La crisis política, entre la rebelión de los choferes y los cacheos de Berni-Kicillof

Escribe Mariano Hermida

La rebelión de los colectiveros ha golpeado al conjunto del régimen político.

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Desde estas páginas tempranamente caracterizamos que la irrupción de los choferes le "había sacado el respirador artificial al kirchnerismo". Todas las informaciones coinciden ahora en que ha puesto un clavo en el ataúd del "Operativo Clamor” por la candidatura de Cristina Kirchner.

En la última reunión del comité que tiene por fin desenvolver la campaña por la postulación de CFK, se borraron dirigentes de peso. No estuvieron Máximo Kirchner, ni el gobernador Axel Kicillof, y tampoco Jorge Ferraresi (reemplazado por su segundo en la municipalidad de Avellaneda, Alejo Chornobroff). La participación estuvo reducida a representantes de fuerzas políticas aliadas al kirchnerismo, como Leopoldo Moreau y Martín Sabatella, y algunos representantes sindicales -Abel Furlan (UOM), Roberto Baradel (SUTEBA) y “Paco” Manrique, adjunto de SMATA-. La propia aludida habría bajado la indicación de ´aflojar´ con el ´clamor´.

Según relatan algunos medios, Kicillof estuvo reunido con la vicepresidenta, que le bajó letra para responder a la opinión pública acerca del asesinato del colectivero Daniel Barrientos y la réplica de Sergio Berni. El ministro repudiado por los choferes dispuso un descabellado operativo para detener a los trabajadores en sus viviendas, en la madrugada, y protagonizó un allanamiento pocas veces visto en las empresas de colectivos, secuestrando legajos de un conjunto de trabajadores. Lo que obtuvo el gobierno fue otra huelga autoconvocada, que finalmente logró que en pocas horas los choferes fueran liberados, cuando su intención era mantenerlos detenidos al menos 24 horas. En la reunión, los asistentes acusaron el golpe político, incluso entre su propia base electoral. Mientras tanto, en La Matanza, la UTOI (Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas), una división creada durante la gestión de Vidal y que actualmente responde personalmente a Berni, se encuentra deteniendo colectivos y cacheando a quienes van o vienen de laburar. En el operativo se usan armas largas y se hace descender a los pasajeros para requisarlos, como en la época de la dictadura militar.

Pero no sólo hubo desolación por este hecho. El último acto por "Cristina 2023", en la provincia del Chaco, no tuvo el volumen deseado. Solo el gobernador Capitanich hizo un esfuerzo para mover a su aparato. Varios dirigentes nacionales pegaron el faltazo y evitaron el viaje hasta Resistencia (Clarín 8/4).

El kirchnerismo ahora se juega a movilizar bajo la consigna "Basta de mafia judicial y no a la proscripción de Cristina", el 13 de abril hacia el Palacio de Tribunales, donde tienen sus despachos los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Convocatorias anteriores se caracterizaron por una bajísima convocatoria. Apuestan a lograr que el gremio de Camioneros se sume, pero a Hugo Moyano no le convence en absoluto que su sindicato se involucre en la disputa judicial de Cristina Kirchner con la Corte. La marcha entonces podría quedar reducida a la participación de La Cámpora.

En lo que respecta al macrismo, cruzado por su propia guerra intestina, pretende explotar la crisis del peronismo para reforzar el aparato represivo de los barrios del conurbano. El bloque de Juntos por el Cambio prepara para la semana próxima una interpelación en el Concejo Deliberante de La Matanza al intendente Fernando Espinoza y al secretario Municipal, para que se declare la “emergencia” en materia de seguridad en el distrito.

Lo que se esconde detrás de todo este revuelo -y les quita el sueño a las principales fuerzas políticas- es el “el miedo a una rebelión en el conurbano” (La Nación, 9/4).

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