Subte: insalubridad y salario

Escribe Matías Cisneros

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Durante 3 semanas se desarrollaron paros de 2 horas por turno. Tuvieron lugar en la apertura del servicio, en la hora valle (entre las horas pico) y al cierre. La empresa reaccionó negando todo en los medios. Que el asbesto en el subte no pone en riesgo a nadie y mostrando recibos de sueldo para enfrentar a los trabajadores del subte con la población empobrecida. En el desarrollo de las medidas montó un esquema con escribanos para una judicialización de la protesta. Llovieron telegramas a los activistas del sindicato del subte. Todas las mesas de negociaciones fueron suspendidas. A su vez, hizo pública su propuesta de 2 francos, pero con aumento de la jornada. El objetivo es golpear la conquista de jornada de 6 horas que está vinculada a la insalubridad, que hasta el día de hoy la empresa y el Estado no reconocen.

El estado se ha limitado a tomar nota de las ausencias de la empresa en las citas en la Secretaría de Trabajo de la ciudad. El Gobierno de Larreta no quiere hacer olas. Por un lado, tiene la responsabilidad de comprar flota nueva, ya que el Estado a través de Sbase es el dueño de la red. Sobre esta cuestión ha incumplido en el pasado reciente. La última compra a España desnudó la problemática del asbesto: los trabajadores advirtieron la cuestión a partir de los reclamos de los trabajadores españoles que realizaban recorridos y mantenimientos de los CAF 5000.

La dirección del sindicato convocó a los paros parciales limitando los reclamos a 2 francos, compra de flota nueva sin asbesto e incorporación de personal. En los paros se ha visto un leve incremento de participación de los trabajadores. En algunos paros hubo asambleas y, en todos los casos, importantes debates. Los planteos de la base estuvieron ligados al pliego de reivindicaciones. Por el lado del asbesto la base discute la insalubridad, la jubilación a los 55 años y el 82% móvil, y en materia salarial por la paritaria y los ascensos. Pero el pliego de reivindicaciones es más vasto. El esquema de mesas de negociaciones separadas para cada reclamo, además de por sector o línea, ha entrado en crisis. El plan de paros reveló que todos los reclamos requieren de una salida de fuerza. El incremento del apoyo al paro requiere de una política de unificación del pliego de reivindicaciones.

Por la fuerza, la empresa y el Estado, con la colaboración de la burocracia sindical, ha impuesto la flexibilidad laboral, el vaciamiento de sectores, tercerizadas, retrasos y perdidas salariales, sumas en negro, y sobre todo las horas extras. Este último punto es clave para concatenarlo con la propuesta pública de la empresa. Otorgar 2 francos a cambio de aumentar la jornada, cuando se han impuesto las horas extras en todos los sectores menos los tráficos, es abrir el camino a la liquidación de la reducción de la jornada por Insalubridad y la exposición al asbesto. El retroceso salarial atenta contra la reducción de la jornada, la idea de la empresa es terminar de quebrar este reclamo por la vía del retroceso salarial.

Con la lucha los trabajadores han impuesto el reconocimiento del asbesto, los avances de saneamiento, los seguimientos médicos. La retención de tareas y los paros sectoriales han sido las herramientas para ello, con los límites que ha impuesto la dirección de no organizar una lucha de conjunto. El activismo tiene un desafío. Organizar la deliberación de una lucha de conjunto. El pliego de reclamos debe unificarse, y promoviendo mayor participación en asambleas y los paros. Las cabeceras de las líneas han tenido la tradición de ser asambleas generales en los hechos. Lo contrario a las mesas chicas y las reuniones de negociación donde las maniobras contra los trabajadores tienen mayor peso.

El plan de lucha tiene una crisis. La discusión paritaria ha escalado en la base en torno a la devaluación de los últimos días, que lleva a los precios a pasar el umbral de la puerta de la hiperinflación. Un aumento de emergencia del 100% se vuelve una necesidad para blindar el salario obrero. La empresa está dispuesta a otorgar la nueva pauta del gobierno nacional, es decir 18% por 3 meses, a cambio de levantar el plan de lucha. Pianelli está dispuesto a parar solo los fines de semana, es decir levantar el plan de lucha, con el argumento del conflicto largo. Es necesario establecer un plan de lucha que arranque con un paro general de 6, unificando las reivindicaciones de la insalubridad con el salario. Las asambleas tienen el desafío de tomar el destino de la lucha en sus manos. El triunfo es con el paro.

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