Discurso de Mariano Hermida en el acto del 1° de Mayo.
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Compañeros y compañeras, en primer lugar, en este día internacional del proletariado, quiero enviar un saludo especial al pueblo francés, que se está levantando contra la reforma previsional del gobierno antiobrero de Macron y cuya lucha está conmoviendo a toda Europa y el mundo.
Compañeros, los oradores anteriores fueron muy claros en señalar el contexto de derrumbe y las penurias que está atravesando el pueblo trabajador. La docencia no es ajena a ninguna de las cuestiones que se mencionaron acá. Podemos decir incluso que la educación pública y el trabajador docente están en uno de los peores momentos de su historia: salarios debajo de la línea de pobreza, infraestructura que se viene literalmente abajo, reformas educativas que intentan destruir y vaciar los contenidos y la formación académica para un mercado laboral precario; una obra social vaciada; los docentes cargamos, además, con un conjunto de conflictos que, producto de la descomposición social, estallan en las escuelas con situaciones de violencia. En ese marco, para completar, tenemos la pretensión de alargar la jornada laboral con la reforma que incorpora la quinta hora en la escuela primaria. Vean qué paradoja: un 1° de Mayo, cuando evocamos la lucha de los mártires de Chicago por la jornada de 8 horas, la clase social que dirige el país pretende que retrocedamos en el tiempo. Y tenemos a una burocracia sindical, especialmente una que se dice nacional y popular y enarbola un discurso antiimperialista, que fue a la embajada norteamericana a darle su aval al plan del Fondo Monetario Internacional, incluidos Baradel, Yasky y toda la corriente kirchnerista del movimiento docente, aferrada con uñas y dientes a ese plan contra los trabajadores. Ahora están sosteniendo a Massa como pueden. Los docentes tenemos un sindicato que se ha convertido entonces en una filial del Fondo Monetario Internacional y que no tiene en su cabeza, ni se le cruza, defender un solo derecho de la docencia.
Lo distintivo del momento, sin embargo, no es esto que acabo de decir, sino que está presente entre la docencia una tendencia huelguística que se viene desenvolviendo desde comienzo de año. Porque tuvimos paros en 12 provincias que repudiaron la paritaria del 60 % que acordaron el gobierno y la CTERA. Y porque en los últimos días, hasta hoy mismo inclusive, tenemos huelgas en Santa Cruz, en Misiones, un paro muy importante en la Capital Federal y, a partir de mañana, les cuento que comienza una huelga de 48 horas en la provincia de Tucumán con los docentes autoconvocados a la cabeza.
En la última semana, en la provincia de Buenos Aires, a partir de la convocatoria de dos seccionales de las 135 que tiene el Suteba, de manera autoconvocada, en el conjunto de las escuelas se discutió adherir a esa medida de 48 horas. ¿Y con qué se encontró la docencia? Con un operativo como no se veía hace mucho tiempo, lanzado conjuntamente por Kicillof, Baradel y todo el frente de unidad docente (FUDBA), para impedir esa huelga: comunicados truchos, presiones, amenazas de descuentos, de que iban a cesar a los suplentes, de que el paro era ilegal, de que les iban a poner ausente. La respuesta que dio la docencia fue un parazo del 70 % en toda la provincia de Buenos Aires, porque los trabajadores quieren defender el salario.
Para ilustrar algunas situaciones que se están dando: el viernes pasado, en La Matanza, tuvimos una autoconvocatoria de más de 700 maestras del Nivel Inicial que, cansadas de trabajar en condiciones precarias y sin ningún tipo de protección en las escuelas, hicieron algo espectacular: se organizaron, se convocaron en la sede del Suteba Matanza, se dirigieron al segundo piso por escaleras y les reclamaron a todos los burócratas que estaban ahí que les dieran las constancias para justificar el día y les dijeron que, si no se las daban, esa burocracia se tenía que ir. Este es el clima que se está viviendo, no sólo en La Matanza. Porque ha pasado lo mismo en autoconvocatorias en Moreno, donde tuvo que bajar el secretario general de su despacho para decirle a la gente que se calme y se tuvo que volver, porque la gente se lo quería comer. Lo mismo pasó hace poco en Monte Grande. Es decir que, en el marco de un ajuste brutal del gobierno y de una burocracia sometida y aferrada a ese gobierno, tenemos en la docencia una tendencia huelguística que, a partir de mañana, en una declaración que saca nuestra corriente, llamamos a convertirla de una vez por todas en una huelga general en toda la provincia de Buenos Aires.
Y este debate, compañeros y compañeras, es importante porque en otras corrientes con las cuales compartimos la militancia en el movimiento docente, un sector de la izquierda señala que la burocracia se tiene que poner a la cabeza de este proceso. Y lo que está ocurriendo -y que ya no es un proceso- es que nadie le pide a la burocracia que se ponga a la cabeza de nada, sino que son los propios compañeros los que toman los problemas en sus manos y ellos mismos se ponen a la cabeza para llevarlos a la victoria. Ya nadie les está exigiendo porque no esperan nada, como no han esperado nada en todos estos años.
Para terminar: lejos de que esto sea algo que afecta a un sector reducido, a un sector particular de la docencia, compañeros, los docentes estamos en contacto permanente con muchos sectores sociales, con las familias... Por las características de nuestro trabajo, recibimos el impacto de la crisis en las escuelas. Sabemos que 6 de cada 10 alumnos están debajo de la línea de la pobreza, sabemos perfectamente las carencias que sufren las familias, la falta de vivienda, de urbanización, de agua potable, de todo lo que aqueja a nuestros alumnos. Y por eso mismo quiero decir que esto no se limita a la docencia, sino que el trabajador docente es la punta del iceberg de un proceso que se está desarrollando en toda la clase obrera. A ese fantasma le temen la burocracia sindical y el gobierno: que esto termine en una rebelión popular de todo el pueblo argentino contra el ajuste y contra los planes del Fondo Monetario Internacional.
Compañeros, para terminar, simplemente decirles que, en este Primero de Mayo, en un contexto de guerra y de miseria social, la única clase social que puede defender no sólo sus reivindicaciones sino abrirle un camino de liberación a toda la humanidad es la clase obrera y lo vamos a realizar de la mano de todos nuestros compañeros y compañeras en Argentina y en todo el mundo.
Compañeros, viva el 1° de Mayo. Viva la lucha del proletariado mundial. Viva la lucha por el socialismo.