y de previsión allí donde faltó esa previsión. Es fundamental. Nosotros hemos llamado a votar al FIT advirtiendo la deriva electorera, el abordaje electorero. Ahora tenemos que el abordaje electorero no produjo un avance electoral. Quiero retomar sobre este balance una idea anterior. Este retroceso enorme que ha tenido el FIT ocurre, en este caso con el MST. Ampliar la unidad redujo la influencia. Contra toda evidencia el PTS dice que Myriam Bregman hizo una gran elección, para salvar un caso del desastre general. No cuenta que Zamora sacaba más del 4% en elecciones anteriores, y que la pérdida de votos que tuvo en octubre, cuando sacó poco más que 1, no fueron al FIT-U En el pasado, con Zamora teníamos casi el 10%, ahora con Zamora tenemos poco más del 7. Los votos de Zamora fueron a otro lugar que no es al FIT.
Pero volviendo. El problema viene de mucho más lejos, en el sentido de que el Frente de Izquierda es un frente que interviene episódicamente en los acontecimientos electorales, por lo tanto para las masas no representa una dirección política. No arma su autoridad en el proceso político general. Cada uno de los partidos por separado actúa en función de la elección siguiente, que en la Argentina ocurre cada dos años, con lo cual, al terminar una elección, irse de vacaciones, empezar las clases, ya hay que prepararse para la siguiente. Esa es la autoridad que no se ha formado, la autoridad de una dirección política en la que se lo vota eventualmente en una elección porque se entiende que tiene la capacidad para, eventualmente con un apoyo más masivo dirigir, los destinos del país. Pero los armados electorales y los spots de Netflix no dan esa autoridad y no podrían darla de ninguna manera.
Entonces tenemos esa crisis, lo cual lo quiero destacar no simplemente como protagonista de una lucha política que soy, sino que lo quiero destacar por la excepcionalidad del momento político: un peronismo disgregado que se ha atado con alfileres. Por otro lado, el macrismo ha fracasado en lo que vino a hacer en 2015. Por lo tanto, está minado por una desintegración interna objetivamente inevitable. En una etapa de este tipo tenemos una crisis, no de una dirección de la clase obrera argentina, -porque nunca la izquierda ha llegado a ese desarrollo político- pero si en el sentido de una crisis de la dirección potencial de la clase obrera argentina. Se impone un debate, hay que clarificar, hay que avanzar con ideas y hay que avanzar con programas. Esas son las dos grandes tareas del momento. Este es el balance que estoy en condiciones de ofrecerles sobre el domingo pasado en la dimensión política más amplia, así que les agradezco mucho.