El derrumbe del plan Massa, un desafío político para la clase obrera

Escribe Marcelo Ramal

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La revisión parcial del acuerdo entre el gobierno y el FMI ha sido leída, casi sin excepción, como el agotamiento del “plan” y de la gestión de Massa. Es lo que debaten todos los diarios del fin de semana. De acuerdo a una frase célebre del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, en poco tiempo más el gobierno sería recogido “en helicóptero”. Sin reservas internacionales y con una caída sustancial de la recaudación impositiva, el equipo de Massa estaría mascullando un “desdoblamiento cambiario”. Espera que por esta vía ingresen dólares a más de 400 pesos por unidad. Desde todos lados le han advertido que esto no tiene futuro sin “un plan”. El “plan” sería la reforma laboral y previsional, en este caso la suba de la edad jubilatoria, como intenta el francés Macron, a cambio de una rebelión popular. Con la inminente declaración de bancarrota del Credit Suisse, es difícil que los dólares se animen por Argentina. Hay doscientos bancos en EEUU, según una publicación financiera, que preparan el cierre de ventanillas en las semanas próximas.

La Oficina del Presupuesto del Congreso (OPC) ha dado a conocer que los ingresos y gastos del gobierno han caído en forma extraordinaria. Un 38% en el caso de las transferencias a las provincias y del 32% a las asignaciones sociales en el primer bimestre del año, respecto de 2022. Mientras tanto, los ingresos han caído por los menores ingresos por las retenciones de exportación e importación y por el impuesto a las ganancias. Además, la “meta fiscal” está siendo pulverizada por la recesión económica. Para compensar, el FMI demanda un ajuste fiscal por el lado de las tarifas. El espacio para un tercer “dólar soja” ha desaparecido, por la caída de la cosecha. Los bonos de la deuda pública con jurisdicción extranjera han caído por debajo de los 30 centavos el dólar. Los depósitos en pesos son colocados a no más de 30 días en un 85% del total. Esto apunta a una mayor velocidad de circulación del dinero y por lo tanto a una tendencia a la hiperinflación. El pronóstico para los próximos meses es un 8 a 10% mensual de aumento de los precios.

“No digo de no pagar”

En este cuadro, han surgido voces en el oficialismo o semioficialismo planteando el “incumplimiento” del acuerdo con el FMI. En la tribuna, volvieron a aparecer Máximo y Cristina Kirchner. Aunque el primero levantó más polvareda, la vicepresidenta fue mucho más precisa en su conferencia de Río Negro: “no digo de no pagar”, aseguró, sino de pagar a plazos más extendidos. El FMI no discrepa con este planteo, pero lo ve inviable para un gobierno en retirada y tampoco lo quiere si no viene acompañado “por un plan”. Al lado del Silicon Valley Bank y del Credit Suisse, ahora viene la liquidación financiera de Argentina. Esto significa que será comprada por la banca extranjera, por medio de privatizaciones y concesiones de explotación de recursos naturales, sin asumir la deuda pública acumulada.

El más elocuente de los apóstoles del incumplimiento con el FMI ha sido el economista Alvarez Agis, quien –según los diarios- se encargó de explicar su punto de vista en una reunión reservada con sus clientes, que son los principales popes de la burguesía nacional. Álvarez Agis asume que no será posbile renegociar los acuerdos con el FMI, lo que significa la declaración de default con el Fondo y todos los organismos internacionales. Esta posibilidad inédita ha empezado a discutirse entre China y el FMI, en el marco de los default de Sri Lanka y Pakistán. Los créditos de China no están registrados como deuda pública porque son préstamos bilaterales, no títulos del Estado. Con China o sin China, el planteo del consultor de empresas Ávarez Agis, desataría una fuga de capitales y una hiperinflación. El kirchnerismo insinúa el “incumplimiento”, como un recurso dudoso de última instancia.

Devaluación

En medio de este salto cualitativo en la crisis, Sergio Massa se prepara para tomar disposiciones de emergencia, incluso un desdoblamiento cambiario. La tercera semana de marzo arrancaría con un salto devaluatorio del dólar oficial, disimulado la bajo forma de diferentes tipos de cambio especiales destinados a la agroindustria, las automotrices, la energía o la tercerización global de servicios profesionales (que los nacionales y populares llaman “industria del conocimiento”). Por este rumbo, echará nafta al fuego del proceso inflacionario.

La perspectiva de una recesión agravada y de una inflación sin freno ha desarticulado el esquema de paritarias en cuotas –y a la baja- con que la burocracia sindical acompañó al “plan Durar. Un ala de la burocracia y la izquierda kirchnerista han comenzado a asociar el “incumplimiento” con el Fondo a la renuncia de Massa. Una nueva información revela que todas las formas de salario se han desvalorizado debido a esta política – registrados, en negro, monotributristas, factureros y jubilados, así como la asistencia familiar.

La crisis hiperinflacionaria inminente plantea discutir la huelga general. Es la agenda que la burocracia no quiere llevar a la clase obrera, como tampoco los partidos que “se plantan” y aquellos que “se plantan menos” en el FIT-U. Es el tema crucial de la campaña electoral, porque un partido que proponga romper con el FMI y aumentar salarios y jubilaciones, sin la huelga general, le está mintiendo a sabiendas a los trabajadores y al electorado.

Para desarrollar el planteo de la huelga general es necesario intervenir en las revisiones paritarias para reclaman un aumento general de salarios y jubilaciones del ciento por ciento; un mínimo no imponible a ganancias de un millón de pesos, ajustado por inflación; y poner fin a la flexibilidad laboral y a la insalubridad en los lugares de trabajo.

La huelga general ha entrado en la agenda de los trabajadores de todo el mundo.

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