Escape de monóxido en el Hospital de Niños: una metáfora del derrumbe sanitario

Escribe Olga Cristóbal

Tiempo de lectura: 2 minutos

Una filtración de monóxido de carbono obligó a evacuar 50 personas de dos salas, que compartían la instalación del aire acondicionado, del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. La pérdida de monóxido de carbono se produjo por una conexión errónea entre una tubería de gas y el aire acondicionado.

La pérdida de monóxido de carbono fue percibida solo porque se produjo durante el día. Se descubrió por el resultado de un análisis clínico a un paciente que reveló la intoxicación, y a partir de eso se verificó que toda la sala estaba intoxicada.

Si hubiera ocurrido de noche, mientras dormían, podría haber ocurrido una tragedia. Trece médicos, diez familiares y 18 niños fueron atendido en otras salas del Gutiérrez o trasladados al Hospital Fernández. “Hay un chico en terapia intensiva y una médica perdió el conocimiento”, afirmó ese día al diario La Nación Elena de Matteo, médica patóloga, con 30 años de trayectoria en el Gutiérrez.

Un indicio de la magnitud de la intoxicación es que muchos necesitaron pasar por la cámara hiperbárica para recibir oxígeno. Los profesionales alertaron sobre las consecuencias neurológicas a largo plazo de una intoxicación con monóxido de carbono.

El gobierno de la Ciudad se mostró “esquivo” en dar información y minimizó la situación mientras pudo. Al día siguiente intentó silenciar a trabajadores y profesionales ordenando que toda información partiera exclusivamente del gobierno.

Profesionales y trabajadores del hospital adjudicaron el accidente a la sistemática falta de mantenimiento. No es el primero: en 2013, a raíz de otra pérdida, médicos, madres y un bebé debieron ser internados por inhalación de monóxido de carbono. En ese caso se debió a la instalación defectuosa de un termotanque en el área de neonatología.

Médicos de planta, residentes y trabajadores convocaron a una asamblea conjunta en el hospital en la que se pidió la renuncia de la directora del hospital, que en un principio se negó a evacuar y sugirió “que abrieran las ventanas”. A pesar de la emergencia tampoco convocó al SAME y algunos profesionales se tuvieron que trasladar en taxi hasta el Fernández. También denunciaron los «parches» de las autoridades a numerosos problemas de infraestructura y la negligencia de la empresa encargada del mantenimiento, Mejores Hospitales.

Para favorecer los negocios de la “patria contratista” desde hace años los gobiernos patronales sin distinción fueron desmantelando las áreas de mantenimiento, lavaderos, cocinas (con trabajadores bajo convenio) que el Estado porteño tenía en todos sus organismos: escuelas, hospitales, teatros. Los reemplazaron las tercerizadas con trabajadores precarizados sin ninguna estabilidad ni la posibilidad de detectar y denunciar irregularidades

La “negligencia” de Mejores Hospitales no es inexperiencia. Está en consonancia con la política de desfinanciamiento y la destrucción de la infraestructura de escuelas y hospitales, por un lado, y la construcción de obras faraónicas como la Villa Olímpica, el Centro de Convenciones o las refacciones del Teatro Colón, cuyo costo es y fue un secreto mortal.

Mejores SA (antes Mejores Hospitales) tiene innumerables contratos con el Estado porteño. Pertenece a la familia Tarasido, dueños de la constructora CRIBA y grandes aportistas de las campañas electorales de Macri y el PRO.

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