Escribe Olga Cristóbal
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Horacio Rodríguez Larreta pidió la inmediata derogación de la Ley de Alquileres y anunció, con tono de campaña, algunas medidas “destinadas a aliviar” (sic) la situación de quienes alquilan. No hay que ser brujo para adivinar de qué se trata. Por un lado, un puñadito de exenciones impositivas para los propietarios de hasta tres viviendas y una ley generosa para las constructoras. Por el otro, un plan de endeudamiento integral de los inquilinos. El sueño de la casa propia se devaluó al punto del sueño de un alquiler propio. Hasta ahora, los propietarios de hasta dos viviendas no pagaban por 36 meses el ABL ni Ingresos Brutos si las registraban en el IVC. Ahora el beneficio se extiende hasta tres propiedades. También se abrirá una línea de créditos para hacer refacciones tanto a dueños como inquilinos.
La frutilla del postre está en otro lado: Larreta enviará un proyecto de ley para no cobrar impuestos “a los desarrollos inmobiliarios de algunas comunas para densificarlas y que haya así más oferta” (Cenital, 14/4). En la Ciudad de Buenos Aires ya hay una vivienda cada dos habitantes . Pero alcanza con levantar la vista para ver que se construyen torres de departamentos que ningún asalariado puede comprar y ni siquiera alquilar.
El presidenciable también incluyó entre sus medidas “para paliar la crisis habitacional” créditos para convertir en viviendas 10.000 oficinas del microcentro (algunas ni tienen baño). Una de las virtudes de estos espacios microscópicos, explicaron, es que pueden usarse para el alquiler turístico tipo Airbnb. En Buenos Aires hay unas 17.000 viviendas que se retiraron del mercado tradicional de alquileres para dedicarlas al turismo, que suele pagar en dólares. Son siete mil más que las que tiene Madrid. Y empujan el precio de los alquileres a valores imposibles.
En el caso de los inquilinos, Larreta prometió créditos a una “tasa asequible” para los gastos iniciales (depósito, garantía y mudanza). O sea propuso aumentar el nivel de endeudamiento de los inquilinos. Una encuesta de ACIJ, CELS, UNSAM y el Instituto de Geografía del CONICET develó que en 2022 el 32% de las familias que alquilan dedican más de la mitad de sus ingresos a pagar el alquiler, en 2021 eran el 24%. Para poder mantener una vivienda, “el 63% de las familias inquilinas tiene deudas y, entre ellas, un porcentaje similar destina la deuda contraída a pagar el alquiler”. Y recortaron otros gastos: “el 40% dejó de pagar la prepaga, el colegio o impuestos y el 52% tiene mora en la tarjeta de crédito o préstamos solicitados a bancos o familiares. En este contexto, las familias inquilinas casi no tienen capacidad de ahorro y solamente el 19% pudo ahorrar el mes anterior a la encuesta”. En el caso de hogares con jefatura femenina, la situación es aún más grave. El “alivio” que propone Rodríguez Larreta es agudizar esta debacle, aumentando los costos fijos de quienes alquilan.
El hacinamiento es otra característica de esos hogares: en la mitad de los casos duermen dos o más personas por ambiente, y en el 33 por ciento, tres personas. El alquiler de piezas es otra modalidad que avanza, tanto en parejas como en jóvenes solos. Otro elemento en común es la altísima rotación, las familias se mudan a viviendas más chicas y alejadas en la busca de alquileres menos caros. Más de la mitad de los encuestados no cree que vaya a permanecer en la misma vivienda en los próximos seis meses y casi dos tercios se mudó “una vez o más en los últimos cinco años”.
Lo notable es que seis de cada diez encuestados dijo que les aumentan el alquiler cada 6 o 3 meses, y en algunos casos mensualmente. Solo un tercio tiene los aumentos anuales como marca la ley. Aquello de que la actual ley de alquileres es responsable del retiro de la oferta parece ser solo un artilugio de las constructoras, inmobiliarias y sus agentes en el gobierno para evitar la más mínima restricción a sus intereses.