Escribe Lucas Benvenuto
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La patronal de Bridgestone firmó un acta con el SUTNA que devuelve un premio por producción que había sido anulado en enero. Fue aprobada por las asambleas de los tres turnos. El premio suma 40.000 pesos mensuales cuando se supera las 10.000 cubiertas que llegan a depósito.
Los premios a la producción se han convertido en un rubro significativo en el salario conformado o de bolsillo de los trabajadores. La remuneración por la jornada de trabajo tiende a disminuir en el ingreso final. La flexibilidad laboral, que condiciona el salario a la producción por obrero, responde cada vez más por el aumento del plusvalor que crea la fuerza de trabajo. La inflación acentúa esta precariedad, porque desvaloriza con el tiempo la mayor remuneración obtenida por este medio. Constituyen una trampa para los trabajadores en cualquier rama de producción. El premio al presentismo, otra cláusula de flexibilidad, obliga al trabajador a concurrir al trabajo incluso cuando sus condiciones personales no se lo permiten, para no perder ese ingreso. Este premio se ve anulado también por causa de paros y huelgas, constituye un arma del capital contra la resistencia de los trabajadores a una mayor explotación. Política Obrera ha denunciado esta situación, recientemente, en ocasión de un convenio de la UOM y la patronal de la metalurgica.
Los bonos o premio a la producción están ligados de por sí a un aumento real en los ritmos de producción. Para alcanzar la producción, cualquiera sea la base mínima, los trabajadores son víctimas de un aumento en la jornada laboral, o de la semana laboral, y de la intensificación del ritmo de trabajo. Ocurre la ironía de que luego de aprobar una intensificación se denuncie la insalubridad, cuando el primer rubro del peligro a la salud es la falta de descanso y la penuria que provoca el exceso del esfuerzo aplicado.
Las condiciones insalubres que el propio Ministerio de Trabajo tuvo que reconocer están referidas a las cargas térmicas a las cuales son sometidos los trabajadores. En la mayoría de los sectores de producción se determinó que los trabajadores deberían realizar un descanso (ventilado y con refrigeración) de 15 minutos por cada 45 minutos trabajados. La infraestructura para cumplir con esta medida de seguridad e higiene no existe en la planta de Lavallol ni, en general, en ninguna de las plantas productivas de cualquier rama. La falta de cumplimiento de esta medida (de mínima para soportar una jornada laboral), trae aparejado no sólo accidentes laborales, sino también innumerables enfermedades.
La extensión de la jornada laboral, la contratación de trabajadores tercerizados y la precarización laboral general se ha agudizado como factor de mayores ganancias de las patronales. La prensa de la llamada izquierda saluda estos convenios que los obreros se ven obligados a apoyar para poder parar la olla, sin advertir el deterioro moral y físico que representan para la fuerza de trabajo.